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30/12/2020

Las batallas de Monte Chingolo

Las batallas de Monte Chingolo | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.
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El 23 de diciembre se cumplieron 45 años del asalto del ERP al Batallón de Arsenales “Domingo Viejobueno”. El rescate de un fotógrafo y el recuerdo de vecinos del lugar de aquel episodio.

Pepe Mateos

 El 23 de diciembre de 1975 a las 18.50 se inició la más importante operación llevada a cabo por una organización guerrillera.

El Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) intentó copar el Batallón de Arsenales Domingo Viejobueno, con una operación largamente planificada que involucró a alrededor de 400 miembros de la organización. Aunque había indicios de que mucha información había sido filtrada, se siguió adelante con el plan.

Los enfrentamientos se prolongaron durante ocho horas y la represión militar se extendió en los alrededores durante varios días, con una crueldad que aún hoy hace que mucha gente tenga temor a hablar o recordar.

Yulián Martínez es fotógrafo. Vivió toda su vida en Monte Chingolo y aún no había nacido cuando ocurrieron los hechos de los que en estos días se cumplen 45 años.

Los relatos familiares y en particular el de su padre, que ese 23, volviendo de trabajar, se encontró con un paisaje de colectivos incendiados, lo impulsaron a indagar en esa historia que está grabada en la memoria social de Monte Chingolo.

Durante más de 3 años busco fotografías, publicaciones, se contactó con la Comisión de Familiares, entrevistó a vecinos, periodistas, fotógrafos, sobrevivientes del ERP y hasta un conscripto que estaba dentro del cuartel ese día y hoy es historiador.

Los relatos orales eran muchos pero los registros pocos y dispersos.

Aunque ya había aparecido la monumental investigación de Gustavo Plis Sterenberg, “Monte Chingolo, la mayor batalla de la guerrilla argentina”, Yulián sentía que había una especie de vacío alrededor de esa fecha. Algo que no se puede cerrar.

Guiado por esa sensación tituló a su ensayo, “Las batallas de Monte Chingolo”.

Como un resplandor que no cesa, las conflictividades sociales siguen apareciendo y las esquirlas de la batalla siguen en el aire.

En este aniversario, Yulián, decidió llevar a cabo una acción el día 22, previo al homenaje que se realizaría en el lugar por parte de ex militantes del PRT-ERP el día siguiente. Una acción que consistió en hacer un señalamiento con fotos en los lugares donde habían sucedido los hechos.

En la presentación de su trabajo, Yulián sintetiza: “El 23 de diciembre de 1975, el Ejército Revolucionario del Pueblo decidió copar una de las instalaciones más grandes del Ejército Argentino con el objetivo de llevarse una gran cantidad de armamento para continuar con la lucha revolucionaria. 

“Para que la compañía encargada de asaltar el cuartel pudiera llevar a cabo su objetivo, una segunda compañía debería encargarse de los anillos de contención en torno al cuartel y sus alrededores. Este accionar incluía el bloqueo de todos los accesos de Capital Federal a Provincia para evitar los refuerzos policiales y militares. 
“El episodio dejó un saldo de 53 combatientes revolucionarios asesinados por las fuerzas Armadas Estatales y una cantidad de vecinos muertos jamás contabilizados.
“Es un homenaje a los hombres y mujeres que dejaron todo por un voluntarismo extremo que demostraba seguridad y fortaleza, cuyo destino final era cumplir con aquella consigna: ´a vencer o morir por la Argentina´”.

Las fotos, (que se pueden ver en su totalidad en www.yulian.com.ar) fueron pegadas en las paredes del ex regimiento, hoy Parque Tecnológico Industrial de Quilmes, y aunque se sabe de lo efímero de este tipo de manifestaciones, en este caso superó toda expectativa. Dos días después no quedaba nada. Rápidamente fueron arrancadas sin dejar ningún rastro, apenas un par de pedazos. Algo de la memoria incómoda o sigue quemando.

En la búsqueda de testimonios, intentando reconstruir una historia por demás fragmentaria, Yulián se cruzó con muchos que aportaron sus sensaciones y recuerdos de esa época. En algunos casos se encontró con protagonistas de los hechos, como Heriberto (el pata) Macedo que participó a los 20 años, en uno de los puestos de contención sin saber cuál era el objetivo final. Perdió una pierna en las acciones y se salvó gracias a unos vecinos que llamaron a una ambulancia que no lo delato.

Otro testimonio, valiosísimo para la reconstrucción de los hechos, fue el de otro sobreviviente, Daniel de Santis.

Es la tarde del sábado 26 de diciembre y con Yulián recorremos las veredas del antiguo Batallón. Un escenario típico del Conurbano Bonaerense sobre el Camino General Belgrano, una línea divisoria que atraviesa el territorio.

En el camino me muestra los lugares donde tomo las fotografías reconstruyendo los espacios como fueron registrados el 23 de diciembre de 1975. Cuenta que su padre miró el reloj cuando bajó del colectivo y eran las 18:50, la hora del inicio del ataque. Por uno de esos azares inexplicables fue la hora de su muerte a causa de una enfermedad, un par de años atrás.

La historia personal, familiar, se entrecruza con el relato y dispara significados que interrogan y estremecen.


Vamos a un bar, “El ancla de oro”, antes “El Pucará”, que existe y persiste desde hace décadas. Un bar de hombres curtidos que miran y analizan en un televisor colgado de la pared, el desarrollo las carreras de caballos en Palermo.

Somos extraños en el lugar y se nota. Solo bastó una pregunta para romper el clima cansino de la tarde.

-“Buenas tardes, ¿usted se acuerda del 23 de diciembre de 1975?”, le pregunto a uno de los parroquianos y el resto observa, se acerca y van agregando sus historias y cruzándolas con las de los otros.

Todos tienen sus recuerdos, sus sensaciones grabadas a fuego, las impresiones de una violencia desconocida.

”La gente la pasó muy mal esas navidades, fueron horribles, veíamos cargar los camiones con cuerpos”, “días después seguían pasando helicópteros, de día y de noche”.

“Yo tenía cinco años-dice uno- y jamás se me borró la imagen de los cuerpos tirados en la Rotonda de Pasco”.

“Le cortaban las manos y tiraban los cuerpos en camiones”, “vi como iluminaban a un Fiat 600 desde un helicóptero y lo hicieron volar”, relata otro.

Las historias se agolpan, vividas, han marcado la historia de un barrio y sus gentes dejando interrogantes, miedos y dolores abiertos.

-“¿y qué piensan hoy de lo que sucedió en el 75?”. Pregunta difícil, parece.

Gustavo, 53 años, ex chófer de la línea 17 que une Monte Chingolo con Recoleta, dice: “no sé, a mí nunca me interesó mucho la política. Si en el 2000/2001 después del menemismo y la Alianza, venían y me decían que había que poner la bandera yanqui para que esto funcione, capaz te decía que sí que era la única salida. Pero después vinieron Néstor y Cristina y ahí entendí que se podía hacer un país.”

Monte Chingolo es la marca de un momento de la historia reciente. Como dice Julio Menajovsky, fotógrafo y docente, en un texto a propósito del ensayo de Yulien Martínez: “En 1975 el mundo convulsionaba: América Latina, entre la doctrina de la Seguridad Nacional, que expandía su sombra en toda la región, y las imágenes que llegaban de Vietnam y del Chile de Pinochet, convirtieron en ardiente esta zona de la ´guerra fría´. Mientras en Argentina el aire se tornaba sombrío ante la inminencia de un nuevo golpe de estado”.

Y ahí esta Yulián, también en las palabras de Menajovsky, “hablando de Monte Chingolo y el espectro de esa batalla, hurgando en las calles que trajina, recogiendo signos que puedan descifrarse.”

29/07/2016

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