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02/08/2019

Esa casa, ese hombre…

Esa casa, ese hombre… | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Desde 1969 hasta su muerte en 2010, Felipe Sapag residió en Belgrano 555 de Neuquén. Allí compartió la vida con su familia, incluso veló a sus dos hijos asesinados por la dictadura, y recibió durante 40 años a vecinos y dirigentes. La vivienda tiene un valor cultural único para los neuquinos y no debiera quedar librada a las leyes del mercado.

Antonio Arias

 La vida de protagonistas de la historia se entiende mejor cuando existen referencias indubitables sobre las que discurre el relato. Si se trata de gobernantes, están los actos administrativos, las leyes, las obras. Si queremos aproximarnos al personaje, conocer su concepción del mundo, su entorno familiar, sus pasiones y debilidades, están los lugares que habitó y visitó durante su viaje por la vida.

La historia de la provincia de Neuquén en la etapa institucional moderna, es decir, desde la creación legal en 1955 y el dictado de su Constitución en 1957, no se puede explicar sin el protagonismo de algunas personas. Emerge entonces la figura de Felipe Sapag, gobernador en cinco oportunidades, con un primer período en 1962. Un año antes, en Zapala se había fundado el Movimiento Popular Neuquino (MPN), con participación excluyente de la familia Sapag, con roles destacados del propio Felipe y de sus hermanos Elías (hermano mayor y estratega político) y Amado, entre otros.

¿Qué hizo Felipe Sapag, además de ganar elecciones? Para empezar, fue pionero, en el sentido español de la palabra, y dejó instituciones que hoy aún disfrutamos. Cuando comenzó a gobernar, la ciudad capital era poco más que un villorio y la provincia estaba colmada de rancheríos, incluso en el norte se dice que algunos pobladores vivían en cuevas.

En esa etapa del gobierno de Felipe se construyeron escuelas, viviendas, rutas y atacó uno de los mayores flagelos sobre el ser humano a través del cuidado de la salud. Más del 10% de los nacimientos terminaban con el bebé muerto, o la madre, o ambos. El Estado provincial creó el plan de salud, una institución que a lo largo de los años fue tomada como propia por todos los neuquinos. En la actualidad, cada vez que alguien ingresa a un hospital, pese a los problemas cotidianos, sabe que va a recibir la mejor atención acorde a la época. Esto que hoy es un valor social, tuvo origen en aquella remota decisión política del bueno de Felipe.

Había una ideología entonces que irradió el primer peronismo, cuya concepción de ‘justicia social’ y de oportunidades para todos, impregnó la política por más de una década. Los opositores a esa idea, defensores de una economía de libre mercado, la definieron después en forma despectiva como “populismo”. Ambas categorías siguen dramáticamente vigentes en la política argentina.

Algunos años después creó una universidad provincial en un paraje inhóspito, Challacó, y con pocos profesionales para dar vida al proyecto. Fue el gesto de un ‘soñador’ más que de un ‘administrador’. Esa universidad luego se trasladó y nacionalizó para llegar a lo que hoy es la consolidada Universidad Nacional del Comahue. Cada alumno que llega a un aula de la UNCo debería saber que hubo un hombre común, que nunca accedió a la universidad por carencias económicas familiares, y sin embargo intuyó que el futuro de la provincia pasaba por la educación.

Otra perla felipiniana fue la ayuda que brindó a muchos militantes que eran perseguidos por la dictadura militar (1976 al ‘83), en un momento en que la detención era equivalente a la desaparición y muerte. Y tuvo un gesto equivalente al momento del regreso del exilio de aquellos que tuvieron que marcharse.

Como todo ser humano, Felipe también tuvo definiciones cuestionables; por ejemplo, aceptar ser interventor de la provincia del gobierno militar de Juan Carlos Onganía. O en la década del ’80, confrontar desde el gobierno con la Uocra, cuyos dirigentes reclamaban mejores condiciones laborales desde la combatividad gremial. También aceptar el ingreso de tropas de Gendarmería nacional en la pueblada de Cutral Co durante la presidencia de Carlos Menem.

Quizás pareciera improbable transitar por la administración del Estado sin una mácula de actos controversiales. Felipe Sapag fue un hombre, quizás un caudillo, no un dios griego. Sin embargo, dejó una cuenta favorable en el balance de realizaciones.

Desde 1969 hasta su muerte en 2010, Felipe residió en la casa de Belgrano 555 de la ciudad de Neuquén. Una vida pública arraigada en un espacio físico particular. Allí compartió con su esposa, Estela Chela Romero el crecimiento de sus hijos; Luis, Silvia, Ricardo y Enrique.

En esa casa hizo el velatorio a sus hijos Ricardo y Enrique, militantes montoneros asesinados por la dictadura militar. Vale recordar que la sociedad de entonces estaba sometida a un sistema de persecución y muerte, con incitación a la delación a través de medios de comunicación y el funcionamiento de servicios de inteligencia de vigilancia total de las personas. No había derechos y no había garantías.

Felipe quiso igual ceremonia para el día de su muerte, voluntad que se cumplió el 14 de marzo del 2010 cuando miles de comprovincianos fueron a despedirlo a Belgrano 555.

En esa casa, Felipe recibió durante 40 años a vecinos, dirigentes sociales variopintos y candidatos que luego fueron presidentes del país.

Cuando se retiró de la función pública, en 1999, continuó con un hábito que practicó a lo largo de su extensa vida: caminar las calles de la ciudad. Todas las tardes repechaba solo la Avenida Argentina hasta plaza de las Banderas, actividad que registró una foto de Leonardo Petricio para la posteridad. La caminata implicaba la charla ocasional, el saludo, el contacto con el pueblo que alguna vez gobernó. Y una muestra del respeto que había logrado de sus vecinos y comprovincianos.

Liliana Montes Le Fort, arquitecta que estudió el patrimonio edilicio de la ciudad de Neuquén, en el 2014 consideró a la casa de Belgrano 555 como parte de dicho legado. El lugar tiene un valor cultural único para los neuquinos, por estar íntimamente vinculado a la historia de la provincia.

Ejemplos

A esta altura conviene preguntarse ¿qué han hecho en otros lugares ante situaciones similares? Y pongo la vara bien alta. Franklin Roosevelt ganó cuatro elecciones presidenciales consecutivas y gobernó Estados Unidos durante 13 años hasta su muerte en 1945. Sobre su residencia, Springwood, decía que “todo mi ser pide a gritos que vuelva a mi hogar en el río Hudson”. Allí recibió a reyes y gobernantes de otros países; allí murió y allí lo enterraron, según su voluntad. En la actualidad la residencia es un monumento histórico nacional, un museo que recibe a miles de personas.

Charles De Gaulle fue presidente de Francia de 1959 a 1969 y también formó parte de la resistencia durante la invasión del nazismo. Su casa de infancia, en Lille, al norte del país, es monumento histórico desde 1989. También son miles los que visitan el museo cada año.

Winston Churchill gobernó Inglaterra durante la segunda guerra mundial como primer ministro. Chartwell, en el condado de Kent, fue la residencia a la que el premier visitaba con frecuencia como lugar de retiro. En la actualidad es un lugar de visita abierta al público.

Juan Domingo Perón y Eva Duarte compartieron sus horas en la Quinta de San Vicente, un predio de 19 hectáreas en las afueras de Buenos Aires, desde que iniciaron su relación en 1946 hasta la muerte de Evita. En la actualidad funciona allí el Museo 17 de Octubre, declarado en 2003 como “lugar histórico” por el Congreso Nacional.

Si la casa de Belgrano 555 queda librada a las leyes del mercado, en pocos años más podrán levantar ahí un edificio de 13 o 15 pisos, o funcionar una confitería o cualquier negocio redituable. Las generaciones futuras, nuestros nietos, los hijos de nuestros nietos, entonces apenas podrán leer un cartel en la vereda u otra referencia menor sobre la historia de la casa, que es un poco la historia de los neuquinos.

Otra opción diferente es pensar esa casa como museo y lugar de homenaje por el que la historia neuquina discurrió en gran parte del siglo XX.

29/07/2016

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