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El ciclo de la fruticultura como actividad preponderantemente agro-exportadora, mano de obra dependiente, se afianza en la década del ‘60. “A principios de esta década, hacía ya muchos años que el control del empaque, la comercialización y la exportación de frutas del Alto Valle por el capital británico, había sido reemplazado por el control del capital nacional…. La concentración de las fases de empaque, comercialización y exportación se formó suficientemente alta para permitir a las empresas seguir imponiendo a los productores independientes el mismo sistema de pago de la fruta que había introducido el capital inglés. Sin precio cierto anticipado, y con todo el riesgo empresario en las espalda del productor”, dice Cesar Varpnarsky, en Pueblos del Norte de la Patagonia 1983.
Llega a la cumbre de su actividad y resultado económico en 1970 generándose la idea de estar viviendo en un paraíso productivo de abundancia interminable, se desacelera en 1979, pero continúa incrementándose a veces y cambiando su dirección a ultramar impulsado por cambios tecnológicos en la conservación y el transporte.
En la década del ‘90 se complementa esta concentración descripta con la concentración de la producción en pocas manos. El 42,3 % de la superficie frutícola esta en manos de 3,97% de los productores (Censo Provincial de Agricultura bajo riego CAR 2005).
Este escenario en un marco económico de pura ortodoxia liberal, (el mercado ordena en forma irrestricta), da poder desmesurado a los grupos concentrados y en parte extranjeros, y total soberanía de compra, sin condiciones, frente a los productores independientes atomizados. Éstos a través de los años fueron perdiendo rentabilidad y poder negociador de manera que gran parte desapareció: de 5.000 al inicio de la década del ‘80 a 2.300 actualmente, de los cuales 1.000 están próximos a desaparecer.
Sin embargolas empresas concentradas crecieron y se instalaron controlando desde la producción a la venta y distribución en mercados del exterior. El mercado interno quedo estancado en 7 a 9 kilos de manzanas por habitante y por año.
Un dato importante de destacar en este análisis es que el aumento de la superficie plantada estuvo en correlación directa siempre con la exportación. La proporción de perales es en nuestros días, superior a la superficie de manzanos plantados. Siendo las peras en su gran mayoría exportadas (Williams es la más plantada, con características siempre de sobreoferta). Este relato describe un modelo, que podríamos decir que constituye un engranaje que ha tratado de acoplarse al gran engranaje del modelo económico imperante.
En todos estos años, desde 1960 hasta el 2003 cuando sucedió lo antes descripto, la economía argentina transitó en términos generales en el marco de un modelo neoliberal-agroexportador, con un tipo de cambio favorable, desocupación moderada o alta, desindustrialización, y deuda externa en aumento, y condicionante.
Este modelo ratificado por la teoría económica favoreció la concentración de los grupos dominantes y la injusta distribución de la renta en los productores pequeños y medianos.
Hubo desinversiones en educación, salud, ciencia y tecnología, y privatización de activos estratégicos del Estado Nacional. Julio Alsogaray, Adalberto Krieger Vasena, José Alfredo Martínez de Hoz, Domingo Cavallo.
A partir del 2003 nace y se consolida un modelo de inclusión que se basa en un tipo de cambio regulado, agro exportaciones gravadas con retenciones, pago de la deuda externa para lograr independencia económica y no injerencia en las decisiones argentinas de los organismo de crédito internacionales; industrialización, aumento del PBI , empleos crecientes, aumento significativo del consumo interno, baja del desempleo y mantención del valor adquisitivo de los salarios mediante discusión en paritarias libres.
Estas políticas activas por parte del Estado generaron el otorgamiento y restitución de derechos para los más postergados de las grandes mayorías nacionales, inversiones significativas en educación, cultura, salud, obra pública, ciencia, tecnología y recuperación de activos del Estado Nacional.
Si el modelo descripto en primera instancia favoreció la concentración y fortalecimiento de los grupos dominantes mas vinculado a la acumulación de poder, el modelo descripto en segunda instancia afectó sus intereses recortándoles poder, pero no fuertes pérdidas económicas porque no podemos hablar de una tendalada de empresarios fundidos en los últimos 15 años. Todo lo contrario: siguieron ganando.
Las economías regionales preponderantemente agroexportadoras con una importante proporción de mano de obra en la composición de sus costos se vieron ciertamente afectadas y los productores primarios con dificultades significativas. La fruticultura es una de ellas. Pero las demandas del sector (Federación y CAFI) son restituir condiciones ya descriptas en el primer modelo económico de país, antes del 2003, o sea mantener su engranaje frutícola intacto y pedir devaluación desregulada, flexibilización laboral y quita de impuestos y para nada crear un nuevo modelo (formato de engranaje frutícola) que encastre en el modelo económico descripto a partir del 2003 que garantice beneficios para todos los argentinos.
En cambio,egoístamente, solicitan que cambie todo el modelo económico general actual, y los pequeños y medianos productores sin darse cuenta que el viejo modelo también los afectaba, sueñan con volver a los beneficios del modelo agroexportador. Hoy sus esperanzas están cifradas en las elecciones de octubre y el triunfo de un modelo neoliberal de derecha a contrapelo de las grandes mayorías, que libere el tipo de cambio, quite las retenciones e impuestos. Es decir mantener el viejo engranaje que no encastra más.
El nuevo engranaje para poder ser modelado yque pueda insertarse en el modelo económico actual, necesita de algunas condiciones:
-Fortalecimiento del mercado interno y latinoamericano.
-Fomento del asociativismo entre pequeños y medianos productores.
-Estricto control de la comercialización (contratos con precios mínimos garantizados, cumplimientos y previsibilidad para los productores vendedores).
-Observatorios de costos y precios conducido por el Estado Nacional para decidir compensaciones de precios (no subsidios) sobre volúmenes exportados por los productores cuando las condiciones del mercado por causas ajenas al manejo nacional o regional (ejemplo devaluación del rublo o euro crisis), con declaraciones juradas de los exportadores cruzadas con una base de datos basada en la trazabilidad.
-Reconvertir y diversificar áreas productivamente irrecuperables para un modelo de eficiencia vinculado al desarrollo nacional.
Para esto se necesitan cuantiosos recursos.No obstante los actores, productores, empacadores, exportadores, no los solicitaron de esta manera, prefirieron resarcimientos en general, devaluaciones, subsidios por superficie, sin control, sin evaluaciones y sin plan ni proyecto. Con sensacionalistas expresiones, pero parece con profunda convicción: “El modelo neoliberal agroexportador, excluyente, concentrador e injusto no se negocia”. Irremediablemente este empecinamiento nos lleva a un fin de ciclo. La única esperanza es que antes de la ruina generalizada, los productores logren un cambio de mentalidad aceptando articular con el gobierno nacional en un cambio de rumbo que lleve a esta actividad a armonizar su desarrollo con el nacional.
Nuevo Ciclo: “después del desastre, la organización”
Este nuevo modelo de organización de la producción tendrá irremediablemente que construirse con nuevos actores. Que quizás existan, pero hoy no están representados por las organizaciones de productores y empacadores (CAFI y Federación de Productores de Río Negro y Neuquén). Pero aparecerán porque la fruticultura no va a desaparecer.
Verano corto, lenta agonía y muerte:
De triunfar el neoliberalismo en las elecciones de octubre, es probable, como lo anunciaron ya sus candidatos, se devaluará, se quitarán impuestos a la producción, retenciones, y se fomentará por todos los medios posibles la flexibilización laboral. Estas condiciones aumentarán la rentabilidad de los grupos concentrados dominantes, que no cambiarán de modelo y cederán egoístamente una pequeña parte a los productores primarios como para que no desaparezcan intempestivamente. La economía del país cambiará, la desindustrialización, los ajustes, la baja del consumo interno, la desocupación y la baja del poder adquisitivo de los salarios aparecerá como una amenaza de la paz social. Entonces la única forma que encontrarán de controlarla es con recursos provenientes del endeudamiento externo (ya lo dijeron Pinedo, González Fraga, Frigerio y otros del staff neoliberal). Hasta que nos pasen a cobrar lo que nos prestaron. Volvemos al 2002. Se terminó el verano, la lenta agonía traerá aparejada la muerte definitiva de los pequeños y medianos productores independientes y el sufrimiento generalizado de las grandes mayorías nacionales.
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