Columnistas
26/07/2016

La moral desnuda

La moral desnuda | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.
David Pablo Sánchez

Para muchos la exposición del cuerpo femenino no admite otra connotación que no sea la sexual. Vivimos en una realidad donde la cantidad de ropa que lleva puesta una mujer, hace la diferencia entre ser agredida o escapar de ello.

María Beatriz Gentile *

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Hace unas semanas una joven mamá fue interceptada y obligada a retirarse por la policía en San Isidro (Buenos Aires) por amamantar a su hijo en un espacio público, “me dijeron que no podía amamantar porque estaba prohibido por ley”. Claro que no existe tal ley, sí en cambio el prejuicio y cierto morbo. La rápida respuesta  a este hecho fue un “pique..tetazo” - así lo llamaron- organizado a través de las redes sociales con cientos de mujeres que aceptaron ir a amamantar a sus hijos en ese lugar y congregarse en otras plazas del país.

Es evidente que para muchos la exposición del cuerpo femenino no admite otra connotación que no sea la sexual. Vivimos en una realidad donde la cantidad de ropa que lleva puesta una mujer, hace la diferencia entre ser agredida sexualmente o escapar de ello. No “molestan” los escotes ni los desnudos para promocionar un producto, pero descubrir el pecho para alimentar a un bebé es señalado peyorativamente de “india” o de “hippie”. Aquí y en otras partes del mundo donde el tabú de amamantar en público se reproduce, a las madres se las invita -en el mejor de los casos- a cubrirse o retirarse al baño. Ahora ¿a quién le gusta comer en el baño o con un trapo en la cabeza que le tape la cara?

En el año 2009 se estrenó la película “La teta asustada”, inspirada en la investigación de la antropóloga Kimberly Theidonsobre las violaciones masivas de mujeres en los Andes peruanos durante el conflicto político militar de 1980-2000. Tener “la teta asustada” en la cultura quechua significa “tener la leche materna con rabia, sufrimiento y tristeza” por la violencia vivida y trasmitir eso al amamantar. La preocupación más acuciante de estas mujeres era que sus hijos crecieran sin uso de razón o sin la capacidad de amar a los demás, explica Theidon. El film permitió visibilizar la criminalidad en la región de Ayacucho y según su directora -Claudia Llosa- mucha gente en Perú llenó la historia con sus propias memorias y así vio en los violadores a Sendero Luminoso o a los militares peruanos, pero no escapó a nadie el patrón de violencia sexual contra las mujeres ejercido durante el conflicto armado.

Disputar en el campo de la políticalas condiciones culturales de las relaciones de dominación, es complejo. Implica desnaturalizar la relación mando-obediencia, salirse del “sentido común” como ideología y denunciar el carácter hegemónico de creencias y valores en que una sociedad se piensa aparentemente libre y culturalmente diversa y en realidad no lo es.

La reacción  a ello resulta siempre contrahegemónica y  cuando las mujeres son quienes la llevan a cabo, ese acto se vuelve aún más irritante. Se espera que sean “femeninas” en la forma de plantear sus demandas, sin comprender que para hacerlo deben precisamente dejar de serlo en el sentido hegemónico del término. Por eso escandaliza el torso desnudo en las protestas a favor del “aborto legal”, el uso contracultural de símbolos como cruces, rosarios, minifaldas, medias de red, tacones y toda parafernalia que indique lugares comunes de la moral dominante con que se define, clasifica y jerarquiza “lo femenino”.

En la Argentina, como dice Elizabeth Jelin, la crítica social del feminismo ocupa hoy un lugar en la agenda académica, política y mediática que era impensado hace 40 años atrás. Difícilmente sin la lucha de los movimientos de mujeres por la expansión de sus derechos y las multifacéticas formas de intervención en la escena pública e institucional, se podría haber reaccionado espontáneamente de la forma en que se hizo respecto al caso mencionado al inicio. La protagonista debió recurrir al oceánico mundo de Internet para ser escuchada y comprendida frente al ninguneo de las agencias fiscales y policiales a la que fue expuesta.

Ni tabú, ni prohibiciones. Desnudemos la moral de la desigualdad y el racismo y vistámosla con diversidad y justicia.



(*) Historiadora, decana de la facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue.
29/07/2016

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