Columnistas
14/05/2018

La hora de la verdad en Medio Oriente

La hora de la verdad en Medio Oriente | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Estados Unidos atacó, semanas atrás, territorio de Siria. Luego Israel bombardeó posiciones iraníes. Hace un año, Trump reconoció a Jerusalén como capital de Israel y rompió el acuerdo nuclear con Irán gestado por Obama. Las tensiones crecen y pueden ser caldo de cultivo de una guerra sin escenario fijo.

Agustín Mozzoni *

Hace pocas semanas, Estados Unidos atacaba de forma aérea territorio sirio con el objetivo de enviar una alerta internacional, fortalecer su posición que venía en decadencia en el conflicto y enviarle un mensaje directo a Moscú. En esos días, la tensión global ponía sus ojos en una eventual respuesta de Rusia que llevaría a las dos potencias militares en una guerra difícil de controlar. 

Esas tensiones se fueron desvaneciendo y el “equilibrio” entre ambos estados volvió a imponerse. Sin embargo, el foco de alerta se mudó unos pocos kilómetros al sur, donde Israel bombardeó posiciones iraníes como respuesta a un ataque de las fuerzas que responden al ejército de Irán en la meseta de los altos de Golán.

El enfrentamiento entre Irán e Israel tiene una historia compleja y que incluso puede resultar ser la más peligrosa de todas, por su incontrolable atomización. No es casual que el momento elegido por Israel para atacar objetivos iraníes de forma directa, llegue justo después de que Donald Trump se retirara del histórico acuerdo nuclear firmado con Teherán y conformado por las principales potencias del mundo.

Hace exactamente un año la diplomacia norteamericana en la región llevaba a fomentar al reino de Arabia Saudita para que encabece el campamento árabe sunita contra el régimen chiíta iraní. Posteriormente, tomaba la decisión de reconocer a Jerusalén como capital del expansivo Estado de Israel, abandonar el acuerdo nuclear y agrietar así los pocos equilibrios que comenzaba a ostentar la región.

La administración de Trump en Estados Unidos ha demostrado no tener una visión ni para la región ni para el mundo, y ha actuado imprudentemente en el Medio Oriente desde la llegada al poder. Precisamente, Trump se encargó de dinamitar todo el progresivo recorrido de la diplomacia de Barack Obama, en relación a tres puntos claves en materia global: el acuerdo nuclear con Irán, el avance hacia el desbloqueo a Cuba, y el acuerdo sobre el cambio climático de París.

Obama lo hizo, Trump lo deshizo

Cuando Trump anunció que “rompía” el acuerdo nuclear con Irán, tanto Israel como Arabia  Saudita volvieron a ingresar a la negociación directa con el gobierno norteamericano. El presidente republicano argumentó la ruptura de dicho acuerdo porque Irán “está trabajando para conseguir la bomba nuclear”. Una afirmación que se basa en un informe que presentó Israel a partir de documentos de 1999 y 2003.

La diplomacia, que había vuelto a demostrar que existían canales conducentes para resolver los problemas globales, y que además le daba cierto grado de cumplimiento y previsibilidad a los Estados Unidos, fue dinamitada por Trump y algunos de sus más belicos aliados. El positivo entendimiento iraní y la gestión de la administración de Obama, especialmente de su secretario de Estado (canciller) John Kerry, hizo que los sionistas comenzaran una fuerte campaña en contra del pacto y en contra de Irán en todo el mundo.

Por otro lado, pero en paralelo a todo esto, la participación iraní en la guerra civil siria junto con el poder de la aviación rusa, fueron claves para el fortalecimiento y la supervivencia del gobierno de Bashar el Asad. Por ese motivo, el régimen de Teherán busca cobrarse los beneficios estratégicos de aquella apuesta.

Parte de esos beneficios incluyen una canal más directo de comunicación con sus aliados en el Líbano, y un control estratégico de los movimientos de Israel en los territorio ocupados desde hace tres décadas. Siria es el principal punto de tránsito de armamentos que Teherán envía al movimiento chiita Hezbolá.

Cuando las milicias del Estado Islámico (también conocido como ISIS) comenzaron a ganar terreno en Siria y en Irak, Irán fue decisivo en su destrucción. Sus fuerzas se instalaron de forma permanente en territorio sirio y lograron detener a los terroristas, instalando bases y desplegando tropas que encendieron las alarmas en Israel.

Irán y Hezbolá son los dos principales enemigos del régimen sionista. Israel ocupa desde 1967 unos 1.200 km2 de la meseta de Golán en siria, territorio que anexó de forma unilateral en 1981, en una decisión rechazada y no reconocida por la comunidad internacional.

Precisamente en ese lugar se dieron los primeros enfrentamientos directos entre ambas naciones. Israel dice haber dado respuesta a ataques iraníes, e Iran a su vez dice que responderá con fuerza regional a los ataques unilaterales de Israel de las últimas horas.  

Ambos se acusan de haber “cruzado la línea roja”. Por parte de Irán, sostienen que “los objetivos fueron posiciones militares israelíes, no zonas civiles”, mientras que “la respuesta israelí fue masiva”, debido a que el ataque se ha cobrado un gran número de civiles sirios y militares iraníes.

A tener en cuenta

Varios medios internacionales de sospechada neutralidad sostienen que “Irán podría intentar llevar a cabo su venganza fuera de Medio Oriente”. Incluso intimidan al decir que "facciones pro-iraníes atacaron en el pasado a turistas israelíes y organizaciones judías en el extranjero, especialmente en América Latina”. 

Desde la llegada de Trump, y el guiño a Israel y Arabia Saudita, el gobierno conducido por Benjamin Netanyahu aseguró que lanzará su propia guerra si “Irán, Hezbolá y otras milicias alimentadas por la Guardia Revolucionaria de Irán establecen una presencia militar permanente en Siria” (cosa que ya ocurrió), o si la milicia del Hezbolá, que luchó contra Israel en la guerra del Líbano en 2006, “continúa construyendo un arsenal de cohetes suministrados por Irán que pudieran llegar a Israel” (cosa que según Israel, ya está ocurriendo).

Desde la revolución iraní y el ascenso al poder del ayatolá Ruhollah Jomeini en 1979, Irán no reconoce a Israel como un Estado. La defensa palestina articulada a través de su alianza con el grupo Hamás que opera dentro de Gaza, la estrecha alianza con Siria y el acuerdo con los grupos libaneses, convierten a Irán en un actor principal que rodea todas las fronteras de Israel. 

Del otro lado, grupos opositores armados dentro de Irán son financiados por Israel, quien también mantiene una alianza estratégica con los kurdos al norte de Irán, y un apoyo a grupos insurgentes de la guerra civil siria, donde podrían estar incluidos miembros locales de Al Qaeda (frente Al-Nusra).

Es preciso recordar que la “intromisión occidental” en Siria, comenzó con el pretexto de detener el avance del ISIS. Pretexto que hoy casi ya no tiene ningún sentido. Como tampoco tuvo sentido el pretexto de que en Irak había armas de destrucción masiva en 2003, o el supuesto uso de armas químicas en cada uno de los lugares que Estados Unidos, acompañado de sus socios, pretenden ingresar. 

Acuerdo nuclear

Al observar un mapa de Irán, vemos un país rodeado por bases y tropas norteamericanas. Al este, Afganistán y Pakistán; y al norte Kirguizistán, donde miles de soldados estadounidenses están instalados cerca de Bishkek, la capital. En todas las ex repúblicas soviéticas del norte (Tayikistán, Kazajstán y Turkmenistán) los aviones estadounidenses tienen luz verde para utilizar sus aeropuertos, mientras que, en el sur, EEUU tiene tropas en Qatar y una alianza estratégica militar con Arabia Saudita en el golfo Pérsico.

Desde ésta óptica, los programas iraníes pueden llegar a comprenderse dentro de una lógica defensiva o preventista. No faltan los que opinan que si los dirigentes de Teherán, rodeados por potencias con armas nucleares, insisten en blindarse con la bomba atómica, es porque quieren sentirse seguros.

Los avances diplomáticos que concluyeron en el acuerdo nuclear, que permitió que la OIEA (Organismo internacional de Energía Atómica) observe el enriquecimiento de uranio, puede entenderse desde esta lógica. Teherán se mostró dispuesto a hacer concesiones sobre su programa nuclear a cambio de obtener compensaciones económicas y evitar el riesgo de verse arrasada. Israel y Arabia Saudita se mostraron en contra del acuerdo desde el minuto uno, pero no por querer arrasar a Irán, sino por entender que esta último pretende arrasarlos a ellos. 

Con la llegada de Trump al poder, prevaleció la rupturista de Israel respecto de Irán. Así y todo, el primer ministro iraní Hasán Rohaní se mostró a favor de continuar con el acuerdo nuclear, siempre y cuando Europa, Rusia y China le garanticen el cumplimiento del mismo.

Las tensiones actuales son una síntesis de las últimas decisiones que pueden llevar a que todos los puntos de conflicto entre Irán e Israel, anteriormente detallados, y que se desarrollan por todo Medio Oriente, sean caldo de cultivo de una guerra sin un escenario fijo y de consecuencias difícilmente controlables.



(*) Lic. Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales
29/07/2016

Sitios Sugeridos


Va con firma
| 2016 | Todos los derechos reservados

Director: Héctor Mauriño  |  

Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite

[email protected]