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Columnistas
28/04/2018

Análisis rionegrino

Tiempos de “coaching” en la política

Tiempos de “coaching” en la política | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Son notorios los cambios con que el justicialismo, especialmente su presidente Martín Soria, han encarado el proceso previo a la elección de gobernador el año que viene. Todo hace presumir que detrás está la mano de un coach político. Si no es así, hay una importante adecuación a las reglas políticas de esta época.

Hernán D´Andrea

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El año pasado, antes de las PASO, llamó la atención de muchos la actitud asumida por el presidente del Partido Justicialista (PJ) Río Negro y además intendente de General Roca, Martín Soria, quien prácticamente estuvo callado durante toda esa campaña, y también en la posterior de las elecciones legislativas de octubre.

Era muy raro no escucharlo seguido en los medios de comunicación, pero más llamativo aún era que cuando lo hacía, se lo veía con una actitud totalmente diferente a como se lo conoció, que en realidad era muy similar a la de su padre en la campaña que lo llevó a ganar las elecciones a gobernador en 2011.

Martín Soria, a poco de andar en la política, le tocó, como legislador, meterse de lleno en la campaña de su padre, que tuvo un desarrollo y estrategia muy particular, pero que evidentemente le dio resultados.

En la madrugada del primer día del año 2012, Martín no solo perdió a su papá sino que se quedó sin el guía que lo estaba formateando para convertirse en un hombre de la política, y se quedó sin una parte de cómo desarrollarse y cómo actuar en política, sus pro y sus contras.

Esa cuestión y la necesidad de reponerse de tan dolorosa tragedia familiar lo llevó a convertirse en un joven demasiado vehemente, impetuoso, posiblemente apasionado pero a la vez insolente, a quien le faltó aprender el buen manejo de los tiempos de la política, y ese refinado arte de encontrar el equilibrio en el momento adecuado, que su padre desarrollaba con tanta capacidad y destreza.

Pero evidentemente, o apareció alguien que supo encaminar la cuestión y lo hizo reflexionar, o comprendió que en la política de hoy y en una sociedad como la de hoy, ya había cuestiones que quedaron en desuso y por tanto eran contraproducentes. Y mal no le fue.

Todo hace presumir que hay alguna figura detrás que trabaja en un proceso de táctica y estrategia que comienza con la necesidad de que se tome conciencia política del momento, de las nuevas reglas y de las sensibilidades sociales, inclusive de las que se están abriendo paso, interpretando la realidad e interiorizando qué hacer, tanto personalmente como desde la organización política propia, transmitiéndolo de una forma persuasiva, con una comunicación eficaz, implementadas en las nuevas tecnologías, que en otras palabras es la tarea que se realiza en un coachingpolítico.

Así como hace algunos años los políticos se aferraban a la lectura de El Príncipe de Maquiavelo, o El Arte de la Guerra de Sun Tzu, hoy en día es imprescindible un adecuado manejo de las redes sociales o al menos quien se las maneje, y aunque a muchos nos les guste o se resistan, también un asesor o mejor dicho un “coach”que los ubique en tiempo y espacio, para trabajar los excesos de egos o en vanidad, cuidando la soberbia, y acompañarlos a establecer las estrategias de no solo lo que se dice sino también cómo se lo dice.

Uno de los principales papeles que juega el coach, en este terreno, es conectar al político con la realidad, sacándole de la burbuja de su propio entorno, muchas veces sobreprotegido, y lo hace a través de la palabra, conversando, confrontando argumentos y ayudando a visualizar escenarios, con el objetivo de unificar el mensaje y la estrategia en una campaña electoral.

Si bien hoy en día es una práctica habitual entre dirigentes políticos, no es habitual que ese asesoramiento salga a la luz, salvo algunos casos como la relevancia que ha adquirido, por caso, Jaime Durán Barba en el gobierno de Mauricio Macri.

Y hablando del hombre, se puede mencionar a manera de ejemplo que durante muchos años hubo militantes y periodistas que exigían que Macri atacara a Cristina Kirchner, argumentando que si no se apuraba en hacerlo nunca sería el líder de la oposición. Era posible comunicar que el líder del Pro enfrentaba al kirchnerismo con otros modelos de comunicación, como lo demostró su triunfo en las elecciones.

Pero yendo al principio, es más que notorio el cambio experimentado no solo en Martín Soria sino en sus más directos compañeros y colaboradores más fieles, y cuando posiblemente se están saliendo el camino, pareciera que alguien los hace frenar a tiempo para que retomen la huella trazada.

Además de su comportamiento en cuanto a declaraciones grandilocuentes o agravios también se ha logrado unificar discurso, que es una tarea fundamental. Por caso en los adversarios del justicialismo, tanto Juntos Somos Río Negro como Cambiemos, hoy las opiniones son tan disímiles en sus dirigentes que no les será tarea sencilla ganarse la confianza del electorado.

A manera de ejemplo se ha notado en los últimos días que tanto el propio Soria como quienes hablan en nombre de él o del Frente para la Victoria, están utilizando las mismas palabras claves cuando hablan con la prensa.

Tanto los hermanos Soria como su fiel alfil, el legislador provincial Nicolás Rochas, han manifestado que el fallo de la jueza Servini de Cubría es un “bochorno” y que “parece haber sido escrito por un ingeniero”.

Luego de que a Martín se le escapara la tortuga con fuertes declaraciones en contra de Miguel Pichetto, en una actitud poco entendible por el momento en que las realizó, evidentemente alguien lo llamó a la reflexión, y en posteriores entrevistas minimizó su descontento hacia el legislador. Tras haber dicho que este último era un hombre al que “se le confunden los negocios con las convicciones políticas, la ideología o la lealtad”, Soria pasó a manifestar que no coincidía en algunas cosas con el senador, y que tenían una excelente relación.

De la misma forma, Rochas en la misma semana valoró las declaraciones de Pichetto en contra de la eventual intervención al PJ de Río Negro, afirmando que “todos somos peronistas, y valoramos el partido. No me sorprende la mirada crítica de Pichetto porque es un hombre del justicialismo”.

Y a las pocas horas, en una entrevista en Buenos Aires, la diputada nacional María Emilia Soria, al responder sobre la intervención del PJ una pregunta direccionada y que inducía a despotricar contra el senador, dijo que “con sus aciertos y sus errores, Miguel es un hombre del justicialismo”.

En definitiva, todo hace aparentar que hay un trabajo profesional detrás, y si no lo hay, evidentemente ha habido una importante superación en el carácter y formas del intendente roquense y una adecuada estrategia, al menos comunicacional, para encarar el camino hacia los comicios de 2019.

Por supuesto que más cerca de las elecciones se deberán afrontar las disputas por los lugares y ver cómo se manejan las diferencias que el PJ tiene a nivel nacional, pero lo cierto es que hoy hay una idea generalizada de triunfo en el justicialismo rionegrino. Todos ven que está a la vuelta de la esquina y eso, por ahora, evita la dispersión.

El peronismo sabe que al menos hoy lleva todas las de ganar, y aparentemente comprendió que para no tener ningún inconveniente en el proceso es más necesaria que nunca la unidad. Los demás arrancan de atrás con esa y otras dificultades: Juntos y Cambiemos tienen a su cargo la gestión de los gobiernos provincial y nacional. Lo que en otro momento era la gran virtud, hoy es una debilidad.

29/07/2016

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