El 26 y 27 de agosto de 1910, se realizó en Copenhague la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, allí las delegadas alemanas Clara Zetkin y Kate Duncker propusieron la siguiente moción: “De acuerdo con las organizaciones políticas y sindicales del proletariado, las mujeres socialistas de todas las nacionalidades organizarán en sus respectivos países un día especial de las mujeres, cuyo principal objetivo será promover el derecho al voto de las mujeres. Esta conmemoración deberá tener un carácter internacional y será necesario prepararla con mucho esmero”.  La propuesta no incluía la conmemoración de ningún hecho histórico, por eso no señalaba una fecha precisa. 

El 8 de marzo de 1917 (23 de febrero, según el antiguo calendario ortodoxo), las trabajadoras rusas lo conmemoraron con manifestaciones, huelgas y motines por el pan, por la paz y contra el régimen zarista: una chispa que, en  medio de las penurias de la I Guerra Mundial, dio inicio a la revolución con la que la clase obrera conquistó el poder ocho meses más tarde, bajo la dirección del Partido Bolchevique. “

Por estos días entonces, nos atraviesan y conmueven las historias de las miles de mujeres anónimas que fueron protagonistas en la lucha nuestros derechos. Nos enorgullecen las 20 mil camiseras de New York que contagiaron en Estados Unidos y el mundo su lucha por la reducción de la jornada, mejores condiciones laborales y contra la discriminación salarial. Las trabajadoras inmigrantes de las hilanderías norteamericanas, las mujeres sufragistas, o las obreras textiles de Petrogrado protagonistas del primer día de la gran Revolución Rusa, entre tantas otras. Su legado nos pertenece y como cada año nos preparamos para rendirles un gran homenaje.

En nuestro país, en el marco del Paro Internacional de Mujeres,  nos proponemos volver a hacer temblar la tierra por nuestros derechos. Lo distintivo de este año, es que nos encontramos ante un gobierno nacional débil después de las impresionantes jornadas del 14 y 18 de diciembre en donde miles de trabajadores y trabajadoras salimos a las calles a enfrentar la reforma previsional. Las trabajadoras y trabajadores nos dimos cuenta que tenemos fuerzas para dar pelea y así lo estamos haciendo enfrentando el ajuste y los despidos en todo el país.

El movimiento de mujeres no es ajeno a esta voluntad de resistencia. Las mujeres supimos transformar el odio en movilización y ganamos las calles al grito de Ni Una Menos víctima de la violencia machista. Hace quince días en nuestra provincia exigimos justicia por Carina y Valentina, responsabilizamos al Estado y sus instituciones y exigimos el presupuesto necesario para implementar un Plan de Emergencia contra la violencia hacia las mujeres.

También dijimos Ni Una Menos por abortos clandestinos y salimos a la conquista del Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito en el hospital. Fuimos  miles en la gran Jornada del Pañuelazo a lo largo y ancho del país, que obligó a Macri a poner en la agenda del Congreso el debate y el tratamiento del proyecto de Ley por la Interrupción Legal del Embarazo, presentado hace unos días por séptima vez por Campaña Nacional. Sabemos que no vamos a poder arrancarle esta decisión a un Parlamento ajeno y enemigo de las necesidades del pueblo trabajador, sino fortalecemos un movimiento de lucha  por este derecho elemental de acceso equitativo a la salud.

El movimiento de mujeres tiene por delante un gran desafío: unir la lucha por nuestros derechos a la lucha de las mujeres que hoy se plantan contra el ajuste, y así construir una fuerza imparable que junto a nuestros compañeros trabajadores pueda torcerle el brazo al Gobierno y sus planes contra los trabajadores.

Este 8 de marzo la Asamblea Ni Una Menos dio un importante paso en este sentido comenzando esta jornada con una acción en la ruta frente a la maderera MAM para “abrazar a estas familias obreras que resisten los despidos y el ajuste”.