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17/11/2017

Detrás del juego

La justicia sí se mancha

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Entre la justicia y la injusticia hay un cargo de por medio. Un vivo que tiene el poder y una entidad que no es independiente como te la venden. Desde la FIFA hasta funcionarios que tienen que dejar de gobernar para estar entre las rejas.

Alvaro Nanton

Las causas se arman. Nadie sabía nada, hasta que de repente saben todo. Personas que pierden su libertad y empiezan a hablar porque alguien no está. Desde la muerte de Julio Humberto Grondona, que aparece denunciado por haber recibido millones de pesos en coimas, empezaron a darse cuenta de la corrupción que había en el mundo FIFA. O tal vez fue a partir del mundial que no le dieron a Estados Unidos, quien comenzó a investigar lo que se conoce como “FIFA Gate”. O tal vez ambas.

Y la pregunta sería ¿por qué? ¿No era que la Justicia es independiente del poder ejecutivo o del gobierno de turno? Parece que no.

El 2 de diciembre del 2010 se definieron las sedes de los mundiales 2018 y 2022. El primero debía ser en Europa, porque el anterior (2014) iba a ser Brasil. No hay una regla ni nada escrito, pero se solía distribuir de esa forma: uno en Europa y otro en América.

De los postulados para el 2018 gana Rusia. Para el siguiente se presentan varios países, entre ellos Estados Unidos y Qatar. El primero ya había organizado el Mundial 1994 y hace varios años se vienen inyectando dinero e inversión al fútbol local. Tenía la infraestructura y logística –a priori- para ser sede en el 2022. El segundo, por el contrario, no tenía cultura futbolera ni estadios ni logística, pero tenía dinero y estaba dispuesto a usarlo para comprar los votos.

Según una declaración, Qatar pagó más de 80 millones de dólares para ser sede del mundial y quien la recibió fue Julio Humberto Grondona, quien solo se quedó con un millón. El resto fue a parar a los bolsillos que votaron la sede.

Como lo había organizado Don Julio, Qatar ganó la votación sin tener absolutamente nada armado y Estados Unidos se calló, pero comenzó a investigar. Empezó con un empleado de la Conmebol de nacionalidad estadounidense, marcándole algunas irregularidades en su patrimonio y le dejó dos caminos: prisión o topo. Prefirió ser el buchón.

Durante tres años los servicios de inteligencia grabaron todas las conversaciones que tenía su topo, Charles Gordon "Chuck" Blazer. Luego, en 2015, los dirigentes de la Federación Internacional del Fútbol Mundial Jeffrey Webb, Eduardo Li, Julio Rocha, Costas Takkas, Eugenio Figueredo, Rafael Esquivel y José María Marín fueron detenidos, y otros siete más fueron procesados, por cargos de corrupción a petición de la justicia de Estados Unidos, haciendo explotar la “FIFA Gate”.

Por su parte, el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, y su par de la UEFA, el francés Michel Platini, fueron suspendidos durante ocho años de cualquier actividad relacionada.

Uno de los argentinos procesados, que ahora está preso, habló. Alejandro Burzaco, ex CEO de Torneos y Competencias, declaró en Nueva York ante el fiscal Samuel Nitze sobre los casos de corrupción en el fútbol. Si mintiera su situación procesal se agravaría demasiado y apuntó contra varios medios latinoamericanos, salvo Clarín.

Declaró en contra de Fox Sports, Mediapro, Televisa, O’Globo y Full Play, quienes fueron los que pagaron las coimas para quedarse con los derechos televisivos de las competencias del fútbol profesional.

También en su declaración acusa al presidente de la Conmebol, Juan Ángel Napout, pasando por los presidentes de la Confederación Brasileña de Fútbol, José María Marín; de la Federación Peruana de Fútbol, Manuel Burga, hasta el abogado y coordinador de Fútbol Para Todos, Jorge Dhelon y Pablo Paladino, respectivamente.

Parece que el problema de la corrupción no es solo argentino, ni corresponde al fútbol. Pero debería cuestionarse si realmente esto hubiese pasado si Estados Unidos hubiese sido designado sede en 2022. O si Grondona vivía.

Estas preguntas no tienen respuestas, pero lo que se deja entrever es cómo actúa la Justicia. Si hace tantos años están teniendo estas operaciones por qué no se denunció antes. Se tiene que esperar que alguien muera o que no le den una sede para realizar una investigación cuyo resultado pareciera que muchos periodistas conocían y solamente unos pocos lo hablaron (como fue Gustavo Gravía).

Esta falencia de la Justicia deja un camino libre a los -perversos- medios de comunicación que juegan con la opinión pública sobre la supuesta culpabilidad. Así fue el caso, por ejemplo, de la presidenta de Brasil Dilma Rousseff, acusándola de estar involucrada en supuestos ilícitos y luego destituida de su cargo por la denuncia de Petrobras sobre lavado de dinero. En realidad, la Justicia dio argumentos al juzgamiento del Senado (impeachment), en el que muchos de los que votaron en contra de la ex mandataria estaban denunciados por corrupción.   Lo que se determinó fue solamente que “maquilló” el déficit del presupuesto fiscal. Ese cambio de paradigma de la realidad, en este caso brasileña, entre lo que sucede y lo que se publica, se debe al bombardeo mediático que realizó la cadena O´Globo.

Y también pasó acá. El jueves 16/11/2017 La Nación publicó en su tapa como título principal: “Cristina Kirchner aparece en el registro del pago de coimas de Fútbol Para Todos”; y cuando se entra a la nota del mismo medio pero en su versión web dice: “¿Usted pagó sobornos a Cristina Kirchner?”, le pregunta a Alejandro Burzaco el fiscal Samuel Nitze. “No, señor”, responde Burzaco, bajo juramento”.

Entonces, ¿en qué quedamos?

Lo que naturalizamos como normal, que nos debería parecer curioso, es por qué se los denuncia a los mandatarios cuando dejan su cargo. Por qué no los investigan ahora. El primo del presidente de la Nación Argentina, Jorge Macri, estuvo procesado solamente 48 horas por una denuncia de lavado de dinero por ocho millones de pesos. Sin embargo, allí no se utilizó su relación con el poder como posible entorpecimiento de la causa, como sí paso con dirigentes kirchernistas. Tampoco se entiende.

Si Julio De Vido o Amado Boudou están presos porque pueden entorpecer su investigación, ¿no debería estar también el primo del presidente por el poder que tiene esa relación? Y sin ir más lejos, ¿el mismo presidente no debería estarlo por la causa abierta en relación al Correo Argentino?

Y si seguimos con la misma lógica en la que metieron preso al ex ministro de Planificación y al ex vicepresidente de la Nación, deberían acompañarlos la vicepresidente Gabriela Michetti (memorando con Qatar), el ministro de Energía Juan José Aranguren (negociaciones incompatibles), el director de la Agencia Federal de Inteligencia, Gustavo Arribas (denunciado por recibir transferencias de Meirelles), el ministro de Finanzas, Luis Caputo (denunciado por el manejo del FGS de la Anses), el ministro de Agroindustria Luis Etchevehere (por evasión, desvío de dinero y cuentas ocultas en Uruguay). Y también, entre otros funcionarios, Carlos Melconian, Federico Sturzenegger, Patricia Bullrich, Alfonso Prat Gay, Mario Quintana, Sergio Bergam, Guillermo Dietrich, Oscar Aguad, Andrés Ibarra, Pablo Avelluto, Julio Martínez.

Desde el fútbol nacional o internacional, hasta la política argentina, se ve una clara falencia y tendencia de la Justica. Actúa por conveniencia. Y tal vez, -como en muchos noticieros lo desarrollan- la “cuenta pendiente” de los gobiernos no sea cerrar la grieta, sino tener un sistema judicial confiable e independiente, donde dictamine e investigue sin la necesidad de tener un rédito o con el miedo de tener una represalia.

Con una justicia limpia y transparente, la corrupción va a empezar a salir de los sistemas, aunque no se logre eliminar por completo. Lo único que está pasando en el país es un cambio de maquillaje, mientras los negociosos oscuros siguen ganando partidos.

29/07/2016

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