Columnistas
15/06/2016

Mascotas

La equívoca estrategia del abandono y la indiferencia

La equívoca estrategia del abandono y la indiferencia | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

El cuidado de nuestros animales de compañía no es necesariamente un acto de amor, pero si es un acto de responsabilidad y compromiso.

En plena noche de un invierno que ya se instaló en la región patagónica, nueve cachorros recién nacidos fueron abandonados en el Arroyón del Lago Pellegrini. Nadie vio las manos responsables, alguien escuchó los gritos ahogados y desesperados, y un grupo de mujeres acudió al rescate apenas llegó la luz del nuevo día. Ojos cerrados, apenas sobrevivientes al implacable frío nocturno, muchas manos amorosas intentaron sacarlos adelante. En pocos días apenas un par de ellos sobreviven y para sumar males, nadie sabe donde quedó esa madre con sus mamas llenas de leche y seguramente todo el dolor imaginable en el cuerpo y en el alma por la desaparición de sus cachorros recién paridos.

Si este suceso tuviese carácter de excepcional no habría demasiado que comentar al respecto, sin embargo, es apenas uno entre tantos similares que no dejan de repetirse día tras día, agotando las manos, los tiempos, las energías de quienes salen a colaborar para devolverles a estos pequeños seres algo parecido a una vida digna.

Qué puede esperarse de una persona, un integrante de la sociedad que conformamos, que tiene la incapacidad de ver la indefensión extrema en esos cachorros y aún así los abandona a su suerte, con la casi seguridad que morirán lenta, triste y agónicamente. En general, como indica una proteccionista, dentro de una caja, con lo cual resulta posible dejarlos a todos juntos, sin tocarlos, sin ensuciar el vehículo, y sin el menor contacto de la mano, abandonados a su mala fortuna de encontrarse con el humano equivocado.

El cuidado de nuestros animales no humanos de compañía no es necesariamente un acto de amor, pero si es un acto de responsabilidad y compromiso. Una vida que se integra en los hogares, cuya salud, seguridad, protección, depende de nuestras decisiones y especialmente de nuestras acciones. Ya a los seis meses de edad puede, mediante una cirugía no demasiado compleja, casi al cien por ciento exitosa, y en muchos municipios gratuita, evitarse el nacimiento de nuevas generaciones de cachorros no deseados, o que no encontrarán hogares, que terminarán tristemente abandonados, solamente porque les tocó compartir su tiempo y espacio con un ser humano carente de responsabilidad y compromiso hacia su vida.

No hay otra manera de modificar este inútil calvario de inocentes que no incluya recorrer el camino de la toma de conciencia social. Cuando el abandono y la indiferencia son las estrategias que guían a los seres humanos para con sus hermanos animales, nada bueno puede esperarse acerca de esa sociedad que conforman. Sería deseable que nuestros niños aprendieran desde pequeños acerca del ejercicio de la responsabilidad hacia lo que conlleva una tenencia responsable de animales de compañía.

Para poder construir una trama social más armoniosa, donde podamos reconocer en el otro el valor de la vida, independientemente de la especie a la que pertenece, es necesario contar con ejemplos dignos de ser emulados. En ese contexto no habría lugar para el abandono y la indiferencia. Ningún plan de rescate alternativo es capaz de suplir el dolor provocado, ni de eliminarlo.

Para con nuestros integrantes no humanos, a los que hemos “domesticado” durante milenios, nos cabe la responsabilidad social de evitarles sufrimientos que no es necesario que acontezcan. Podemos y debemos ocuparnos de disminuir sus nacimientos cuando sabemos que no encontrarán hogares que los alberguen, y ser capaces de actuar con responsabilidad y compromiso ante ellos, porque, como sabiamente dijo Gandhi: “La Grandeza de un pueblo puede juzgarse por el modo en que trata a sus animales”.         

29/07/2016

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