La comunicación, ¿democrática?   Pablo Biondi es un comunicador social, con una mirada propia y con vocación de participar desde muy joven y desde la radio, en la construcción de la comunicación popular. Produce y conduce, desde la creación de la FM municipal de la ciudad de Neuquén, el programa “Ciudad líquida”, pero desde el 30 de marzo último, el intendente Horacio Quiroga dispuso sacarlo del aire, acallar su voz, su particular y crítica mirada.

Como se acredito con la prueba producida en el amparo entablado por Pablo contra la municipalidad de Neuquén, la arbitraria exclusión de su programa se decidió en la más alta esfera del gobierno municipal, y se vinculó con sus opiniones en el último programa sobre el desplome del consumo en el comercio local y su relación con la disminución del ingreso popular. Se puede pensar que no casualmente la temática se encuentra en el centro de lo que se quiere tapar.

Inmediatamente se levantó el programa, procurándose desde el principio ocultar las responsabilidades (nada por escrito). En la causa judicial para naturalizar su accionar, el gobierno intentó todo tipo de argumentos que luego se demostraron falaces. Quedó en evidencia que se trata de intolerancia respecto a las voces disidentes y de la voluntad de excluirlas del debate público.

Esto remite a la pregunta sobre el estado actual de la comunicación y la democracia. O bien el neoliberalismo logra imponer una única significación posible de la realidad -la de los grandes grupos económicos- a partir del control abrumador de los medios de producción simbólicos, o estamos a tiempo aún de rescatar la comunicación para la construcción de ciudadanía, para el desarrollo de una sociedad que potencie las capacidades e intereses todos y que permita a cada sujeto construir su propio mensaje en la interacción plural y horizontal con los otros.

En su recurso de apelación el gobierno municipal alegó que le asistía un derecho a interrumpir, sin invocación de causa, los distintos programas de la emisora, y avanzó en el desarrollo de un discurso sobre la política comunicacional, señalando que sería “connatural” a los medios de comunicación  públicos o privados esta faculta. También, que esta práctica “usual” tiene preminencia sobre la libertad de expresión, el derecho a la información y el derecho a la no discriminación, todos de jerarquía supralegal.

Igualmente ilustrativo resulta analizar el comportamiento mayoritario de los medios locales, especialmente los más influyentes en la determinación de la agenda, que omitieron considerar como noticia una resolución judicial que ordena restablecer en el aire al programa “ciudad liquida” amparando la libertad de expresión y el derecho a la información de todos y todas.