En el transcurso de la semana que finaliza el gobernador Alberto Weretilneck fue reuniendo por separado a todo su entorno, comenzando por el gabinete, luego al bloque legislativo, y finalmente organizó un plenario al que confluyeron estos mismos, junto con los intendentes afines, funcionarios y dirigentes partidarios.

Los encuentros tenían como objetivo analizar, pero por sobre todas las cosas escuchar opiniones, acerca del magro resultado electoral obtenido en las primarias en donde el partido oficialista provincial Juntos Somos Río Negro (JSRN) se ubicó en tercer lugar detrás del Frente para la Victoria y de Cambiemos, con un exiguo 18 % de los votos, y consecuentemente poder orientar las acciones necesarias que permitan revertir un posible resultado similar el 22 de octubre.

Pero también la “socialización” del debate pudo haber pretendido modificar la posición de muchos dirigentes o militantes que por lo general, cuando se les brinda la posibilidad de hablar acerca del resultado de una elección, tienen un comportamiento similar.

Es decir, si hubo un triunfo los tiene a todos como los artífices del logro, pero en el caso contrario todos buscan en otro el motivo de la derrota.

Cuando se pierde, y más aún cuando se es gobierno, en la gran mayoría de los casos, dicen que “no era el mejor candidato”, que “el problema estuvo en los errores cometidos por los integrantes del gabinete”, ya que nadie se le anima a apuntarle a la máxima autoridad, o a lo inadecuado de la comunicación. Pero suele no haber mucho lugar para la autocrítica de los interlocutores.

Weretilneck, seguramente conociendo de estas actitudes, escuchó pacientemente a todos a lo largo de los tres días que duraron los encuentros.

Para los legisladores, y junto con ellos el vicegobernador Pedro Pesatti, uno de los temas que más incidió en la decisión del electorado, sobre todo en el de Viedma, fue la instalación de la central nuclear. Proyecto del cual anoche, finalmente, se confirmó que fue desactivado (tal como se informa en otra nota de este mismo portal).

Luego, en la reunión plenaria, con matices diferentes se habló de la polarización, de los déficits de algunas áreas de la gestión provincial, de la soledad del gobernador, y también de la falta de información adecuada de “todo lo que estamos haciendo”, y en particular del plan -vigente todavía en esos momentos- de la usina energética.

La que respondió en representación del gabinete fue la ministra de Educación, Mónica Silva, quien explicó el significado y la responsabilidad que requiere tener que tomar decisiones todos los días y defendió las políticas de Estado que se vienen desarrollando, haciendo hincapié en su área, pero aludiendo también al proceso de obras y acciones que se ven en toda la provincia y que seguramente, dijo, “serán revalorizadas en el tiempo”.

El gobernador eligió los momentos para hablar, lógicamente en la apertura y el cierre, y fue en esta última en la que efectuó una fuerte defensa de los miembros de su equipo que habían sido cuestionados por la mayoría de los que hicieron uso de la palabra.

Manifestó que el equipo de conducción del partido analizará en estos días otros aspectos, entre ellos algunos que se revelan a través de encuestas, para tener en definitiva una idea lo más aproximada posible a lo que la gente está “pensando hoy”.

A partir de allí, se establecerán las pautas estratégicas para caminar hacia la elección del 22 de octubre. Y sobre el final, vino la respuesta a las opiniones vertidas por la mayoría de los participantes.

Weretilneck les dijo que los escuchó a todos pero que no muchos hicieron su mea culpa. “Acá parece –sentenció- que la culpa del 17% es de los funcionarios y, la verdad, es que a mis funcionarios yo los defiendo”.

Con más dureza aún les dijo que “si el ánimo es que el Ejecutivo sea el responsable de la derrota, como buenos democráticos que somos, lo aceptaremos, lo asumiremos, recompondremos, nos sentaremos y lo hablaremos. Y después saldremos adelante en la que viene”.

Y cerró con que “si este es el ánimo que hay en todos, o sea que somos nosotros los responsables de las derrotas, seremos también los responsables de las victorias”.

¡Glup! Silencio, algunos cruces de miradas, y aplausos.

Ahora bien: desde afuera se puede coincidir o no con los análisis realizados hacia el interior de Juntos Somos Río Negro, pero lo cierto es que siempre estas cuestiones son una sumatoria de causas que merecen autocrítica y rápidamente poner en marcha las acciones correctivas.

También es cierto que superados los reproches y las reprimendas, si se pretende revertir el resultado, la dirigencia deberá arremangarse y salir a pelearla.

Posiblemente algunos de ellos estuvieron demasiados tranquilos pensando en el 52 % de la última elección que catapultó a Weretilneck como gobernador, o se creyeron demasiado las encuestas o los análisis previos, y no se dedicaron o comprometieron un poco más en la campaña.

Es aceptable la excusa de que el tema de la central nuclear perjudicó, pero en todo caso ¿por qué el partido de Macri, que es el que firmó el convenio con China, salió segundo? ¿O por qué tan magro resultado en Bariloche, una ciudad comprometida con lo nuclear, o en Cipolletti, de donde son oriundos políticamente el gobernador y el candidato?

Si bien algunos medios regionales e incluso nacionales daban por sentado que se produciría el rechazo a la instalación de la central nuclear, recién anoche cerca de las 20.30 el gobernador oficializó la decisión al publicar en su cuenta de Twitter que “estamos redactando la nota que enviaremos al Gobierno Nacional rechazando definitivamente la instalación de la central nuclear en Río Negro”.

Luego se conoció el comunicado oficial, los argumentos que se utilizaron para informar sobre el particular a las autoridades nacionales, y la propia voz e imagen del gobernador grabadas en un video.

Lógicamente, solo ante el trascendido de que desactivaría el proyecto de la usina atómica, habían empezado a escucharse algunas voces en contra. La primera, la del intendente de Sierra Grande, Nelson Iribarren, quien se había “hecho los rulos” con el proyecto de tener a pocos kilómetros de su ciudad una inversión de 8.000 millones de dólares y más de 4.000 puestos de trabajo por muchos años.

Aseguró el jefe comunal que “sería muy desprolijo desechar la construcción de la central nuclear por una cuestión electoral y además un gravísimo error, porque la provincia necesita de políticas de Estado a corto, mediano y largo plazo".

Consideró finalmente que “en última instancia la decisión es del gobierno nacional, porque hay una política de Estado en la temática de la energía nuclear, que viene de décadas”.

Si bien aún no hubo expresiones de funcionarios del gobierno nacional, el que adelantó su pensamiento aún antes de la confirmación oficial del abandono del intento fue el diputado nacional de Cambiemos Sergio Wisky, quien dijo que “lo que está haciendo el gobernador es vergonzoso, grotesco, un fiasco. Está desmereciendo 70 años de conocimiento en temas nucleares, 20 años de inversiones concretas, décadas de estudios en el Instituto Balseiro gracias a los cuales salen 15 ingenieros nucleares por año”.

Agregó que “un gobernador responsable no puede decidir sobre temas tan importantes porque le faltan 5 votos. Este no es el tema de un municipio, es un problema de Estado. La Argentina tiene necesidad de energía y gracias a sus proyectos nucleares se sienta hoy en una mesa chica de potencias”, dijo Wisky.

Finalmente, el legislador macrista opinó que “por el contrario, la derrota de Juntos Somos Río Negro es un sanción al gobierno rionegrino, y su caída en los votos es por su administración y no por la planta nuclear”.

Otra cuestión que debería ser analizada es el comportamiento que pueda asumir el gobierno de Mauricio Macri ante el “desplante” del gobierno provincial y el de los asambleístas, ambientalistas y opositores que se sentirán los dueños del resultado y van a pretender que se dicte una ley que efectivamente prohíba la instalación de la central.

Más allá de que en las últimas horas de ayer se anunció la desactivación del proyecto, queda claro que esa determinación por sí sola no va a revertir mágicamente el resultado cuando se vote de nuevo en octubre.

En el oficialismo rionegrino se manifestó que la idea inicial es profundizar las críticas a las políticas del gobierno nacional que perjudican a la provincia, es decir reafirmar el proyecto provincial y tratar de romper la “nacionalización” electoral que se advirtió en las primarias.

Sin dudas no les será para nada sencillo, y existe la posibilidad de que por el contrario la polarización se agudice, ya que el Frente para la Victoria (FpV) pretenderá mantener la diferencia con Cambiemos porque, si así ocurriera, lograría nada menos que el ingreso a la Cámara Baja de sus dos candidatos, tanto María Emilia Soria como Ramón Chiocconi.

Y Cambiemos, a su vez, apostará todo a cosechar al menos esos 5.000 votos que le permitan a Lorena Matzen alcanzar su banca de diputada. En este último caso se espera un apoyo “en serio”, ya sea del partido a nivel nacional o del propio gobierno macrista, con recursos y efectiva presencia por estas tierras patagónicas.

La lógica indica que los dos primeros (FpV y Cambiemos) saldrán a captar el voto “útil” del resto de los electores, estimulados por el hándicap que motiva a los ganadores y principalmente envalentonados por esta lamentable antinomia en que estamos inmersos los argentinos, que condiciona a los ciudadanos a optar entre los unos y los otros.