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Columnistas
12/06/2016

El Milagro de la Tupac

El Milagro de la Tupac | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.
Foto: Facebook/salamilagro

En enero, Milagro Sala fue encarcelada por orden del gobernador Morales. El racismo legitima exclusiones y consagra un orden en el que cada uno tiene un lugar inmutable anclado en la naturaleza. Hasta hoy la dirigente de la Tupac sigue presa, sin pruebas, sin agua caliente, sin abrigo y ahora sin defensa.

María Beatriz Gentile *

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"A la distancia se parece a un barrio de clase trabajadora de Liverpool, excepto que es el noroeste argentino", escribe un tal Justin McGuirk en la revista europea Domus, especializada en arquitectura y urbanismo. Se refiere a un barrio de 1800 viviendas llamado “El cantri de los villeros” ubicado en el Alto Comedero a 15 km de la ciudad de Jujuy. Este como otros barrios construidos por la organización Tupac Amarú tiene pileta de natación, cibercafé, cancha de fútbol, de rugby, hockey y básquet. Las casas se comenzaron a construir con el aporte del gobierno nacional en el año 2003; cada una de ellas tiene dos habitaciones, cocina comedor, baño y lavadero. Se levantaron a un costo de 86 mil pesos y con el empleo de cuatro personas, contra los 130 mil y el empleo y medio ofrecido por empresas comerciales de construcción.

En el barrio Tupac Amarú se encuentra el Cemir, un centro para personas discapacitadas, con  gimnasio acondicionado, plaza y una sala con cámara Gesell para que la usen psicólogos y psicopedagogos. También hay una fábrica textil, una de bloques de cemento y una carpintería metálica. En las dos escuelas del barrio, jóvenes y adultos terminan sus estudios primarios y secundarios; una de las materias obligatorias que cursan es “Autoestima” y en el 2009 se graduaron 2.500 estudiantes.

En el año 2013 la organización Tupac Amarú contaba con 400 unidades barriales en todo Jujuy;de los 15.000 cooperativistas que tenía la provincia, un tercio integraban dicha asociación y sus forma organizativa comenzaba a adoptarse en 17 provincias. El 16 de enero de este año su líder, Milagro Sala, fue encarcelada por orden del gobernador de la provincia Gerardo Morales quien en un inicio la acusó de "instigación a cometer delitos y tumultos en concurso real", pero a medida que obtuvo el apoyo del gobierno nacional, el aplauso de los medios hegemónicos y saboreó el racismo de las parcialidades pudientes y no tan pudientes norteñas, tomó coraje y le sumó varias causas más. Milagro Sala sigue presa, sin pruebas, sin agua caliente, sin abrigo y ahora sin defensa, su abogada Elizabeth Gómez Alcorta fue denunciada por usurpación de título porque al momento de ejercer la defensa, no había realizado el juramento ante la Corte para obtener la matrícula. Una estupidez de anacronismo cortesano.

Es conocido que el origen del racismo se encuentra en no poder pensar la diferencia con igualdad. Las diferencias son siempre desiguales porque esconden jerarquías. A los argentinos nos gusta pensar que no somos racistas. Buscamos diferenciarnos del resto del continente como si el legado alberdiano de la inmigración europea realmente hubiese logrado el blanqueamiento de la sociedad. Sin embargo, un estudio realizado por el Servicio de Huellas Digitales Genéticas de la Universidad de Buenos Aires demostró que el 56% de los argentinos tiene en su ADN la marca de antepasados indígenas y solo el 44% los tiene europeos.

El racismo legitima exclusiones y consagra un orden en el que cada uno tiene un lugar inmutable anclado en la naturaleza. De allí que resulte insoportable para muchos aceptar que pobres de piel oscura accedan a una vida digna, pero sobre todo que lo hagan por el acompañamiento del Estado. Es la política de bienestar dirigida a esos sectores lo que enoja; son las malas palabras “subsidio” o “plan” las que irritan. Molesta la pileta de natación, el violín en manos de un niño Kolla, la computadora del “conectar igualdad”. Porque visto así el Estado se convierte en un dador de privilegios que gasta lo que no es suyo en quien no debe. El ideario del macrismo por su parte, alimenta esta concepción; por eso insiste en que el acceso a bienes y servicios a través de políticas públicas es una “ilusión”, por eso habla de “méritos” y no de “derechos”. Y con Milagro Sala presa y el hostigamiento a la organización que lidera, el mensaje suena cada vez más fuerte: el Estado no es un lugar al que se pueda aspirar ni por trabajo, ni por reparto de la riqueza, ni por garantías constitucionales.



(*) Historiadora, decana de la facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue.
29/07/2016

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