Uno de los objetivos centrales del poder económico que fue cómplice y beneficiario del golpe cívico-militar de 1976 fue aumentar su tasa de ganancia. En el año 1974 la participación de los asalariados en el ingreso había sido el 48%, lo que no era bien digerido por la cúpula económica. También fue el año en que se sanciono y promulgó, en el mes de septiembre, la Ley de Contrato de Trabajo 20744, que algunas cámaras empresariales criticaron con mucha dureza y hasta llegaron a tildar de socialista.

“La idea de justicia social es la que domina toda su estructura”… dice la Introducción a la Ley de Contrato de Trabajo” (Legislación del Trabajo, título XXII). Por esa razón, apenas ejecutado el golpe el 24 de marzo, el 29 de abril de 1976 se suprimió y modificaron 125 artículos de la ley, desnaturalizando el sentido y espíritu de la misma. Pero el odio de clase no se satisfizo solamente con esto.  Norberto Oscar Centeno, prestigioso abogado laboralista que había sido el autor del anteproyecto de ley y que participó también en la comisión que elaboró el anteproyecto de la Ley de Asociaciones Profesionales, fue secuestrado, muerto durante la tortura, en Mar del Plata en julio de 1977, junto a un grupo de abogados de distintas filiaciones políticas pero con el común denominador de ser laboralistas. Es decir, defendían los derechos de los trabajadores.

En Neuquén fue secuestrado el abogado Jorge Candeloro, que continúa desaparecido, y su esposa, y trasladados ambos al mismo centro clandestino de detención, El Faro, en Mar del Plata. Este operativo fue nominado por los propios autores como “La Noche de las Corbatas” y simboliza uno de los picos más altos de la barbarie del terrorismo de estado dirigido a profesionales que habían optado por defender el derecho de los más débiles en la relación capital-trabajo, el de los trabajadores.

A partir de la asunción del presidente Mauricio Macri, el gobierno comienza a instalar la idea de que gran parte de los males de la economía radican en el exceso de derechos que gozan los trabajadores. Así, hablan del “costo laboral” para llevar a la baja el salario real, vía devaluación, tarifazos y paritarias por debajo de la inflación, concretan iniciativas como la modificación de la ley de Riesgos del Trabajo, el veto a la prohibición de despidos o la intervención de sindicatos.

En un discurso del mes de junio el presidente habla de la “mafia de los juicios laborales” para responsabilizar a los abogados laboralistas de la “industria del juicio” por defender el derecho de los trabajadores. Es una conjunción de relato y medidas que apuntan todas a propiciar la flexibilización laboral, que ya debutó en algunos convenios, pero el trofeo mayor es la Ley de Contrato de Trabajo. Mirando lo acontecido en Brasil podemos ver el horizonte por venir y todo esto aplaudido por las cámaras empresariales que así lo hicieron con las políticas neoliberales de la dictadura y el menemismo. Utilizarán todos los medios a su alcance, que no son pocos, como ser los monopolios mediáticos, “periodistas independientes” y gran parte de fiscales y jueces adeptos. El cálculo de la renta y la revancha clasista están siempre presentes.

Si los trabajadores y el pueblo no los acompañan, no dudarán en recurrir a la violencia como lo hicieron en otros momentos de la historia.       

Escribo estas líneas en el momento que se produce el brutal desalojo de Pepsico. Toda una señal.