Columnistas
07/06/2016

Soberanía política

Futuro incierto para las políticas con inclusión social en América Latina

Futuro incierto para las políticas con inclusión social en América Latina  | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Se avizora un difícil panorama para los países de la región mientras estén controlados por el Departamento de Estado, la CIA y la DEA estadounidenses, y los organismos multilaterales de crédito, como el FMI y el Banco Mundial.

Osvaldo Pellin

[email protected]

La pregunta fundamental después del advenimiento de la coalición Cambiemos, consiste en saber si Argentina y otros pueblos de América Latina podrán disponer de su soberana autonomía para aplicar políticas reformistas o progresistas con inclusión social en sus países, mientras vivan rigurosamente controlados por el Departamento de Estado de EEUU, por la CIA, la DEA y otros organismos de inteligencia y por los multilaterales de crédito, como el FMI y el Banco Mundial.

La respuesta parece ser negativa, porque invariablemente esas políticas independientes le seguirán pareciendo a EEUU audaces intentos tendientes a socavar su seguridad.

La movilización social ascendente que promueven y el combate de la pobreza que portan como propósito dejan perplejos a la derecha norteamericana, que ve en el crecimiento de los de “abajo” una amenaza que quiebra la lógica del sistema.

Si nos convenciéramos que gobernarnos no según nuestros intereses sino teniendo que observar obligadamente, los intereses de EEUU, ya no podríamos hablar de una plena soberanía política.

La Tercera Posición de Perón implicó claramente un desafío a ese concepto toda vez que asumió como nunca antes una autonomía soberana en política exterior.  

El franco vuelco del retorno a las posiciones pro-norteamericanas tiene lugar en los años sesenta después de la Revolución Cubana donde Argentina se manifiesta públicamente como anticomunista, pese a que también el peronismo lo era, y adhiere a la Doctrina de Seguridad Nacional, liderada por el general Juan Carlos Onganía, que pide su pase a retiro después que el gobierno del Arturo Illia se niega a enviar tropas de apoyo a la invasión a Santo Domingo, República Dominicana, comandada por EEUU.

A partir de entonces la situación económica de Argentina más la proscripción política del peronismo, naufraga en la insolvencia y se intenta remediarla mediante la toma de empréstitos que están más que disponibles después de la crisis del petróleo en los años ‘70.

Gobiernos dictatoriales y solicitudes de empréstitos cierran un círculo que genera y ratifica proscripciones políticas, sectarismo ideológico y ausencia de vida democrática.

La adhesión a EEUU se recrea con el Consenso de Washington en los ‘80 que establece los nuevos condicionamientos de política económica para acceder a créditos que a esta altura sirven para cumplir con los servicios de la deuda externa, incrementando el monto del principal con sus intereses hasta la crisis del 2001.

La heterodoxia kirchnerista saca al país del infierno e inicia el período de desendeudamiento con la premisa de hacer producir al país para que con sus saldos económicos pudiese cumplir con los vencimientos de la deuda. Los muertos no pagan la deuda, se dijo entonces.

Se llega a refinanciar la deuda en casi un 93% de su monto. Quedó un 7% en manos de los fondos Buitre o holdauts, con los que la negociación no concluye según los términos que exigían cada una de las partes. La gestión es hostilizada por los medios de prensa, por un poder judicial claramente a favor de los intereses del llamado poder real y por la propia desarticulación del campo popular.

La llegada al poder de la derecha del frente Cambiemos propone un retorno a lo que Néstor Kirchner llamó “el infierno”. Cambiemos se ha guiado para ello en una falsa premisa, la que llamó la pesada herencia kirchnerista que el pueblo no vivió y por un revanchismo que anidó en su odio hacia lo nacional y popular. El vínculo para esa política estuvo atizado por la relación de los sectores de la oposición con lo más rancio de la extrema derecha norteamericana: Donald Trump, ONG de derecha presididas por personajes insoslayables de ese sector como José María Aznar, Mario Vargas Llosa y militares retirados de las dictaduras latinoamericanas.

La situación económica vuelve a vincular los intereses de política exterior argentina con el sistema financiero internacional manejado por Wall Street.

Se anuncia el ingreso al Tratado libre Comercio del Pacífico con el debilitamiento notorio del Mercosur, la reanudación de los monitoreos de política económica del FMI y se golpea las puertas de los principales centros financieros de EEUU para obtener préstamos, sobre cuya base se cree se podrá reflotar la actividad económica, hundida por el propio macrismo al fabricar una crisis como excusa a la aplicación de sus políticas neoliberales.

La impresión que dejan a la vista las relaciones históricas con EEUU es que nuestros pueblos latinoamericanos deberán luchar duramente durante mucho tiempo por su soberanía, lucha que no terminó con la proclamación de la Independencia. La larga vida que el Imperio norteamericano se presume que tendrá, pretenderá atarnos a su destino en el rol marginal que siempre nos asignó. Con esas premisas, en ese escenario, Argentina querrá sentar sus cabales de Nación plenamente libre y soberana. 

29/07/2016

Sitios Sugeridos


Va con firma
| 2016 | Todos los derechos reservados

Director: Héctor Mauriño  |  

Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite

[email protected]