Cabore fue el brasilero figura del Al-Gharafa Doha, club que se consagró campeón de la Liga de Primera División de Qatar en el año 2010. El Al-Gahrafa Doha fue el mejor de los 14 equipos que disputan esa competición en el país que en 2022 recibirá el evento más importante de fútbol del Planeta.

“Postulación 2022” pagó la noche en el lujoso Four Season de Doha, en donde la habitación sale 5.490 dólares. Allí se quedó el presidente de la Confederación Brasilera de Fútbol, Ricardo Teixeira, en noviembre del 2010, cuando se disputó un partido entre la Argentina y Brasil.

La justificación de ese amistoso, en donde Argentina se impuso 1 a 0, fue la promoción de la Copa de Asia que se disputó al año siguiente. Ese partido, que solo duró 90 minutos, fue financiado por capitales qataríes, que trajeron a la Argentina alrededor de un millón de dólares -o por lo menos eso es lo que se declaró en su momento-.

Julio Humberto Grondona asistió a ese encuentro donde la selección argentina ganó, pero tanto él como Blatter y Teixeira no festejaron en el estadio, sino que lo hicieron en el escritorio del Jeque Hamad Bin Khalifa Al-Thani, presidente de la Asociación Qatarí de Fútbol (AQF), ya que se estaba gestando otra cosa.

Días después de este partido se realizó la votación para designar las sedes de los mundiales del 2018 y 2022. Una sede la quería Estados Unidos, pero ya estaba todo gestado: primero Rusia y luego Qatar.

Tal vez el hecho de no haber barajado la opción de EEUU fue causante de la investigación del FBI sobre la “FIFA-gate”, o tal vez haya sido la muerte de Julio Humberto Grondona, el 30 de junio del 2014, lo que hizo que todo explotara.

Pero la realidad es que Grondona, desde su puesto de vicepresidente de FIFA, gestó muchos negocios con el fútbol, un deporte que llegó a mover en dinero tres veces más que el PBI de la Argentina. Sacó a Diego Maradona del Mundial de Estados Unidos 1994, cortándole las piernas, y con su frase “Todo pasa” acumuló un dinero exorbitante en coimas, que se puede corroborar en las denuncias radicadas.

Hoy, si el investigador privado Michael García debiera publicar una carrera sobre quien robó más, estaría primero Julio Humberto Grondona.

Este inspector independiente de la FIFA investigó durante 18 meses la forma en que se habían designado las dos sedes, y remarcó “doble discurso” de Grondona. Cuando en 2012 -dos años después del amistoso en Qatar- García le preguntó al dirigente argentino si alguna vez había tenido algún contacto con los candidatos a hospedar los mundiales, Don Julio le respondió: “Solo fui a Buenos Aires, que estaban un poco interesados”, negando todo tipo de relación.

En el informe que García hizo público esta semana, se pudo contar que el nombre de Grondona figura 128 veces y se lo relacionaba con la corrupción, siendo el más mencionado. Luego lo sigue Josehp Blatter, con 102 menciones, y después el secretario general Jerome Valcke, nombrado 83 veces.

Mientras estuvo vivo, al argentino se lo vinculó con algunas cuentas en Suiza, pero él solo planteó que eran creación de los medios de comunicación: "En 32 años tuve más denuncias que Al Capone".

En esos 32 años que estuvo en el poder de AFA, fue el 52º presidente de la Asociación y tuvo relación con todos los gobiernos de turno del país. Desde la dictadura, con Lacoste y Videla, hasta la presentación de “Futbol Para Todos” con Cristina Fernández de Kirchner.

Murió el 30 de julio del 2014 por una afección cardíaca, pero seguirá vivo en la historia del fútbol. Volverá a resonar su nombre cuando haya conflicto en la AFA y nadie lo pueda solucionar. Le seguirán apuntado a él -al muerto, a quien no puede ir preso- cuando falte plata de algún lado, pero lo extrañan cada vez que se necesita una “cabeza de grupo” para guiar a la Asociación, que sigue sin brújula intentando orientarse.

Y se acordarán de su madre -con las puteadas coloquiales- cuando estemos buscando vuelos para el Golfo Pérsico, intentando llegar a Qatar dentro de un año.