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14/06/2017

En Brasil, Michel Temer resiste desde el abismo

En Brasil, Michel Temer resiste desde el abismo | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

El presidente surgido tras la destitución de Dilma Rousseff quiere cambiar el sistema jubilatorio y las condiciones laborales de los trabajadores, entre otras drásticas reformas antipopulares. Sigue en el cargo aunque perdió apoyos judiciales, parlamentarios, y de los medios de comunicación más poderosos.

Agustín Mozzoni *

Brasil atraviesa una grave inestabilidad política, que no logra encontrar un punto de quiebre para comenzar a reordenarse. El entramado de corrupción basado en un sistema que alcanza a dirigentes políticos, empresarios, jueces y periodistas, agravado por una intensa recesión, es un combinado que está destruyendo y desordenando los intereses del Brasil y la confianza de los brasileros.

La semana pasada, el Tribunal Superior Electoral (TSE) decidió absolver al presidente Michel Temer por una denuncia de sospechas de abusos de poder y financiación ilícita durante la campaña electoral de 2014 por parte de la fórmula presidencial Rousseff-Temer, por presuntos fondos de origen irregular.

El TSE rechazó por 4 votos contra 3 invalidar los comicios de 2014, en los que resultó electa dicha fórmula, y de ese modo evito anular las elecciones y destituir al presidente. En medio de escándalos por las denuncias de presiones, corrupción y amenazas, Temer sigue haciendo malabares para sostenerse en el cargo.

Si bien logró sortear esta batalla judicial, Temer enfrenta innumerables denuncias, iniciativas para realizarle un impeachment (juicio político), y un descontento social que lo mantiene en vilo, con solo un 3 por ciento de aprobación por parte de los brasileños según coincidentes encuestas.

El marco de inestabilidad que sacude esta situación en el país vecino, consolida todo un proceso de gobierno en el que de la mano de Michel Temer, el neoliberalismo del Brasil, sin haber conseguido una victoria en las urnas, persigue modificaciones estructurales, como la reforma del régimen jubilatorio y modificaciones de las condiciones laborales de los trabajadores.

La política brasileña está atravesando un proceso de mucho contacto y pocas reglas. Una especie de “vale todo” donde cualquier estrategia es utilizada, o para mantener el poder o para derribarlo. La discusión judicial, mediática y política en Brasil ha llegado al borde del escándalo y Temer comienza a acostumbrarse a gobernar desde el abismo.

En una sintonía con el resto de los países de la región que fueron cambiando de signo político, reemplazando al progresismo y los gobiernos de izquierda por gobiernos neoliberales y orientados a la derecha, Temer consiguió el poder después de un proceso de destitución de la presidenta Dilma Rousseff en condiciones muy poco claras.

Empezó diciendo que “llegaba a pacificar el país que estaba dividido, a recuperar la confianza de los mercados internacionales, y a sacar a Brasil de la recesión”. Un año después de su acceso al Poder Ejecutivo por sucesión lineal, no solo no ha logrado nada de lo prometido al pueblo brasileño, sino que su gobierno ha intensificado la recesión, producido mayor crispación social, y los escándalos de corrupción en los que se encuentran envueltos él y su gabinete, hacen inviable el día a día de su gobierno.

La nueva batalla en Brasil viene de la mano de las investigaciones de corrupción sobre Petrobras, Odebrecht y el frigorífico JBS, entre otras causas. Pero también por los aprietes que han sufrido los jueces en este último tiempo.

El Supremo Tribunal Federal (STF) arremetió el sábado tras un reporte de que Temer ordenó a los servicios de inteligencia del país investigar al juez que supervisa su caso de corrupción con el fin de ensuciarlo.

Aunque el palacio presidencial rápidamente emitió una declaración negando el informe, el máximo órgano judicial emitió un para denunciar cualquier presión sobre sus jueces. "Es inadmisible cometer un delito muy grave contra el Supremo Tribunal Federal, contra la democracia y contra la libertad", dijo la declaración firmada por la presidenta del STF, Carmen Lucia.

Según esa altísima funcionaria judicial, este tipo de procedimientos son "propios de una dictadura", y el tribunal "rechaza vehementemente el acecho espurio, inconstitucional e inmoral contra cualquier ciudadano, y más aún contra uno de sus miembros, más todavía si tiene por objeto limitar a la justicia". La declaración advirtió que puede haber "consecuencias legales, políticas e institucionales" si la operación reportada fuera "probada en cualquier momento".

No es la cúspide la justicia, no es el parlamento, no es el pueblo, ya casi no son los medios hegemónicos de comunicación ni son tampoco líderes políticos los que mantiene a Temer en el poder. Pero hay algo que sigue haciendo que Temer resista, perdure y trate de implementar sus reformas neoliberales en el país. Más allá de la ambición y el deseo del presidente, hay algo que lo mantiene vivo y con capacidad de reacción para poder seguir al menos maniobrando, desde el abismo.
 



(*) Lic. Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales
29/07/2016

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