Columnistas
26/05/2017

Detrás del juego

Últimas fechas para ver al muerto

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Con el Fútbol Para Todos enterrado, relatamos su peregrinación y marcamos la ausencia de Turner-Fox en el velorio.

Catalina Sarrabayrouse y Alvaro Nanton

El muerto está enterrado. Su peregrinación hacia el cementerio comenzó el 18 de octubre de 2016 en la reunión realizada en Casa de Gobierno entre Fernando Marín, titular de Fútbol Para Todos, y Mauricio Macri. El presidente le informó que el Estado no financiará más las transmisiones en directo del torneo de Primera División dejando su futuro en manos de la Asociación de Fútbol Argentino.

Las promesas de Macri realizadas en campaña electoral también reciben flores en este entierro. El primer clavel es para la gratuidad de los partidos que serían transmitidos por canales de aire durante todo su mandato. El segundo es para la colaboración con el control de la violencia en las canchas, después de prometer cantidades de agentes luego no se cumple ni la mitad del número acordado. Aquí no solo falta a su palabra sino que también se le olvidó haber asegurado la transparencia en las transacciones. Las denuncias sobre corrupción en la Superintendencia de Coordinación Administrativa de la Policía de la provincia se acumulan cada vez más, ya que se les adjudica recibir una cantidad de dinero que no condice con los oficiales enviados. Tal como sucedió el 16 de abril del 2016 en el partido entre Racing y Argentinos Juniors: debían asistir 649 policías y concurrieron 306.

La corona de flores fue entregada a la única que se cumplió: la disminución del presupuesto otorgado por el Estado a las transmisiones. En esta ocasión el presidente cumplió con su palabra al punto tal que determinó no destinar ni un centavo más a la televisación de la pasión de los argentinos.

También se lo pudo observar en la marcha fúnebre a Alberto Abad, director de la AFIP, quien en 2003 gestionó el decreto 1212 que implicaba un aporte del 7% de parte de los clubes por cada transferencia de jugadores y el dinero percibido por la televisación de los partidos. En la actualidad, este monto aumentó al punto tal que los clubes hoy entregan hasta un 29%. De esta forma Abad contribuye al círculo vicioso donde la falta de dinero para financiar las alícuotas requiere cada vez de más capital y el destino final parece ser la privatización.

Si Gabriel García Márquez hubiera analizado esta situación, la hubiese titulado tal como a una de sus mejores obras: Crónica de una muerte anunciada. El presidente de la Nación manifestó en 1999 su interés por convertir a los clubes de asociaciones civiles sin fines de lucro en sociedades anónimas deportivas (SAD). En esa oportunidad el resultado fue negativo para él ya que la votación dio 39 a 1. Está claro que el que avisa no traiciona y así fue. Hoy ocupando el cargo público más importante del país decide dejar de otorgar capital a las transmisiones dejando así a los clubes sin uno de sus principales ingresos.

Pero apareció el mejor postor, para terminar la discusión del muerto y pensar en el futuro. Quien tomó el cargo del muerto de FPT fue un amigo del gobierno, que tiene negociosos con Clarín. Este amigo tiene nombre y se llama Fox-Turner.

El le entregará a la codiciada señora AFA una suma de $1.200 millones por tener la fortuna de haber sido elegido como dueño del ocio del pueblo. A su vez desde agosto de este año hasta julio de 2018 le proveerá de $3.226 millones en condición de 5 meses de contrato. El banquete con el cual podrá festejar el ente regulador debería incluir exuberantes lujos para todos sus invitados, ya que los ingresos que tendrá serán de un 36% más alto que el que tendrían si Fútbol Para Todos continuara. La señorita Fox-Turner no apareció en este entierro, siendo de mal gusto visitar a quien está feliz de ver dentro del cajón ¿no?

El precio que cobrará a los fanáticos por ver la pelota rodar no está definido aún. Se estima que $300 pesos será la multa que deberán pagar por ser parte de este mundo capitalista, donde el que no tiene billetes no existe y menos aún tiene derecho de ver a su equipo jugar.

Pero nada de esto sonaría tan terrible si ese dinero que se decía mal gastado en Fútbol Para Todos estuviera siendo utilizado como se supone que se podía hacer. Según publicó La Nación el 9 de julio del 2012, con el dinero que se “perdía” en este muerto, se podían hacer unas 50 mil viviendas sociales, 36 hospitales, 19 mil comedores escolares, 14 millones de asignaciones universales por hijo, 666 escuelas y un millón de sueldos a docentes podrían haberse cubierto supuestamente. Ni uno solo de ellos apareció, o mejor dicho sí, hay una escuela nueva frente al Congreso. No fue creada con el dinero de FPT ni con inversiones del gobierno, los docentes están pidiendo que se les pague los sueldos que merecen y realizando distintas actividades educativas en una carpa manifiestan su dolor.

Nelson Mandela, líder sudafricano, una vez dijo: “Una nación no debe juzgarse por cómo trata a sus ciudadanos con mejor posición, sino por cómo trata a los que tienen poco o nada”. He aquí el llanto más fuerte por la muerte del Fútbol Para Todos, el de los que tienen poco o nada. Esta idea instalada por el presidente que implica volver a los clubes pobres para así pensar la privatización como la única solución posible dejando a miles de argentinos sin la posibilidad de acceder a este deporte. Los famosos “nadies”, como los denominó Eduardo Galeano, no tendrán la posibilidad de disfrutar un domingo alentando a su equipo desde sus casas a menos que tengan el dinero necesario para pagarle a alguna empresa multimillonaria que controla las transmisiones del deporte más importante de la Argentina.

En este entierro el fútbol y la inclusión visten de negro mientras lloran por la igualdad.

29/07/2016

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