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Es mucho -afortunadamente- lo que se ha escrito y dicho desde la decisión de la Corte Suprema Argentina conocida como 2x1.
Hemos leído y escuchado: ley penal más benigna, ultraactividad, inconstitucionalidad, convencionalidad, imprescriptibilidad, proporcionalidad, delitos permanentes y comunes, irracionalidad, irrazonabilidad, literalidad, favorabilidad, y otros tantos términos y conceptualizaciones.
Hemos visto en los últimos días también fiscales y jueces desconociendo o buscando argumentaciones para no aplicar la decisión de la Corte.
Se denunció penalmente a los cortesanos que hicieron mayoría en el fallo. Hasta funcionarios del propio gobierno -de quienes descreo absolutamente, por cuanto creo que la mayoría de la Corte no hizo más que interpretar al Poder Ejecutivo Nacional-, reprocharon la decisión.
Mientras escribo, la Cámara de Diputados del Congreso Nacional discute proyectos de leyes para bloquear la decisión de la Corte.
Hasta aquí la primera descripción. Evidentemente la premisa que sostenemos hace décadas acerca del derecho y su interpretación como campo del poder más puro, permanentemente en disputa, no puede ya desconocerse. El viejo paradigma de la neutralidad jurídica y la imparcialidad absoluta es insostenible. Tan insostenible como evadir la discusión acerca de donde, con quienes, bajo que enseñanzas y sobre todo paradigmas, se siguen formando los abogados en las escuelas de derecho. Y desde ya, en el mismo sentido cómo, quiénes y bajo qué parámetros institucionalistas se eligen y designan quienes conformarán el Poder Judicial. Siempre es bueno además pensar los poderes judiciales, en términos estructurales, como dotaciones de personas que se comportan orgánicamente; en forma más o menos independiente de las decisiones políticas o los poderes habitualmente ejecutivos; y funcionalmente -enorme cantidad a mi juicio- que según sople el viento sabrán qué decisión elaborar y firmar.
Comprender que el derecho es poder, y poder es también ocupar espacios para decir el derecho, debe ser el primer gran paso para discutir con seriedad. ¿O alguien puede pensar que dos jueces de Corte impulsados por el actual presidente y otra jueza negociadora de su propia permanencia en el cargo son imparciales, ingenuos, neutrales y casi angelicales? Tan paradojal y claro es este punto que la propia jueza Highton de Nolasco acciona en contra de la propia Constitución que dice aplicar, para reinterpretarla y mantenerse en el cargo; tan paradojal y claro como que previamente al fallo del 2x1 sentenció en caso similar y votó de manera contraria.
Tan contundente fue la reacción social, inclusive de la propia estructura judicial, que por haber violado una construcción ética y humana fundamental representativa de nuestro pueblo, amén de haber perdido todo tipo de autoridad moral y obviamente jurídica, estos jueces no pueden permanecer en sus cargos.
Para modificar las prácticas, de enseñanza, de organización, de designación y de decisión, debemos saber que el campo de la enseñanza del derecho y el sistema judicial -conglobado- son enormes usinas de poder, que lógicamente representan lucha de intereses. Imaginemos la decisión acerca de beneficiar genocidas y también de volver atrás decisiones de los poderes ejecutivos, nulificar deudas externas y permitir o no reelecciones, entre tantas otras decisiones que pueden favorecer o bloquear cuestiones estructurales. Pero también debemos pensar que la clase política por acción u omisión acuerda que determinadas personas accedan o no a esos cargos y consecuentemente interpelarnos como cuerpo social, porque a los "elegidores" los elegimos todos. Profundo tema que no voy a tratar aquí, tal vez de democracia participativa y efectiva presencia en las decisiones, nos falta mucho aún.
Para cerrar el punto, posiblemente la mayoría de las personas que lean esto estén de acuerdo, negarlo sería absurdo, y no porque yo sea brillante sino porque ya conocemos esta lógica del poder, entonces también quizás el problema sea porque dejamos hacer y no nos involucramos.
Hace horas leí algo que me ahorra pensar la conceptualización: "si estamos de acuerdo, entonces como lo permitimos", Marcelo Bielsa.
Y aquí viene la segunda descripción, ésta con menos dudas y más certezas. Hay cosas que no permitiremos. La reacción espontánea y popular después del 2x1 fue tan contundente y masiva que se comenzó a destruir y deslegitimar -en su sentido más poderoso- el fallo de esta decadente Corte. Porque como el poder institucional y funcional de decisión se construye, a través de las decisiones de quienes ganan las elecciones, también el poder popular, social y horizontal se construye y genera en términos culturales los "inadmisibles", los "intolerables". Una muestra más que lo que como sociedad generamos -con los organismos, las políticas de estado, y socialmente imbricados- no estamos dispuestos a entregarlo. Claro, no somos todos; pero a los negacionistas, pañuelos blancos; a los colaboracionistas, memoria construida; a los estúpidos funcionales, 30.000 innegociables puños en alto. Ese es nuestro capital ahora y vemos que estamos dispuestos a defenderlo; pero mal que me pese el poder también es dinámico, circula y se construye, por eso en materia de derechos humanos y específicamente de lesa humanidad/genocidio/dictadura cívico-militar, hoy, ni un paso atrás debe ser tejido social, sin olvidar que nunca podemos relajarnos.
Ganamos esta batalla sin dudas; pero debemos seguir para que la próxima generación sepa también qué cosas no son tolerables. Construcción diaria y permanente, en clave de derechos humanos. Ese creo es nuestro gran desafío.
Por todos y cada uno de nuestros desaparecidos y víctimas/sujetos políticos de la dictadura genocida.
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