El juez pita el inicio del encuentro. La pelota se mueve, pero el partido no arranca. Los jugadores se quedan parados en silencio. Contra toda expectativa de la terna arbitral y del encargado de la Federación Venezolana de Fútbol, los 22 jugadores que están dentro del campo de juego hacen un minuto de silencio. Frenan y honrar a los muertos en las calles venezolanas, sacrificando segundos de su trabajo, pero por sobre todo, contraponiéndose a lo que les obligaron hacer.

Las calles de Caracas están que arden. Se producen manifestaciones constantes y se lo denuncia a Maduro como un dictador, que con su “narco cúpula”, pretende matar a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Los opositores parecen haber tomado hace mucho tiempo los micrófonos y relatar una sola cara de lo que sucede. Los diarios publican imágenes en donde el fuego y las máscaras de gas ocupan más lugar que el texto, y los medios web pusieron en su agenda diaria la “Crisis en Venezuela”.

El papa Francisco, quien en 2016 se había sentado en una mesa de diálogo con la oposición y el chavismo, afirmó en los últimos días que había condiciones muy claras para una salida negociada.

Estados Unidos ingresó a esta problemática intentando flamear la bandera de los Derechos Humanos mediante un proyecto presentado por un grupo de senadores republicanos y demócratas: “nuestro proyecto le dará herramientas y recursos para apoyar a los Derechos Humanos fundamentales del pueblo”, afirmó Ben Cardin, miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores. Se trata del mismo país que llevó adelante el Plan Cóndor que denigró y mató, en la década del ´70, a una gran parte de jóvenes e intelectuales “por pensar distinto” en el cono sur.

Esas imágenes de la actualidad del país que se reproducen por la televisión, que se lee en los diarios y se escucha describirlas en las radios, bajan desde las agencias internacionales de comunicación y llegan al consiente colectivo de una persona. De cualquier persona, pero esta vez llegó a una especial. Una que es un jugador, que se encuentra junto con otros 21 compañeros dentro de un verde césped por empezar a jugar un partido de fútbol.

Si bien, para el fútbol no es muy conocida la zona de Barquisimeto, en el centro de Venezuela, para ellos es muy conocido ese deporte. Los jugadores del Deportivo Lara y del Deportivo Anzoátegui se pusieron la camiseta de la paz y callaron. Hicieron un minuto de silencio por aquellos que no pueden hablar, por esos que están contaminados por el bloqueo mediático y por todo el pueblo venezolano que vive el ataque imperialista.

Hugo Chávez, que solía tirar paredes con Néstor Carlos Kirchner en la consolidación de una región con industria nacional y reivindicación social, aguantó y resistió en un país que fue bombardeado durante muchos años. A partir de la consolidación de las bases de igualdad y justicia social sufrió ataques constantes por un país que desea tener sus barriles de petróleo.

Desde la muerte del comandante, el 5 de marzo de 2013, Venezuela perdió su capitán y guía enfrentándose a los vaivenes de la economía mundial. La cintura de quien tiene ahora la capitanía es frágil. Su discurso va perdiendo preponderancia y el pueblo está en la calle.

Ambos sectores, oposición y oficialismo, se cruzan por la ciudad de Caracas. Los problemas de insumos son los que más aterrorizan a los comerciantes y pobladores que salen desesperados a conseguirlos. La devaluación dejó casi sin efecto cada papel moneda que circula.

Pero, una vez más, desde el terreno de juego, se refleja una imagen de compañerismo y solidaridad. Muchos dirán que es pequeña, ya que fue un partido menor, pero muy representativa, porque a pesar de que el árbitro Marlon Escalante no dejó hacer el minuto de silencio, los 22 jugadores –previamente organizados- lo hicieron sin tomar ventaja de la situación. La justificación del juez fue que no estaba autorizado por la Federación. El diario El País, afirmó que el presidente de la Federación, Laureano González, “es un confeso seguidor del chavismo y siempre ha procurado mantener a las competiciones fuera de la diatriba política”.

Rodolfo Walsh, escritor desaparecido por la última dictadura cívico militar argentina, expresó en la Carta Abierta a la Junta Militar, que “el terror se basa de la incomunicación. Rompa el aislamiento”.

Actualmente, la contaminación mediática está produciendo el asilamiento intentando lograr que se crea que los Estados Unidos tiene la salvación al conflicto de Venezuela, cuando en realidad, en gran medida fue el que produjo esta crisis. 

Ricardo Andreutti, volante de Deportivo Lara, publicó en su cuenta de Twitter: “Mañana tal vez tengamos que sentarnos frente a nuestros hijos y decirles que fuimos derrotados. Pero no podremos mirarlos a los ojos y decirles que viven así porque no nos atrevimos a pelear (Gandhi)”.