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El furioso conflicto desatado en Rincón de los Sauces puso en relieve la resistencia interna en el Sindicato del Petróleo en torno a la nueva reconfiguración de las relaciones laborales en el sector, y la guerra silenciosa que en los últimos años mantiene el intendente Marcelo Rucci con la empresa bajo control estatal.
La situación de los 126 despedidos de OPS fue apenas la punta del iceberg. La compañía de Mario Cifuentes prestaba servicios a YPF, quien le bajó el contrato y optó por Pecom Energía, empresa que absorbió una parte del personal de OPS. El resto fue indemnizado por la operadora. Sin embargo, desde hace varios meses reclamaban ser reincorporados.
Ayer, finalmente se acordó que unos 30 serán tomados por TSB y otras compañías de servicio, mientras que los demás serán subsidiados por Nación mediante Repro de entre 8 y 20.000 pesos por mes y un aporte de YPF, hasta que la actividad petrolera repunte y se generen nuevos puestos de trabajo. A cambio, realizarán tareas comunitarias en Rincón.
No se informó cómo se decidió el filtro. Entre los despedidos hay personas allegadas al municipio que a la petrolera le vendría muy bien sacarse de encima.
El trasfondo del conflicto fue la resistencia del sector que lidera Rucci a la adenda del convenio colectivo de trabajo. Sucede que los yacimientos de la zona de Rincón como Puesto Hernández y Chihuido de la Sierra Negra ya están maduros. Desde hace mucho tiempo, la empresa nacional tiene intenciones de reducir las dotaciones en esos campos, que se mantienen como en su época de esplendor, lo cual es resistido por el intendente. Los cortocircuitos entre el municipio-gremio y la petrolera son cotidianos.
A ello se suma que aun el desarrollo de Vaca Muerta aún no llega a las puertas de Rincón, con lo cual un aumento del empleo petrolero en la zona en el corto plazo es complicado, más bien todo lo contrario: sus campos producen más agua que petróleo, en tiempos de precios deprimidos del barril de crudo.
El conflicto detonó cuando Pereyra se encontraba fuera del país. Desde Houston, el gremialista había aconsejado a sus pares de Chubut no tomar medidas de fuerza directa, y las pocas horas le estalló el problema en su casa. El veterano líder no pudo darle la espalda a las bases y respaldó la protesta, aunque buscó despegarse. Aseguró que apoyaba el reclamo de los trabajadores, aunque aclaró que no era propiciado por el gremio, por lo cual la solución estaba en manos de YPF.
Pereyra fue a la meca del petróleo mundial a dar un fuerte mensaje de compromiso con el mundo empresarial. Su presencia intentó dejar en claro que el gremio respetará el cumplimiento de la adenda al convenio colectivo de trabajo, que flexibiliza las condiciones de contratación de los operarios de los yacimientos no convencionales. Sin embargo, su regreso a la Argentina lo encontró con una de las protestas más serias de los últimos años, liderada por uno de los hombres fuertes del sindicato, quien desde hace tiempo se prueba el traje de sucesor frente al poderoso gremio.
Mientras tanto, en Chubut se firmaba una adenda a los convenios colectivos de trabajo del Sindicato de Petróleo y Gas Privado, que encabeza Jorge ‘Loma’ Ávila, y el de Personal Jerárquico y Profesional de la Patagonia Austral, que lidera José Lludgar, quienes habían sido muy críticos con la flexibilización laboral en Vaca Muerta. Los chubutenses capitularon, ante una crisis que amenazaba con derivar en un estallido social.
En los últimos días quedó claro que sostener la paz no será sencillo pese a los acuerdos de cúpulas. Las bases –acostumbradas a jugosos salarios- aun no digieren la flexibilización.
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