Columnistas
02/05/2017

La reunión de Macri y compañía en Houston

La reunión de Macri y compañía en Houston | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Los funcionarios argentinos llevaron para vender una joya que despierta las apetencias de todas corporaciones del mundo: Vaca Muerta. Pero ellos no van al mercado con mentalidad de vendedores sino de compradores.

Ernesto Jauretche *

Macri fue a Estados Unidos. Su primera actividad fue la reunión con los jefes de los consorcios petroleros norteamericanos. Una velada entre viejos amigos: funcionarios,socios y testaferros de Macri ocupan lugares destacados en el entablado energético nacional y mundial. Y el encuentro fue antesala del que coronó la gira: el lobby petrolero yanqui rodea a Donald Trump. De Rex Tillerson, el poderoso secretario de Estado, se destaca su buena relación con Rusia; no aparece tan notable que fue CEO de la Exxon, la mayor petrolera yanqui. Debe estar restregándose las manos. Los argentinos llevaron para vender una joya que despierta las apetencias de todas corporaciones del mundo: Vaca Muerta.

Pero los funcionarios argentinos no van al mercado con mentalidad de vendedores sino de compradores.

Un vendedor valoriza su mercancía, incluso por encima de su valor real si puede, exige las mejores condiciones a su favor antes de aceptar cualquier transacción, trata de ganar los mayores márgenes y de sacar toda clase de ganancias, directas e indirectas. El comprador, por su parte, empieza desestimando la operación como si no le interesara (aunque se le esté haciendo agua la boca), devalúa, descalifica, menoscaba la materia en oferta, intenta arrancar las mayores ventajas no solo en precio sino en condiciones, y encarece todos sus aportes. El comercio es un conflicto. El vendedor tiene orgullo por su mercancía que pone en juego desde la más alta estima; el comprador tiende a descalificar tanto al artículo como al vendedor y a abaratar el producto.

Esto es lo normal: así se comportan desde un quiosquero hasta un industrial, y aun el verdulero y el ama de casa. Sin embargo, la mentalidad colonial de los funcionarios macristas les impide razonar como cualquier hijo de vecino que comercia o produce: instalados en una posición de inferioridad (“este país de m…”), son frágiles en la disputa (“la pesada herencia”); la han dado por perdida desde mucho antes. Su mejor oferta consiste entonces en dar razones al amo, esperando su gratitud, un reconocimiento, la tapa de Time, hasta alguna condecoración. No disputarle sino favorecer su lucro. Es la racionalidad del cipayo.

Sin embargo hay aún algo más, que sin duda no es lo más grave; pero es lo más impúdico e indecente. Los que concurren y firman compromisos por parte de la Nación Argentina no son agentes de los intereses del país sino de las empresas que representan (de las que hasta ayer fueron gerentes y a las que mañana volverán). No van a tratar de sacar ventajas para el país sino para sus intereses privados (antes que los beneficios para el país, miden el tamaño multimillonario en dólares de sus comisiones). ¡Y después andan denunciando corrupción en los vueltos de la gestión pública!

En todas sus manifestaciones políticas queda muy claro que el sujeto de la política de Estado del gobierno de Macri no es la sociedad, los trabajadores, el país, la Nación Argentina sino el mercado, esto es las empresas y su trama de intereses.

Sobreabundan en sus declaraciones las apelaciones –desesperadas- a ese mito: “los inversores”. Para que vengan, ponen de alfombra la dignidad nacional.

En Houston seguramente habrán confesado ante los “inversores”, sin los eufemismos ni mentiras que enarbolan entre nosotros, los grandes lineamientos de su gestión: el achicamiento de YPF y la flexibilización laboral.

YPF es la primera operadora de petróleo y gas del país. Por esta razón, la empresa de bandera ha sido (y continúa siendo) estratégica a la seguridad energética y económica nacionales, incluso a pesar de su marcado y deliberado retroceso durante el primer año de gestión neoliberal (la caída del precio interno del barril de petróleo es la principal causa de la caída de la producción en el plano nacional, y de la desaceleración del crecimiento de YPF). Libre mercado sí. Competencia no. Hagámosla fácil.

¿Qué falta? Bajar el costo laboral (horas extras, horas taxi, riesgos, categoría de vientos, etcétera), los aportes patronales, las cargas impositivas, las responsabilidades industriales, técnicas y civiles, minimizar los riesgos ambientales, abaratar los accidentes, los daños ecológicos, las responsabilidades jurídicas... Y hay más. Inflación, desocupación, caída del consumo y la producción, importaciones, etc. todas medidas a favor de los “inversores”.

Esa es la oferta que llevó Macri a Houston. Es decir, caerle simpático a los CEOs y patrones petroleros, facilitarles el negocio financiero y abaratarle todos los costos, para que las corporaciones puedan incrementar sus ganancias.

Eso es: en vez de buscar el mejor postor y vender lo más cara posible la riqueza nacional, ofrecerla bien barata, como si en vez de estar vendiendo estuvieran comprando. Cualquier burgués nacional los despreciaría; el pueblo los condena.



(*) Columna del programa “El Pulki”, que se transmite los sábados en Radio Universidad de La Plata, AM 1390
29/07/2016

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