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16/03/2017

El partido sindical

El partido sindical | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Los hechos del miércoles pasado y de los 15 meses anteriores, demostraron que la variopinta conducción de la CGT ofició de un partido difícil de encuadrar pero dispuesto a alquilarle algo de tiempo a Macri.

Gabriel Rafart *

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Desde que Juan Perón llego al poder interpeló a las clases trabajadoras. Con ello perdieron potencia los pequeños y aguerridos núcleos de dirigentes comunistas y de otras izquierdas, que desde inicios del siglo XX batallaban desigualmente por agrandar su presencia dentro de los sindicatos.

Setenta años transcurrieron de aquel primer momento en que viejos y nuevos dirigentes se entendieron con Perón. Comenzaba el vínculo “perdurable” entre peronismo y sindicatos. Sin duda esa interpelación resulto exitosa a la vista de las sucesivas camadas de dirigentes  gremiales que dicen ser peronistas, desde aquella primera generación comandada por Cipriano Reyes. Igual que las que siguieron, gobernadas sucesivamente por José Rucci, Lorenzo Miguel, Saúl Ubaldini. Y las más cercanas: primero con Hugo Moyano e hijos a la cabeza, y recientemente con los triunviros cegetistas que el pasado miércoles 8 de marzo se expusieron ante sus representados. Por cierto, mostraron un verbo demasiado flojo para una convocatoria que les exigía un posicionamiento decididamente más contundente frente a la política procapital financiero, antiindustria y antiobrerismo del Pro.

Ese largo recorrido del mundo sindical argentino ha llevado a una recurrente pregunta: ¿el sindicalismo peronista se comporta como un partido? Reduciendo los términos: ¿el peronismo es un partido sindical?

Por supuesto que aquel primer interrogante sigue inquietando a los estudiosos de las academias. Estos continúan elaborando respuestas a modo de ensayos que agrandan la ya extensa biblioteca sobre peronismo y sindicatos. En ninguno de esos libros hay una respuesta que pueda atender la principal preocupación de “la política”. O sea cuando se encuentra en situaciones como las que anticiparon este miércoles 7 de marzo, donde además hay que proyectar el día siguiente de esa tumultuosa y contradictoria presencia en las calles. Sobre todo cuando en su actuación dicen que lo suyo es solo sindicatos y trabajadores, muy lejos del peronismo partidario. Desde ya esto resulta difícil de probar, mayormente cuando varios de sus dirigentes están alineados en una de las facciones partidarias del peronismo.

Queda claro que después de aquella marcha “la política” está inquieta igual que los cientistas sociales que no se ponen de acuerdo para interpretar el vínculo entre peronismo y sindicatos. Es que incomoda al actual gobierno Pro no peronista con peronistas recalcitrantes en su antikirchnerismo. De la misma manera que perturbo a los gobiernos constituidos por los herederos de Perón. Hasta el mismo Perón tuvo sus problemas. Por caso recordemos al díscolo Cipriano Reyes en sus pretensiones de crear un partido laborista para la Argentina. Lo mismo cuando Isabel tuvo que enfrentar la reacción sindical frente a las medidas de Celestino Rodrigo. Igual que los casos de Carlos Menem con el primer Hugo Moyano. Ese mismo Moyano ahora auxiliado por sus hijos también incomodó el poder del otro peronismo de Cristina Fernández. Recuérdese que el mayor de los Moyano hablo de su sueño de una Argentina gobernada por un trabajador o sea por el mismo. Allí se enfrento el ideal del partido sindical con la realidad de un peronismo-kirchnerismo como partido de las masas subalternas, no necesariamente sindicalizadas. En algún punto ese cruce de pretensiones se anulo en un enfrentamiento que creó las condiciones para el ascenso al poder del macrismo.

Aquel enfrentamiento Moyano-Fernández fue un capítulo más de un libro que aun no se escribió. Cuenta la experiencia de estos días con un sindicalismo peronista jaqueado. Es que no queda claro si este mundo de gremios juega una sola partida dentro de un único partido antineoliberal o se propone más inteligente que todos jugando en múltiples tableros para una alquimia vieja, como aquella que permitió a sindicalistas sin afiliados acompañar el peronismo menemista.

La historia primaria y, la del pasado más reciente del peronismo gremial tuvo la pretensión de ser columna vertebral de eso que el peronismo llamo partido-movimiento. Para ello elaboro estrategias de resistencia o integración para con los gobiernos que no eran de su signo. Tuvo momentos de relativo éxito y otros de fracaso rotundo. Esa pretensión fue desnudada con el doble proceso que arranco con la muerte del mismo Perón y reconstrucción del peronismo durante el ciclo 1982-1983. Entre la dictadura y la democracia fue el último intento –ya huérfanos de la figura de su líder- en que el peronismo se pensó y actuó como un partido sindical de facto. 

Todo podría reducirse a mirar el sindicalismo peronista como partido de la resistencia o de la integración o, simplemente como actor político de la regulación del conflicto social y no siempre para un capitalismo regulado. Sin embargo, algo cambio para el mundo obrero desde el arribo, primero del peronismo-kirchnerismo y luego, de su contracara macrista. Y no solo porque el Pro gobernante puede orgullosamente contar con una pata peronista-macrista dentro del sindicalismo, como ocurre con su alfil de la Uatre, Gerónimo Venegas entre otros. Es que ese sindicalismo tiene que lidiar con esos dos emergentes de la crisis del 2001.

Finalmente, los hechos del miércoles y de los 15 meses anteriores, demostraron que la variopinta conducción de la CGT ofició de un partido difícil de encuadrar pero dispuesto a alquilarle algo de tiempo a Macri. Es que ese gremialismo por momentos parece haberse  reducido al papel de una ONG más, de esas que nutrieron al Pro. Y nada nos dice si desde ese lugar contarán con la “muñeca”, o sea ese arte de caer parado, al menos dentro de su mundo de peronistas. O serán afectados por una doble orfandad: la de la representación de sus bases y la de efectivos ante el seguro derrumbe de afiliados, como ocurrió en los ‘90.



(*) Historiador, autor del Libro “El MPN y los otros”
29/07/2016

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