Columnistas
25/05/2016

Respeto

Respeto | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Dirigentes y funcionarios de la alianza gobernante Cambiemos no suelen medir sus afirmaciones públicas y tienden a caer en subestimaciones ofensivas para el hombre de a pie.

Hernán D´Andrea

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En estos poco más de cinco meses del gobierno de Cambiemos hemos escuchado de sus más encumbrados dirigentes y funcionarios algunas aseveraciones que ratifican un denominador común entre referentes de este tipo de gobiernos que podríamos denominar de derecha, que es no medir muchas veces sus aseveraciones públicas y tienden a caer en frases de subestimación u ofensivas hacia el ciudadano común.

Y en ese contexto hemos escuchado frases tales como “en el segundo semestre vamos a ser felices”, “quien no tenga plata para pagar el combustible, que no lo compre”, “salude y agradezca al hombre que limpia el baño público” y otras tantas “máximas” que salieron de boca de nuestros gobernantes.

Rogelio Frigerio es uno de los pocos políticos con los que cuenta en su gabinete el presidente Mauricio Macri o al menos es nieto del padre del desarrollismo. A diferencia de su abuelo que era periodista, Rogelio (nieto) es Licenciado en Economía.

Y la verdad es que hasta ahora venía esquivando el ridículo. Hace algunos días para justificar el injustificado incremento del 2000 por ciento del gas en nuestra Patagonia, dijo muy suelto de cuerpo que un gobernador de alguna provincia de esta región le contó que con 10 grados bajo cero afuera, andamos en remeras adentro de nuestras casas y con las estufas al máximo.

Se nos vino a la memoria cuando el ministro de Energía del expresidente chileno Enrique Piñera dijo en 2011 que “La fiesta del gas es algo que debe terminar y que se paga caro al largo plazo”. Ricardo Rainieri lo dijo en defensa de su intención de aumentar la tarifa del servicio de gas un 16,8 por ciento.

Fue tan contundente el reclamo popular de nuestros vecinos trasandinos que el ajuste quedó sin efecto, y se llevó puesto al osado funcionario.

A todo esto, luego de la frase que enervó aún más los ánimos de los magallánicos, el ministro había sido citado para una interpelación en el Congreso Nacional para que explique sus planes en cuanto a la política energética. Lo echaron y no llegó a enfrentar a los legisladores.

Y hablando de planificación, cual fue el análisis que realizaron nuestros gobernantes para determinar semejante incremento tarifario?, fue tan concienzudo el diagnóstico realizado que en una reunión bajaron del 2000 al 400 por ciento?, nadie les avisó que en la mayor parte de esta Patagonia los calefactores por necesidad están prendidos todo el año?. Ni que hablar de la utilización del elemental servicio en nuestras fábricas, pequeñas empresas, emprendimientos turísticos o la calefacción de nuestras escuelas, hospitales y clubes.

Comprendemos que las tarifas estaban atrasadas y que no le cierran los números del déficit del Estado, pero el tema tarifario es transversal y los recibimos todos y para determinar las políticas públicas hay que, mínimamente, conocer la realidad y si no al menos consultar a quienes puedan tener una idea más cercana a los hechos.

No es nuestra intención cargar las tintas ni acrecentar la popularizada “grieta” de Lanata, es al sólo efecto de defender el lugar donde vivimos, de ser considerados como lo que somos, tan argentinos como los que viven en Recoleta o en San Isidro, profundamente democráticos y respetuosos, por lo que solo pedimos que nos dispensen por lo menos ese mismo respeto.

29/07/2016

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