La información conocida en la semana pasó casi desapercibida para los medios de comunicación. El agente apareció muerto en esa ciudad cordillerana a mediados de julio pasado, tras 27 días desaparecido, sin que hasta la fecha hayan surgido novedades, y mucho menos detenciones.

Según los profesionales que realizaron las pericias, el caso, “desde el plano criminológico, tiene tiempos similares a los de un secuestro con características extorsivas”, indicó el Ministerio Público que agregó que en ese informe se hizo alusión a la “posibilidad de existencia de una planificación, un inicio, un desarrollo y un desenlace”.

Tras conocerse estos detalles periciales no hubo autoridades del gobierno, ni policiales, ni judiciales que hayan emitido opinión al respecto. Salvo la palabra del fiscal Govetto que dijo que la información recibida es “muy valiosa y permite interpretar mejor el contexto de la desaparición y el posterior asesinato del joven policía”.

Imaginamos que ese silencio no signifique también quietud de quienes deben actuar en la dilucidación del asesinato del joven policía.

Seguramente alguien debe estar trabajando con todos los antecedentes de la investigación y las pistas que se siguieron, que fueron variadas pero sin resultados positivos, tras esta nueva afirmación de los especialistas.

Principalmente la familia del muerto, pero también todos los ciudadanos de esta provincia deberían ser informados al menos si existe algún indicio de por qué extorsionaron al joven servidor público y sobre todo, que se profundice la investigación para que se sepa quién lo puede haber extorsionado y matado.

La gran mayoría de los ciudadanos imagina o piensa o tiene indicios, según el lugar que ocupe en la sociedad de que la institución policial está involucrada o al menos algunos de sus integrantes; y si no lo está saben algo más de lo que han dicho hasta ahora.

Si hasta el propio gobernador de la provincia dijo el 4 de agosto textualmente “conociendo como conozco a la Policía, hubieran dado vuelta Bariloche, y sin embargo, tenemos que estar sacando información con tirabuzón y eso no es un buen signo".

Sin embargo salvo algunos traslados y corrimientos de jefes y personal que prestaba servicios en Bariloche, nada más ha pasado.

Tenemos la esperanza de que el caso Muñoz, no quede impune como muchos otros que han sucedido den la provincia en los últimos años.

Y lamentablemente todos los anteriores pasaron por este mismo camino. Al principio todos los actores comprometidos con el tema, gobernantes, policías, fiscales, jueces, periodistas y sociedad `preocupados y ocupados. Luego todo comienza a disiparse y va perdiendo lugar entre las preocupaciones de todos esos mismos actores.

Salvo los familiares más cercanos y alguna organización que acompaña en alguna marcha nadie ya se acuerda del tema. Eso es lamentablemente lo que, por lo general, sucede.

Y como sociedad debemos hacernos cargo que efectivamente así nos comportamos y al poco tiempo nos gana la indiferencia y si los ciudadanos somos indiferentes nunca vamos a terminar con la impunidad y los excesos.