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27/11/2016

Voto electrónico... por ahora, no

Voto electrónico... por ahora, no | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Lejos de aportar transparencia, la urna electrónica es una caja negra que obstaculiza la fiscalización de la elección. Cualquier persona sabe con sólo mirar que una urna está vacía o que un precinto de seguridad está intacto. Pero estas habilidades son inútiles a la hora de ver qué pasa "dentro" de una urna electrónica.

María Beatriz Gentile *

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La aparición de Homero Simpson lidiando con una máquina de votación que cambia deliberadamente su voluntad, graficó aquello que matemáticos, criptógrafos y expertos en seguridad informática vienen alertando desde hace años.

Los defensores del “voto electrónico” sostienen que su implementación mejorará el sistema democrático en cuanto a la transparencia el acto electoral, en la eliminación del clientelismo, en la rapidez en el conteo final de sufragios y en los menores costos económicos. 

En el libro Voto electrónico: los riesgos de una ilusión publicado en el 2008 por la fundación alemana Heinrich Böll y la argentina “Vía Libre”, los especialistas y activistas del software libre demuestran el derrumbe de cada uno de estos supuestos. Es una lástima que algunos referentes políticos no lo hayan leído, así se habrían evitado llamar “ilusionistas” o “trasnochados” a quienes demuestrande manera sencilla, cuestiones técnicas que podrían resultar abstractas a interlocutores externos a la comunidad informática.

Sólo 141 páginas –accesibles por completo ya que los autores autorizan su difusión bajo el lema “compartir no es delito”- explican los aspectos a tener en cuenta para comprender una  problemática técnicamente compleja y políticamente dudosa. Veamos algunos de esos aportes.  

Primero y lejos de aportar a la transparencia, la urna electrónica es una caja negra que  obstaculiza la fiscalización de la elección. Cualquier persona sabe cómo verificar con sólo mirar, que una urna está vacía o que un precinto de seguridad está intacto. Pero estas habilidades son inútiles a la hora de ver qué pasa "dentro" de una urna electrónica: para ver si está vacía, es necesario usar un programa diseñado a tal fin que imprima un ticket que diga "sí, estoy vacía". ¿Podemos creerle? Aún si confiáramos en que el programa es correcto, los fiscales de los partidos deberán ser expertos en hardware y software para detectar si el programa  ha sido adulterado o no.

Segundo, una de las variantes del clientelismo político es la compra del voto. Para que esto funcione el “comprador” debe contar con un mecanismo que le asegure que quien recibió el “favor” haya realmente votado por él. Aquí aparece el “voto en cadena” que en realidad es una violación al carácter secreto del sufragio. El voto electrónico no evita esto, sino que lo hace más eficiente. Mientras las urnas normales son contenedores pasivos de información, los circuitos de la urna electrónica emiten radiación electromagnética que puede ser leída con un dispositivo disponible comercialmente a una distancia de 25 metros. Esto sucedió en Holanda, según nos explica Beatriz Busaniche.

 Tercero, la rapidez en el conteo de votos puede ser una virtud del mecanismo pero el problema es que todo tiene que salir bien; un inconveniente en el sistema lo paraliza por completo. Por ejemplo en las elecciones de la localidad rionegrina de “Las Grutas” en el año 2007, se utilizaron cuatro urnas electrónicas provistas por la firma Altec. Una de ellas al final de la jornada arrojó por resultado: 0. Como también había registro de los votos en papel se pudo llevar a cabo el escrutinio,  pero el proceso demoró mucho más porque identificar un voto impreso en una tira de papel es más difícil que hacerlo con la boleta original.

Por último y en cuanto a lo económico, deberá contarse con una terminal de votación en cada una de las circunscripciones electorales del país y eso implica un alto costo. Pero además, en Estados Unidos un estudio demostró que el cambio de tecnologías en la votación aumentó un 179% promedio en el costo total por votante. Y por cierto las máquinas que aún no se había terminando de pagar, ya debían ser renovadas.

La cuestión tal vez no sea oponerse terminantemente al voto electrónico, sino pensar y tomar en cuenta la opinión de los especialistas para mejorar lo que hasta aquí resulta inadecuado, caro y manipulable de la voluntad del Soberano al momento de elegir sus representantes. La tecnología ha mejorado muchos aspectos de nuestras vidas, pero todavía no está claro que resuelva los problemas políticos de nuestras democracias. 



(*) Historiadora, decana de la facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue.
29/07/2016

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