Muchos recordarán a qué se llamó “La Solución Final”. Fue el programa de exterminio de una población, el  genocidio contra los judíos y otras etnias, entre 1941 y 1945, llevado a cabo por la Alemania nazi en toda Europa.

La violencia con que se emprenden cesantías en masa por parte del gobierno argentino, esa omisión del nombre de las víctimas, se parece al paso anterior a una Solución Final. No son la misma cosa lo que acá ejecuta Milei que aquella atrocidad nazi, pero su discrecionalidad y la violencia con que es encarada la acción que no le cabe otro adjetivo que criminal. Parece el paso previo a otros sucesivos, cada vez más drásticos y violentos contra la población trabajadora del país.

El clima se va tornando irrespirable y la angustia del desempleo va unida a una sensación real de desamparo que paraliza y enferma a las personas afectadas. Cabe pensar antes que nada en los niños.

La persecución empieza contra los trabajadores públicos, pero como rebote de la recesión también hay cesantías en la actividad privada. De seguir así, grandes contingentes humanos pelearán por los alimentos hallados en la basura, los niños estarán subalimentados y los ancianos deberán resignarse a vivir en la indigencia.

En el gobierno se destaca sobre todo una indiferencia por los afectados,  que se manifiesta en el hecho de no intentar nada para generar alternativas que sirvan para atenuar los efectos indeseables de este insólito plan económico. 

Lo cierto es que, para el gobierno, la solución final que planea en colaboración con el llamado Círculo Rojo y el FMI, es contra la Argentina de masas, contra la Argentina peronista, contra  los sindicatos, contra la cultura nacional, contra los jubilados, contra la industria en general y las PYME en particular, contra la educación y la Salud Pública, y contra cualquier sector que pretenda oponerse al plan de exterminio social que lleva a cabo el oficialismo de LLA.

La “Solución Final” en Europa no se implementó de un día para el otro. De 1939 a 1941 se encerró a esa población en guetos. Se hostilizó a las víctimas, les quitaron los derechos a los ciudadanos comunes, hasta que luego del ataque nazi a la URSS, invadiendo el este del continente, comenzó el traslado forzoso de los judíos de toda Europa a los centros de exterminio ubicados mayormente en Polonia.

Tan cruel como esa Solución Final fue la relegación o exilio interno de los opositores políticos durante la dictadura de Pinochet. Un relegado se convertía en un paria que sobrevivía entre los límites de pueblos alejados, sin comunicación alguna con nadie porque aun un simple gesto humano con un relegado, estaba prohibido y era severamente sancionado.

Son situaciones que suelen tener una inequívoca continuidad, de allí su proximidad con la advertencia.

Para imaginar el terror en sus formas más crueles, lo que hace falta es un poder político dictatorial y toda otra forma autoritaria cualquiera sean sus matices operativos. Y Milei representa su propia forma original, por más anarcocapitalismo con que se quiera individualizar racionalmente. Se trata de un registro taxonómico inconcebible de figurar en cualquier texto científico por el daño que implica.

Hay pocas dudas de que las intenciones de Milei es poner de rodillas a la sociedad argentina, ofrecer como prenda disciplinada al capital extranjero e impulsar el saqueo de sus recursos naturales.