Es ya sabido que el insólito Milei produce levantamiento de cejas en las metrópolis y casi horror en los sectores “progres” del “mundo libre”. Cuando en estos sectores, por ejemplo, se califica de “facho” a Milei -con absoluta razón- se admite, tácitamente, que el “combo” Washington/sionismo/neoliberalismo dueño de sus días y noches lo es también. Sin embargo, ahí viene lo interesante, esto no los hace apoyar ni remotamente a Rusia y China, que son las naciones que le hacen frente pero que, por algún motivo -en general promovido desde el “mundo combo”-, “no aprueban”, como si eso importara. Coincidentemente, en eso la opinología progre coincide con la de las masas “apolíticas” -pero de derechas al fin- que inundan los países occidentales. Si son judíos, tanto progres, fachas, como analfabetas políticos de esa filiación, no condenarán mayoritariamente el sionismo (desde luego existen gloriosas excepciones de judíos ortodoxos). Tampoco lo apoyarán demasiado, eso está reservado a las cúpulas, lo que se advierte en que la masa que explícitamente “apoya” el sionismo no tiene mucha presencia fuera de Israel; no deben juntar más de 5000 personas en ninguna marcha de capital occidental. Si no son judíos de cepa, estos tres grupos pueden llegar a coincidir en “condenar” la “autocracia” de Rusia y de China, “la situación de las mujeres” en Irán, la “dictadura” de Maduro y otras “verdades” a cuya comprobación no dedican ni un minuto. El diario “El País”, pues. No contamos, por supuesto, a aquellos que también emiten las condenas de uso, fingen “buena onda” en redes y en medios blancos progres de buena conciencia pero, a la vez, reciben por ello jugosos estipendios o prebendas del poder real hegemónico. Ojo, que no son pocos en nuestra región.

Pero centrémonos en los progres. Lídia Jorge, escritora portuguesa presente estos días en Buenos Aires en la Feria del Libro es un buen ejemplo de, acaso, los capullos que cuando se hacen los concientizados hablan “de las derechas internacionales, Bolsonaro, Trump, Meloni” (el combo “comodín” típico) y con eso sienten que se cubren de gloria. Candidata al Nobel, pese a contar con 77 años de experiencia, Lídia vuelve a ponderar en la Rural: “La extrema derecha pone en cuestión el futuro de la humanidad… es urgente decir que la tierra no soporta tanta ganancia acumulada; serían necesarias tres tierras para colocar en el mismo tiempo a Vladímir Putin, a Donald Trump, a los rusos, los americanos y los chinos y responder a la gula de poder de territorio y el poder de amenaza que ejercen sobre nosotros.” ¡Se descubre que eran todos iguales! Sin dudar de la buena fe de la escritora, este tipo de pensamiento es acaso más peligroso y adormilante que el de una derecha frontal.

El verdadero progresista -especulamos- debería entender que la lucha contra el “combo siniestro” la está haciendo Rusia en el frente, China en el mundo (pese a que Diana Mondino, la canciller tilingo-cordobesa de sangre macrista, declara que “todos los chinos son iguales”) y quienes defienden directamente a los palestinos de su inminente exterminio: hutíes, Irán, y los universitarios norteamericanos que se han manifestado. Y hay algo de cierto en los pataleos de Bibi Netanyahu y secuaces al acusar de antisemitismo a cualquiera que condene a Israel: los crímenes cometidos por Israel son denunciados con mayor fuerza que los de otros estados que han matado a muchas más personas y en tiempos recientes. El hecho que no haya tantas marchas y acampes por los 61000 millones de dólares aprobados para que sigan muriendo ucranianos podrían ser para Bibi, irónicamente, otra muestra de antisemitismo.