El alineamiento sobreactuado de Milei acerca del conflicto Irán-Israel es tan instintivo y por lo tanto, tan poco meditado, estudiado y compartido que se asemeja a la perentoria necesidad de tomar partido por un bando como suelen hacerlo los barras bravas de los equipos de fútbol, sin pensarlo demasiado, solo atraídos por los colores afines. Si hasta se vistió con ropa de fajina. Ese por lo visto es el color de su divisa, el camuflado de combate.

Milei se ha olvidado que representa a un país que anhela entender sus decisiones, pero el silencio y el rumor es lo único que le llega a la gente a manera de respuesta.

Por otro lado el involucrarnos en el conflicto no solo genera una distracción de los problemas existentes que pasan al fondo de los temas a considerar, dada la insuperable gravedad de la cuestión, que los desplaza. Al involucrarnos en ella, preanuncian una grave crisis para la sociedad argentina en la medida que será considerado como enemigo, si el clima bélico se despliega de hecho, al nivel de la coalición occidente-israelí de manera de convertirnos en blanco accesible por una de las fuerzas beligerantes que adoptamos como enemiga.

Capitalismo del Desastre llama Naomi Klein a estas situaciones, ya que sirven para justificar cualquier medida por restrictiva y represiva que fuere que justifica al poder, a actuar discrecionalmente, conculcando libertades y derechos.

Si nos involucramos en una guerra como la que parece se va desencadenar más temprano que tarde, adiós pueblo argentino como nos lo dio a conocer sus doscientos años de historia institucional y cultural y habrá que darle la bienvenida al caos que se desencadenará. Quiero afirmar que Milei juega con el destino de la Nación.

Finalmente la actitud de Milei va más allá de una simple adhesión de un país periférico en un conflicto bélico donde no tendría por qué estar involucrado. Es que son las consecuencias negativas de esa adhesión las que se vienen encima y que Milei no ha valorado como lo haría un gobernante que cuida a su pueblo y busca un mínimo de coherencia histórica en sus posiciones.