Los medios de comunicación del “mundo libre” no son, desde luego, la mera y dizque soberana opinión de dichos medios, sino también el reflejo de la ideología “à l’époque” de sus consumidores. A partir de ellos, la opinología occidental se transfunde al resto de la sociedad que repite versiones aún más degradadas de lo que ya venía torcido en este vertedero de obscenidades sin límite.

Los medios se dirigen a masas que consideran idiotas y con frecuencia, a sí mismos, como parte de ese destacado conjunto. Pero el alienado -para decirlo más amablemente- de turno puede bien ser el mismo quien redacte los titulares de “El País” (por ejemplo), con un sentir, un convencimiento -acaso una pasión- cuando enuncia, en una cantidad mínima de caracteres, “Putin reafirma su poder tras la farsa electoral en Rusia”. También debe reconocerse, en su descargo, que este pelele probablemente ha recibido órdenes del consejo editorial del pasquín en cuestión y quienes, a su vez, responden en la línea de mando a las diversas estructuras superiores que ya conocemos.

Al ministro de defensa del UK le costó más palabras elaborar sus sentidas declaraciones: “Putin robó las elecciones otra vez, pero no robará Ucrania. El Reino Unido trabajará con sus aliados para detener el robo aumentando la ayuda general a Ucrania. La historia muestra que debemos detener a los dictadores y autócratas, de lo contrario seguirán robando aún más”. Parece que al Reino Unido no le gustó el resultado de las elecciones. ¿Qué supone este Simplicio que debe hacer el resto del mundo con eso? El que no pertenezca a este grupo políticamente cada vez más aislado -basta comparar la población del “Sur Global” con el del “Occidente Colectivo” y sus alcahuetes- ¿se tendrá que desgarrar las vestiduras, o debe agrietarse el “yo” de 90 millones de votantes rusos? ¿a quién se dirige entonces?

Con el mismo infantilismo intelectual de esta promoción de dirigentes europeos, Scholz tuvo también que levantar el belfo: “no consideramos que las elecciones sean libre y justas… una dictadura gobernada autoritariamente (¿qué quería el zopenco si ya lo definió como dictadura?)”. “Brits”, alemanes o polacos (Polonia consideró que la elección presidencial rusa "no es legal, libre ni justa")da lo mismo, cabezas llenas de humo, compitiendo por el lugar más común anti Putin -o anti ruso, pues-. En Washington fueron más pragmáticos: “La realidad es que Putin es el presidente de Rusia, Estados Unidos actuará sobre esta base”. Es notable la carga emotiva cuando pronuncian “Putin”.

Aún para el bien-pensante diario de Buenos Aires Página 12, nítido opositor al mileo-macrismo que militan los grandes tontimedios argentinos, la noticia del triunfo de Putin se presenta, sutilmente, con sus reservas. Se refieren a la “la votación ilegal en las cuatro regiones ucranianas anexionadas por el Ejército ruso”, o a que “en las zonas ocupadas en Ucrania entre un 88 y un 95 por ciento de los votantes optó por el actual inquilino del Kremlin”. Es decir, se pone en tela de juicio el plebiscito en estas regiones. Ya que estamos, ¿se podrá afirmar que los votos en Sebastopol tampoco eran legales? Pero, ¿legales o ilegales para quién? La noticia sigue su curso: “La Comisión Electoral Central (CEC) de Rusia no registró a sus candidatos… y por apoyar la paz en Ucrania, una opción inadmisible para el gobierno ruso.” ¿debe suponerse que el bando que no quiere la paz es Rusia? ¿Por qué es para P12 destacable que la CEC no invitó a observadores de la Unión Europea? En todo caso, sería deseable que el medio explique a sus numerosos lectores las razones por las cuales el que se limitara a invitar a observadores africanos y latinoamericanos, inclusive argentinos, no resultara suficiente. El resultado de las elecciones, para el analista Scott Ritter, "no ocurrió en el vacío" y fue "el subproducto de un cuarto de siglo de trabajo dedicado en nombre de Vladimir Putin para Rusia y el pueblo ruso". Sentimos de veras que a “Le Monde” le pese.