“Ordenar para distribuir”, es la consigna que más se escucha en el entorno de Rolando Figueroa.

Satisfecho como está de su ADN emepenista -quienes lo tratan dicen que no renegaría jamás de esa impronta- el gobernador no oculta sus críticas hacia la forma en que los gobiernos del partido provincial se habían venido conduciendo en los últimos años. Considera que gestionaban mal, sin rigor ni conducta, entre otras cosas porque el MPN ya no convencía como antes y había tornado a juntar voluntades no ya por convencimiento, sino apelando a distintas formas de clientelismo.

Y en ese contexto, y en el de la creciente falta de compromiso real con las bases, es donde fue surgiendo ese gran desorden en las esferas públicas y con él bolsones de corrupción, de los cuales el de los planes sociales es el que tuvo más repercusión por su escala y por el escándalo público que suscitó, pero no es el único.

Figueroa está convencido de que no se equivocó cuando tomó la decisión de “cortar el nudo”, esa parábola tomada de la leyenda clásica griega, que él mismo eligió para graficar su decisión de “ir por fuera” de su partido para competir por la gobernación. Hoy cree, que de otra forma no sólo de hubiera caído una vez más bajo el peso del aparato, como en el 2018, sino algo más importante aún: no sería posible sin haber roto con las viejas estructuras el cambio que su partido y la provincia necesitan, y que él se siente capaz de acometer.

Es así que el gobernador ha tomado decisiones como la de aumentar los aportes de los estatales para terminar con el déficit del ISSN, recortar los gastos políticos u otorgar a los estatales un aumento consistente pero limitado que confía en poder solventar a lo largo del presente año.

A decir verdad, la magnitud del aumento otorgado contrasta con el ajuste brutal que viven trabajadores, jubilados y beneficiarios de ayuda social de todo el país. Tanto así que en Neuquén muchos no esperaban que se mantuviera la actualización por el IPC. Sin embargo, la devaluación del 118 por ciento (según se dice la mayor de la historia nacional) benefició las arcas provinciales que en un 40 por ciento o más se nutren de regalías a valor dólar. Es cierto que la fuerte inflación de diciembre, enero y febrero licuó en parte ese beneficio, pero en una medida considerable el saldo positivo se sigue manteniendo.

Se podrá alegar que en el gobierno neuquino, como en los de otras provincias, visualizan que la escalada antipopular lanzada por el irresponsable de Javier Milei y sus mandantes del círculo rojo contra trabajadores, jubilados, desocupados y pymes hará que la inflación baje por la paz de los cementerios y allí, bien que con alta desocupación y bajos salarios a nivel nacional, lo del IPC de Neuquén se convertiría en un adorno.

También, de mantenerse el plan de igualar el precio interno de los hidrocarburos con los internacionales como quiere el gobierno nacional, sumado a otros beneficios contenidos en el proyecto de la ley de hidrocarburos a la que Neuquén apuesta, se multiplicaría los ingresos de la provincia.

Pero si como se plantea en su entorno, Figueroa se mantiene en sintonía con la matriz “popular” que preconiza el nombre de su antiguo partido; más aún si logra recuperar a Neuquén del caos de la mala gestión, lo de apostar a una adecuada distribución -de nuevo surge aquí aquello de “ordenar para distribuir”- resultaría veraz.

En este tren de cosas, sobre todo en el de poner “orden”, es que la semana que concluye Figueroa dio por finalizadas las negociaciones con el sindicato docente y otorgó por decreto el incremento que les había ofrecido condicionándolo al dictado de clases.

Difícil apuesta la del gobernador, teniendo en cuenta que ATEN es sin duda el gremio más combativo de la provincia y que, no es menos cierto, reclama legítimamente una porción de lo que la inflación desbocada de Milei se llevó de los salarios docentes. Pero también se podría decir que, dadas las circunstancias que viven los asalariados en todo el país, la oferta del gobierno neuquino, que contempla además dos sumas fijas y una cantidad de beneficios más, no deja de ser generosa.

Enfrenta de esta manera Figueroa a los docentes con el resto de la sociedad, que dadas las circunstancias podría considerar excesivo no ya el reclamo gremial sino el castigo a los niños, que se quedan sin clases, y a los padres, que viven los muchos trastornos que eso ocasiona. Es un dato de la realidad que los docentes han aportado su cuota para acentuar el desprestigio de la enseñanza pública.

Figueroa esgrimió como ejemplo de esta falta de flexibilidad, la millonada que la provincia paga por licencias y desde su gobierno sacaron a relucir otros reproches de similar tenor. Es de esperar, empero, que en esto también Figueroa se haya puesto al hombro la autocrítica que su antiguo partido no realizó, y que en consecuencia no se le ocurra hostilizar a los docentes como hizo una y otra vez su antecesor Jorge Sobisch.