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24/09/2023

Y la ventana se cierra, ¿irremediablemente?

Y la ventana se cierra, ¿irremediablemente? | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Solo un acuerdo plural, concreto y confiable podría reducir de modo significativo las emisiones de gases de invernadero, acelerar la transición energética y disponer de los recursos para mitigar los ya terribles efectos sobre las infraestructuras y las personas.

Gustavo Crisafulli *

Pertenezco a una generación (¿quizás la última?) que durante la mayor parte de su existencia miraba el pronóstico del tiempo para saber si habría un día soleado o había que preparar el paraguas, con la serena certeza de la sucesión previsible de las estaciones.

Ahora miramos con aprehensión las alertas meteorológicas, que nos advierten de fenómenos extremos, temperaturas insoportables, ciclones, sequías e inundaciones.

La ventana de clima favorable a la vida, que durante más de quince mil años permitió el desarrollo de las civilizaciones humanas se está cerrando.

La están cerrando, porque no es producto de los ciclos de la naturaleza sino de la acción humana.

Unos pocos, pero poderosos, sabían hace ya mucho tiempo que podría ocurrir. Hoy lo sabemos todas y todos aunque la mayoría aún prefiera mirar para otro lado.

En febrero de 1961 el Presidente estadounidense John F. Kennedy fue informado acerca de la necesidad de “controlar el clima”. Fue el primer mandatario advertido del impacto del cambio climático sobre la especie humana y el resto de los seres vivos.

En 1965, el presidente Johnson recibió un documento titulado “Recuperando la calidad de nuestro ambiente”. Elaborado por más de una docena de investigadores universitarios, señalaba que “Con su civilización industrial la Humanidad inconscientemente está conduciendo un vasto experimento geofísico. En el curso de unas pocas generaciones está quemando los combustibles fósiles lentamente acumulados en la Tierra durante los últimos 500 millones de años (…) Los cambios climáticos que se pueden producir por el aumento del CO2 pueden ser incalculables para los seres humanos” (…) Pueden modificar el balance de la atmósfera en tal magnitud que marcará en el clima cambios no controlables a nivel local y ni siquiera por esfuerzos nacionales” 1965…

La respuesta fue el silencio.

En 2015 supimos, mediante el trabajo de periodistas de investigación que accedieron a memos internos de la compañía, que Exxon Oil Company conocía desde los años 1970 que sus productos llevarían a un calentamiento global “con efectos ambientales dramáticos antes de 2050”.

Investigaciones posteriores descubrieron que Total, Shell y las automotrices GM y Ford también lo sabían. Aunque advertidas por sus técnicos y científicos, las empresas optaron por el ocultamiento.

Invirtieron desde entonces enormes sumas de dinero… para campañas de desinformación y en el lobby, el llamado "cabildeo", tanto en el Congreso de EE.UU. como en los europeos, para impedir toda legislación sobre control de las emisiones de gases de invernadero.

En 1988, en el marco de la ONU se creó el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) con el objeto de realizar evaluaciones integrales sobre el estado de los conocimientos científicos, técnicos y socioeconómicos sobre el cambio climático.

Desde su conformación, el Panel ha elaborado seis extensos informes de evaluación, el último publicado en marzo de 2023. Todos muestran un alarmante avance de la crisis climática y cada uno confirma los peores escenarios esbozados en el anterior.

Recién en la XXI Conferencia Mundial sobre el Cambio Climático de la ONU, en diciembre de 2015 en París, los gobiernos tomaron nota de la gravedad de la situación.

Se acordó entonces trabajar para mantener el aumento de la temperatura mundial por debajo de los 2 grados C con respecto a los niveles preindustriales y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1.5 grados C, lo que reduciría considerablemente los riesgos y efectos del cambio climático.

Ocho años después, el cumplimiento de los compromisos ha ido de pobre a nulo. Sólo la Unión Europea logró bajar un 22 % las emisiones, proceso que se detuvo con el estallido de la guerra en Ucrania.

EE.UU., China e India han continuado incrementando la emisión de gases de invernadero y los estadounidenses redujeron sensiblemente las inversiones en energías limpias.

La guerra tecnológica desatada por los EE.UU. contra China y las sanciones del llamado Occidente a Rusia, China y otros países del Sur Global alteraron completamente el mercado internacional y las cadenas de suministros de la energía, los alimentos, las tierras raras y los microchips avanzados.

Ello tiene, en el corto y mediano plazo, dos consecuencias fatales para afrontar la crisis climática: retrasa aún más la transición energética y dificulta en grado sumo la indispensable cooperación internacional para disminuir la emisión de gases de invernadero y afrontar las consecuencias devastadoras de los fenómenos climáticos extremos.

Agosto y septiembre de 2023 han sido los meses demayor temperatura global desde que hay registros. En la Antártida y en los glaciares de los Alpes suizos, regiones siempre heladas, ocurrieron, simultáneamente,las temperaturas más altas nunca registradas.

Es la prueba de que el cambio climático está impactando fuerte y simultáneamente a todo el planeta y de forma terriblemente rápida (mayor que en los modelos de peor escenario del IPCC), con lo que estamos pasando el punto de no retorno.

La ventana se cierra.

Ante la inacción de la ONU y las grandes potencias, organizaciones del Sur Global, como la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), los BRICS y el G77, comenzaron a articular políticas conjuntas en sus reuniones recientes.

En ellas radica la posibilidad de empujar un acuerdo internacional que modifique la estructura de la gobernanza global, condición sine qua nonpara avanzar.

Solo un acuerdo plural, concreto y confiable podría reducir de modo significativo las emisiones de gases de invernadero, acelerar la transición energética y disponer de los recursos para mitigar los ya terribles efectos sobre las infraestructuras y las personas.

Pero, por ahora, los Señores de la Tierra se dedican a multiplicar sus presupuestos militares y renovar sus inútiles y costosos arsenales nucleares.

Estamos contrarreloj para que los pueblos del mundo reaccionen. Mientras tanto, Carpe Diemy que los dioses y diosas nos iluminen y protejan.



(*) Historiador, ex rector de la Universidad Nacional del Comahue.
29/07/2016

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