Todo el mundo sabe que la estructuración de los sistemas de asentamientos humanos expresa geográficamente el modo en que se desarrollan las relaciones de producción e intercambio de nuestras formaciones sociales.

Son temas archi-difundidos el asunto del éxodo campo-ciudad, la concentración de población en los principales nodos habitacionales y hasta las situaciones críticas que plantea la problemática urbana de estos días.

Lo que casi no se conoce e ignora y hasta pensaría que algunos ocultamos y naturalizamos premeditadamente, son las consecuencias de este vertiginoso proceso de amontonamiento de personas en las ciudades vaciando el poblamiento regional.

No cabe duda que tanto las autoridades gubernamentales como nosotros mismos, miramos para otro lado instalando la problemática urbana como principal referencia a la ocupación cotidiana de nuestros espacios y hasta condenando a la palabra “territorio” a lo de afuera, lo externo, lo de los otros.

Cabe preguntarse el porqué de este comportamiento extraño y contradictorio:

En principio recordemos que durante muchos años en nuestra provincia el organismo de ordenamiento territorial del viejo ministerio de obras públicas se llamó sospechosamente “dirección de desarrollo urbano” olvidando el territorio como principal objetivo.

A comienzo de este siglo la denominación “desarrollo” siguió dominando la estructura gubernamental hasta que varios años después de la llegada del neoliberalismo sobischistaen pleno diciembre macrista del 2017, se dicta la Ley 3102 que instala 12 ministerios y 4 secretarias, adjudicando a la vapuleada temática territorial solo dos responsabilidades:

En el CAPÍTULO X (Artículo 29) SECRETARÍA DE DESARROLLO TERRITORIAL Y AMBIENTE: cuya misión principal será participar en el ordenamiento territorial y la planificación de los procesos de urbanización, poblamiento, industrialización, explotación minera, hidrocarburífera y expansión de fronteras productivas en general, en función de los valores del ambiente.

Y en el CAPÍTULO XI (Artículo 31) SECRETARÍA DE PLANIFICACIÓN Y ACCIÓN PARA EL DESARROLLO (COPADE) – ordenándole diseñar y proponer, en coordinación con los organismos competentes en el ámbito nacional, provincial y local, las estrategias y proyectos de organización del territorio, de integración territorial provincial, de regionalización, de desarrollo y ordenamiento urbano, rural y ambiental y en toda otra estrategia de fuerte impacto territorial.

L o único cierto es que en todo el continente y muy en especial en las áreas sometidas a procesos extractivos como la nuestra, los procesos de concentración urbana que muchas veces están llegando al 90%, no solo han vaciado el campo, sino que además están transformando en terciarias las actividades de la gran mayoría de los habitantes y lo que es peor aún, han desmantelado las economías regionales debilitando el rol de las ciudades intermedias imposibilitando la alternativa de sustituir con trabajo sustentable la actividad productiva extractiva el día que se vaya.

Como elocuente ejemplo local, lo que hoy pasa en nuestras zonas rurales es una clarísima demostración de estos procesos negativos e irreversibles. Una vista aérea de las chacras de Centenario, Plottier y Senillosa muestra de norte a sur la invasión destructiva de cientos de pozos petroleros y de sur a norte, la transformación de las chacras en emprendimientos inmobiliarios.

Grave panorama donde las responsabilidades son múltiples mientras el sector institucional está prácticamente desarmado. En particular, tanto a la universidad como a los profesionales del rubro de la planificación territorial nos cabe como tercer sector, en el futuro inmediato:

• Instalar el tema en toda su magnitud;

• Armar lo antes posible mesas de trabajo que asuman el compromiso de buscar soluciones y

• Activar tanques de pensamiento que se pongan al frente de esta lucha que no soporta más dilaciones.