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Ocurrió lo impensado. Nadie, ni en Juntos por el Cambio, ni en Unión por la Patria; ni entre los encuestadores y los analistas; ni en el poder económico, ni el FMI; ni en La Libertad Avanza, claro, imaginaron que Javier Milei podíaa sacar el 30% de los votos en las PASO y ganar en 16 provincias del país.
La prensa canalla también se llevó una sorpresa, fogoneó la candidatura de Milei para derechizar aún más a JxC, agravar la “grieta” y esmerilar al gobierno, pero terminó complicando la elección de su favorito, JxC, y debe sentir que ayudó a crear un monstruo que lo puede arruinar todo.
Entre las cámaras empresarias lo de Milei tampoco cayó bien, porque esperaban que gane JxC, no confían en los planteos disparatados de Milei y piensan que no tiene equipo ni planes sensatos para gobernar. Cuando le preguntaron a un miembro del Grupo de los 6 cómo les cayó el resultado del domingo lo resumió así: “Mal. Complica las cosas”.
Es que la irrupción de LLA como fuerza política más votada, modificó radicalmente el panorama electoral y político del país, y supone una derrota del oficialismo pero sobre todo de JxC, hasta el domingo, principal oposición y aspirante casi seguro gobierno.
También, coloca a la democracia argentina, que cumple su 40 aniversario, frente a una dura prueba, porque quienes apoyan a Milei no sólo registran mal al enemigo y cuestionan lo que llaman la “casta política”, también están desencantados con la democracia.
Milei capta la bronca y la frustración de un sector en general joven, de sexo masculino, de case media baja o clase baja, pero no únicamente. Changarines, cuentapropistas, sobre todo vinculados laboralmente a las plataformas, con bajo nivel de ilustración, que están enojados por su situación económica y social, y hacen responsables a los políticos.
La mayoría están ligados entre sí a través por las redes antisociales. Son solitarios, individualistas y su único nexo con Milei es la red porque LLA no tiene estructura.
Milei tiene un planteo limitado, primario, claramente ultraliberal, ultraconservador y antipopular, peroencarna bien la bronca, la violencia contenida y la frustración que expresa ese sector. No los une la ideología los une la rabia.
Es un tipo que reconoce a su hermana como “la jefa”, que no expresa ninguna empatía con el prójimo, salvo un poco con Mauricio Macri, y que sólo le agradece haber llegado hasta aquí a sus perros, con los que habla, inclusive con uno que está muerto.
Entre quienes lo alientan internacionalmente se encuentran Santiago Abascal, líder de Vox, el partido de la ultraderecha española y Jair Bolsonaro, el verdugo de Brasil. Javier es un hombre cuyo pensamiento y conducta no desentonan con el inefable ex presidente estadounidense Donald Trump.
Mesiánico, Milei quiere terminar con la moneda nacional, con el aguinaldo y las vacaciones, con la salud y la educación públicas, con la mayoría de los ministerios y con el Banco Central, y no intenta tranquilizar a los argentinos sino al FMI, dice que de ganar haría un ajuste peor que el del organismo internacional.
Cualquiera se pregunta cómo queda el tablero político después del domingo. La respuesta es clara: totalmente diferente, corrido a la derecha. Y se confirma lo que dijo Cristina Kirchner sobre los tercios, sólo que con Milei como el más votado. Sumados los porcentajes obtenidos por Javier Milei y Patricia Bullrich se llevaron la mitad de los votos.
En el 2019, entre el peronismo y Cambiemos sacaron el 90% de los votos. Ahora, las mismas dos fuerzas obtuvieron el 55%. Perdieron el 35% del electorado. JxC perdió más de tres millones de votos entre el 2021 y el domingo y a Patricia Bullrich se le atragantó su triunfo sobre Rodríguez Larreta. De ahora en más o girahacia el centro para no perder los votos de Larreta o se radicaliza aún más para competir con Milei.
UxP también experimentó una fuerte derrota, salió tercero. El peronismo tuvola cosecha de votos más baja desde la vuelta a la democracia: 6 millones, la mitad de los que cosechó en 2019 y un millón menos que en 2021.
¿Qué pasó? Una de las respuestas está en los votos perdidos por las dos grandes coaliciones. Y otra en la cantidad de gente que no fue a votar desencantada porque el gobierno de Macri los sumió en la pobreza y el actual defraudó sus expectativas.
La participación fue del 69,6 por ciento, contra 76,40 en el 2019, Y si bien la de 2021 fue un poco más baja (67,78%) se dio en medio de la pandemia y con barbijo, cada punto son millones de personas.
Sólo Axel Kicillof ganó bien en la provincia de Buenos Aires, fundamentalmente en el conurbano. Obtuvo 34 por ciento de los votos lo que lo coloca en carrera para la reelección, su triunfo es producto del trabajo en el territorio y contrasta con el insuficiente 27 obtenido a nivel nacional.
Se diría que algo cambió en el país y que el peronismo ya no logra retener electorado de cualquier manera. Tal vez tiene una lectura atrasada de la realidad social y una idea desproporcionada de su propio predicamento. No cualquier peronismo vale. El que distribuye y trabaja con la gente parece señalar el camino.
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