El MPN no se pronuncia respecto de los candidatos a la presidencia de la República, cuya elección se producirá en octubre.

Digo, si un ciudadano tiene la obligación de hacerlo, cuál es la razón por la cual una institución como lo es un partido político, no lo hace. Por mera especulación, me respondo.

Así en el partido de distrito se piensa que si su adhesión luego no coincide con el nombre del ganador de la elección, es posible que la provincia termine siendo discriminada negativamente, visto las múltiples situaciones que afronta una provincia en el devenir de un período de gobierno, en que necesita eventualmente más de una vez del aporte nacional para solucionarlos.

Mientras tanto resguarda una representación que también va a ser solicitada por el gobierno nacional en las votaciones de las ras del Congreso. Hay como se ve una mutua relación que puede ser conflictiva que no beneficia a nadie.

Desde el punto de vista ético me incomoda que a pesar de reconocer lo difícil de la decisión, sencillamente se la omita, dejando a los afiliados librados a su solo criterio en una situación disruptiva respecto del propio partido.

Por otra parte si bien se trata de una decisión que puede traer consecuencias no deseadas, el país está a la espera de un dictamen que diga cuál modelo de país es el que prefiere, lo que configura un espacio para encontrar aliados con los que encolumnarse. Y no es esta una opción que sirva para revitalizar una grieta que hace décadas existe en el mundo político. Esta opción solo sirve para nutrir a la propia política provincial en todos los terrenos de su acción de gobierno, político, económico, social y cultural.

Habría que diferenciar en la eventual adhesión, aquellas que son ideológicas y estructurales con las decisiones de gestión coyuntural donde la provincia juega, muchas veces, los límites del consenso popular que la sostiene. En este último caso la provincia suele jugar sola las consecuencias de su propio proceder.

No pronunciarse rebaja el compromiso del partido del destino de la Nación que se pone en juego en elecciones como la de octubre próximo. Y es como si la provincia viera con indiferencia los valores en juego que la involucran: federalismo, transferencia de recursos, explotación de recursos naturales preexistentes en su territorio y el agregado de valor en el lugar.

Un partido provincial no puede suponer que dejará para después esas discusiones. En pleno proceso preelectoral se plantean o no esas cuestiones y es el momento de ver cómo encajan en el ideario general del candidato más afín a la presidencia. Dejar la discusión para después es como correr de atrás en una carrera en la que dependemos de decisiones donde la asimetría de poder va a colocar a los distritos en un escalón inferior a la del nivel central y el resultado será aleatorio y a veces tardío para figurar entre los partícipes y beneficiarios.

En conclusión; por razones éticas y políticas la boleta corta en las elecciones está señalando una omisión de asuntos que quedan sin acordar y por lo tanto sujetos a una resolución que puede excluir a la provincia de sus legítimos intereses.

No descarto el hecho de que es posible mantener relaciones amistosas con el nivel central, tendientes a facilitar el acceso a las discusiones y a las decisiones finales. Pero “el afecto societatis” puede variar si no está respaldado también por una afinidad política de doble mano.

Siempre hay formas sutiles de embanderamiento, pero, a mi entender lo explícito dicho con antelación nos coloca entre los distritos comprometidos que exigen ser invitados a la mesa de las decisiones de gobierno que involucran las expectativas provinciales de progreso y de desarrollo.

En octubre se juega entre otras cosas el afianzamiento democrático por un lado versus la acentuación de la dependencia que implica contraer, como se ha sostenido, nuevos endeudamientos.

Implica defender y mejorar los montos de las regalías por la explotación de los recursos no renovables, vg. litio e hidrocarburos.

Significa en suma la defensa de los derechos adquiridos por las grandes mayorías a lo largo de muchos años en contra del cercenamiento de los mismos so pena de ajustes fiscales a pagar por el pueblo trabajador.

Tan claramente están expuestos los modelos que al hombre y a la mujer de a pie a poco que reflexionen poco le costará elegir aquel que más raíces históricas tiene y el que de más validez universal está imbuido.

No puedo aceptar que al MPN le resulte lo mismo el retorno de la ultraderecha política a que el interlocutor sea un peronismo convencido de resistir esa vuelta.