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Durante esta última semana, desde el lunes 26 al jueves 29 se realizó en diferentes sedes en la ciudad de Buenos Aires el III Encuentro Latinoamericano y del Caribe de Personas en Situación de Calle en el que participaron quienes están o han estado en esta situación de Argentina, Uruguay, Brasil, México, Guatemala, Chile y Colombia y otros países.
Durante esos días debatieron acerca del diseño y gestión de centros de integración, inquilinatos y desalojos, política pública, acceso a la salud, violencia institucional, todo atravesado por la experiencia de quienes padecen esta problemática.
Las dos ediciones anteriores del Encuentro se realizaron en Chile.
Organizado principalmente en nuestro país por Proyecto 7, asociación civil creada y coordinada por personas en situación de calle, el Encuentro contó con el apoyo y participación del Programa de Justicia y Derechos Humanos, Escuela Idaes-Unsam, Acij, Cels, Somos Barrios de Pie, Red Puentes y Hecho en Buenos Aires, entre otras organizaciones. Se estima que en total participaron alrededor de 500 personas.
Un "frazadazo" desde Plaza de Mayo hasta Congreso fue la culminación de un encuentro que en el balance de los organizadores fue muy intenso y valioso para compartir las experiencias que tienen muchos puntos en común en la Argentina y en Latinoamérica, tanto de las personas directamente implicadas como entre las organizaciones sociales que hace más de dos décadas trabajan en la temática.
Daniela Drozd, coordinadora general de Hecho en Buenos Aires, una empresa social que realiza varias actividades integradoras desde hace 23 años, plantea distintos aspectos de la cuestión: “En nuestro país actualmente se ha intensificado la problemática de personas sin hogar de una forma muy cruel. Las políticas públicas son solamente un maquillaje y favorecen a la perpetuación de un sistema de exclusión. No basta con poner un comedor, es necesario que la gente pueda tener la plata para comprar ellos su comida. De forma generalizada son políticas funcionales a un sistema que sólo busca perpetuar y profundizar la exclusión y no abordarla de una manera integral por necedades propias de políticas o funcionarios que no se abren a escuchar a las personas directamente involucradas, que no son el problema sino que son parte de la solución”.
“Por primera vez en ámbitos académicos y formales como la Facultad de Ciencias Sociales y la Legislatura los protagonistas fueron las personas en situación de calle, algo en lo que creemos las organizaciones que hace más de dos décadas trabajamos en la problemática y venimos planteando”, continua Drozd.
Agrega que esa experiencia es “todo lo contrario a lo que hacen los gobiernos al abordar la temática que no lo hacen de manera integral y no escuchan a sus protagonistas; los vuelven a excluir, los ven como un problema que hay que tapar, algo sucio y feo. Eso fue algo que se intentó revertir y se revirtió en este encuentro, darle voz a los que necesitan ser escuchados. Porque son ellos los que saben lo que está pasando, cuál es la realidad y cuales son los problemas que hay de fondo”.
Para Drozd, en esa oportunidad “se plantearon cuestiones muy cruciales y hay algo que se resaltó que tiene que ver con la violencia policial. Concordaban en que la policía en vez de darles una patada debería dar una respuesta, informar adonde puede ir a dormir, adonde puede comer, no darle un golpe o manosear a las chicas, o sacarte de los lugares como si fueras un perro o menos que eso, de forma totalmente violenta sin que medie ninguna palabra. Destacan además que esto está sucediendo con los más jóvenes que ingresan a las fuerzas, las personas mas grandes los tratan de otra forma pero la juventud es ultraviolenta y tiene cero registro del otro. Así y todo en relación a la situación planteada por participantes de otros países de la región se dimensionó que en nuestro país estamos mejor, aunque lejos de ser humanitarios".
"Nosotros no somos peligrosos, decían, estamos en peligro”, remarca Daniela Drozd. ”Es la antítesis de cómo se plantean las soluciones. Las organizaciones que llevamos más de dos décadas trabajando con los pies en el barro junto a la gente entendiéndolos como parte de la solución, tenemos una estructura y metodologías que no son atendidas ni financiadas ni tenidas en cuenta. Hay muchos proyectos que dan trabajo a la gente que no cuentan con ningún apoyo, no hablo de subsidios que son un parche, sino de trabajo de calidad, educación, oportunidades para ir construyendo”.
En el documento elaborado como conclusión de las cuestiones planteadas en asamblea se destaca: “se trabajó para alcanzar definiciones colectivas sobre los distintos ejes de discusión, entre ellos salud integral- salud mental, consumos problemáticos, desalojos y no- vivienda, violencia institucional y el cruce entre calle y encierro; todos estos mediante un enfoque transversal en géneros y diversidades y atendiendo la especificidad que requiere una perspectiva sensible a las niñeces, adultxs mayores y discapacidad”.
Diseño y gestión de centros de integración, diseño e implementación de modelos alternativos para alquileres populares, reconocimiento del trabajo como prioridad para la salida de la calle con programas de empleabilidad, acceso a una salud integral, atender la estigmatización, los abusos y hostigamiento de fuerzas de seguridad hacia personas en situación de calle; son la síntesis apretada de los reclamos de cientos, miles que viven en las calles, invisibilizados o ignorados, una presencia incómoda que es una expresión cruel de un sistema deshumanizado que excluye y tritura sin encontrar formas de rescatar y dar dignidad a los que no encuentran o han perdido un lugar.
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