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Los votos en la ONU en contra de Rusia en el 2022 conformaron una cartografía cuyo vistazo permite a cualquier hijo de la lógica grecolatina más elemental enterarse cuál es la verdadera gavilla del "mundo libre". El número de países en contra es equiparable al de los que se pronunciaron a favor de Rusia (sumados a los de carácter neutral), pero con gran diferencia de población y territorio a favor de estos últimos. Para los habitantes de la mayoría de las naciones africanas, por ejemplo, Europa representa solamente la ilusión de sobrevivir a la miseria producida, en gran parte, por causa de los saqueos coloniales de siglos. Con un mar Mediterráneo por delante que, una vez franqueado, los que se arriesguen se encontrarán con leyes anti inmigratorias cada vez más severas. Los votos en la ONU indican, pues, que la mayoría de la población mundial al menos no tiene nada en contra de Rusia y, por lo tanto, de su presidente.
Pero, desde luego, no es el caso de Colombia, el país de América del Sur con mayor injerencia militar de los EEUU. Veamos. El 27 de junio se produjo en en Kramatorsk un ataque de las Fuerzas Armadas de Rusia, con misiles que destruyeron instalaciones civiles, causando bajas del orden de las decenas. Los sobados enunciados de "Rusia ataca población civil en Ucrania", etc. emitidos por los medios occidentales intentaron horadar propagandísticamente a los rusos, pero pronto se aclaró(1)que, si bien las instalaciones eran efectivamente civiles, en automático se habían convertido en blancos claramente militares al ser ocupadas por (en gran proporción) mercenarios norteamericanos. El intercambio de imágenes y selfiesde estos últimos en redes sociales podría haber sido el motivo de su pronta localización por los rusos y, entonces, se selló su suerte.
Entre los afectados por el impacto, encontramos los nombres de tres colombianos que por fortuna salieron ilesos. Entre ellos, se destaca el nombre de Héctor Abad, conocido como buen escritor colombiano, autor de la célebre novela El Olvido que seremos. En consecuencia, tal como cita Infobaetextualmente, el Presidente Petro acusó a la nación dirigida por Vladimir Putin de atacar "a tres civiles colombianos indefensos" y aseguró que, con ese ataque, el Kremlin "viola así los protocolos de la guerra".
En primer lugar, aunque no fueran tan indefensos, es decir, que hubieran estado a bordo de un tanque Leopard, se volvieron partícipes necesarios de una acción militar, por desgracia en el papel exclusivo de blanco. Luego entonces, ningún protocolo de guerra fue pasado por alto. Además, los rusos definitivamente no sabían que había cuatro (porque eran cuatro) colombianos. Ahora bien, ¿qué hacía Abad en Ucrania? Las imágenes y comentarios que el mismo Abad envía a las redes sociales se reproducen en el execrable diario argentino Clarínque en ese lenguaje insidioso se refiere a Abad "como miembro de la organización pacifista (sic) Aguanta Ucrania y con el objetivo de impulsar una campaña solidariacon el pueblo invadido (sic) desde el 24 de febrero de 2022." Efectivamente, pasado el susto, colgado de la camisa de Abad se apreciaba el gafete de dicha organización con todo y la consabida bandera de Ucrania. Creo sinceramente que el gafete no es un hecho menor. ¿Cómo puede ser pacifista una organización que apoya a Ucrania? Vaya oximoron.
A pesar de todo eso, Rusia se abstuvo de considerar a Abad como a un enemigo de la Federación -aunque sin armas de hecho lo era- y en varios comunicados lamentó ante la cancillería de Colombia que tres de sus ciudadanos se encontraran en un mal lugar y en mal momento. La pregunta más profunda es ¿cómo puede haber algún adulto que crea todavía la narrativa de occidente al grado de pararse en el mismísimo teatro de operaciones? ¿Ignoraban que situarse en el frente significaba estar a la buena de Dios? ¿O suponían que Putin podía detectar colombianos en infrarrojo?
Podremos siempre justificar a Petro y sus desubicadas declaraciones con que, al parecer, no le quedaría de otra, ya sea porque hay que transar con los sectores que supuestamente detentan el poder real -"para que no te hagan un golpe de estado en dos minutos"- o, tristemente, porque piensa así. Es decir, que esto de ser de izquierdas o derechas vale completamente sorbete, o solamente actúa a segundo orden, si se trata de atender la voz del amo. En este sentido, Petro actúa como lo harían Lacalle, Boluarte o aun el mismo Boric. Todo esto demostraría que en nuestra región sudamericana poco puede hacerse para establecer algo cercano a la autodeterminación, salvedad hecha a Venezuela y, acaso, al Brasil. El destino de la Argentina en este sentido depende mucho del resultado de las elecciones en noviembre y de que, a la vez, se afiance el G2 -Rusia y China-, o dicho de otro modo, que se debilite de manera suficiente la unipolaridad de Washington y su injerencia directa en los backyardsal sur del río Bravo.
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