11/06/2023

Ladrillo tras ladrillo: la hora de los BRICS

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El acrónimo BRICS se forma con las iniciales de los países que integran el Grupo: Brasil, Rusia, India, China y Sudráfrica.

El grupo conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica se convirtió en una alternativa para un orden internacional más justo, frente al desvanecimiento de la ONU y el naufragio del G-20. Actualmente hay 19 países que aspiran a sumarse; Argentina y Arabia Saudita serían los próximos.

Gustavo Crisafulli *

En noviembre de 2001, Terence James O’Neill, un economista inglés que trabajaba en Goldman Sachs, inventó el acrónimo BRICS, para referirse conjuntamente a las economías de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.

Lo hizo en un artículo sobre las economías emergentes, donde advertía que éstas crecían a un ritmo muy superior a las de los países del G7 (EE.UU., Canadá, Alemania, Francia, Italia, Reino Unido y Japón).

En 2002, en un estudio prospectivo titulado “Soñando con los BRICS: El camino al 2050”,O’Neill afirmó que para 2025 las economías de los BRICS tendrían la mitad del tamaño de las del G7 y serían las mayores del mundo para 2050 (medidas por PBI) aunque no las más ricas (PBI per cápita).

El mundo que esperaba O’Neill para 2050, llegó en 2023. Los BRICS, con el 42 % de la población mundial, dan cuenta del 31.5% del PBI mundial, contra el 30.7 % de los países del G7.

Los sueños de algunos son, a veces, las pesadillas de otros.

Pero los BRICS en el primer lustro del siglo eran sólo un agregado estadístico.

En 2003, India, Brasil y Sudáfrica crearon el IBSA Foro de Diálogo, para promover la cooperación económica y política trilateral.

Recién en septiembre de 2006, a instancias del Ministro de Exteriores ruso Sergei Lavrov, los ministros de los cinco países se reunieron en New York, en un intermedio de la Asamblea General de Naciones Unidas.

A partir de allí, continuaron las reuniones periódicas de los ministros de exteriores y economía.

El 16 de junio de 2009, en Ekaterimburgo, Rusia, se realizó la primera Cumbre de mandatarios, sin la asistencia de Sudáfrica, que se sumó en 2010. Desde entonces, han realizado una Cumbre anual.

A diferencia de la ASEAN (la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental) o la Organización para la Cooperación de Shanghái, los BRICS no tienen una estructura formal. Son una especie de “foro” de las cinco naciones más fuertes del Sur Global, con pies en Asia, África y América Latina.

Desde la primera Cumbre, hacen oír su voz reclamando la reforma de los organismos internacionales como la OMC y el FMI, dominados por las potencias occidentales, así como para favorecer la cooperación sur-sur, la erradicación del hambre en el mundo y un desarrollo tecnológico más equitativo.

Asimismo, desde su Reunión de Alto Nivel sobre Cambio Climático, en 2022, instan a una mayor cooperación para acciones concretas de mitigación de la crisis climática, el desarrollo de las energías limpias y las tecnologías bajas en carbono, al impulso de las iniciativas y desarrollos en China y en Brasil (a partir del retorno de Lula).

A pesar de la evidente (y a veces problemática) diferencia de trayectorias históricas, estructuras políticas y coyunturas económicas, las cinco naciones han mantenido niveles de coordinación política, que algunos autores caracterizan como “geometría variable”, más allá incluso de drásticos cambios de orientación de sus gobiernos y la permanente acción occidental por profundizar sus diferencias y desarticular el foro.

La Cumbre de 2014, en Fortaleza, Brasil, dio dos pasos de crucial importancia para una asociación menos informal. Allí firmaron el Tratado de constitucióndelNuevo Banco de Desarrolloy el Acuerdo de Reservas de Contingencia.

Ambos son, aunque en forma todavía embrionaria, una clara alternativa política al FMI y el Banco Mundial, permanentemente criticados por su trato desigual y coercitivo con las naciones en desarrollo.

El Fondo de Contingencia ronda ya los 100 mil millones de dólares y el NBD ha ejecutado más de 30 mil millones en financiamiento de obras de infraestructura y adaptación al cambio climático.

Ladrillo tras ladrillo (brick by brick) los BRICS se convirtieron, luego de la Pandemia y del estallido de la guerra en Europa, en una alternativa para un orden internacional más justo, frente al desvanecimiento de la ONU y el naufragio del G20 en la Cumbre de 2022 en Indonesia.

Desde entonces, 19 naciones de Asia, América Latina y África aspiran a sumarse al organismo y al NBD (Argentina y Arabia Saudita parecen las más próximas).

El 1 y 2 de junio últimos se realizó en Ciudad del Cabo la reunión de ministros, preparatoria de la XV Cumbre, en agosto, en Johannesburgo, Sudáfrica.

Allí se avanzó en una agenda que puede hacer de la Cumbre un hito histórico: un llamado a la reforma de las decisiones a nivel global, la inclusión de nuevos miembros -en lo que será el BRICS plus- y el avance hacia una moneda común que reemplace al dólar en el comercio entre los miembros.

Cómo señaló el periodista William Pesek, del Asia Times, los EE.UU. comienzan a perder lo que Valery Giscard d’Estaing llamó, ya hace mucho, “el exorbitante privilegio de imprimir la moneda de reserva internacional”.

Soplan nuevos vientos en los turbulentos mares que nos circundan. Una bocanada de aire fresco para un mundo ahogado por la guerra y la crisis climática.



(*) Historiador, ex rector de la Universidad Nacional del Comahue.
29/07/2016

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