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Columnistas
28/05/2023

Una auténtica celebración intercultural en el cine

Una auténtica celebración intercultural en el cine | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Tras haber sido proyectada en diferentes pantallas del sur, este miércoles 31 de mayo la película de historias corales “Cuentos de la Tierra” llega al Cine Español de Neuquén. Su estreno trae algunas visiones bien claras sobre lo que significa ser mapuche en los días que corren.

Fernando Barraza

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Casi desde su nacimiento como género de expresión artística, el cine ha entendido que puede comportarse a veces como un buen libro de cuentos, brindándole a quien se siente a ver una experiencia heterogénea pero con cohesión, comparable a lo que se logra entrando en el “Narraciones extraordinarias” de Edgard Allan Poe, o en “Las ciudades invisibles” de Ítalo Calvino, solo por mencionar dos libros que nos llevan de paseo por varios universos (cuentos) pero nos mantienen en la idea global de estar asistiendo a una misma poética. Lo destacable es que la primera vez que el cine hizo algo así con un largometraje fue en 1916 y se utilizó para hacer una de las películas más racistas y xenófobas de la historia del cine: “El nacimiento de una nación” de David Wark Griffith. Señalamos entonces que las usinas de pensamientos totalitarios y supremacistas tomaron desde este film exitosísimo al cine como canal de transmisión masiva de contenidos culturales e ideológicos, porque ese modelo se ha replicado -con más sutilezas que las presentadas por el bruto de Griffith- hasta nuestros días.

Pero nos estamos yendo por las ramas. Aquí -tomando el temprano ejemplo de 1916- íbamos a hablar de lo que le rindió a David Wark y a su naciente empresa de producción de films el haber contado un film de manera coral. Y él fue el primero. Luego llegaron cientos y cientos de cineastas que fabricaron estos hermosos “libros de cuentos audiovisuales” dejando películas inolvidables como “Short Cuts” de Robert Altman, “Ciudad de Dios” de Fernando Meirelles, “Una noche en la tierra” de Jim Jarmush o “Relatos Salvajes” de Damián Szifron. Todas ellas dieron en el clavo de la masividad, pues su fórmula, la de pequeños universos individuales entrelazados por un eje, fue decisiva para que el mensaje llegue, haga reflexionar y guste.

En esta línea se encuentra la película que este miércoles próximo se estrena en Neuquén, en el emblemático Cine Español. Se trata de “Cuentos de la Tierra” la octava película como director de Pablo Nisenson, el responsable de “La mirada del colibrí”, un potente documental que invierte la mirada estandarizada de que las urbanizaciones le “ganan terreno” a los “descampados”, tan en boga, y trae una visión fuerte y clara sobre los destructivos caminos de insensatez que como sociedades mercantilizadas estamos viviendo con una naturalidad que a veces espanta.

Siete años después de aquel estreno, en el que Nisenson corrió el eje casi siempre antropocéntrico del cine para dejar que otros lenguajes -como el de los territorios y el de la biodiversidad- hablen, el director apuesta a más y hace nacer esta propuesta en la que cinco relatos independientes y entrelazados son contados con un enfoque común: el feyentun, que es el sistema de conocimientos filosóficos, creencias espirituales y pautas esenciales de construcción de sociedad del pueblo mapuche.

La experiencia de esta película es realmente intercultural y hay que tomar nota de ello, porque este tipo de acciones de trabajo cultural en el que se cuentan aspectos de la vida y la cultura de los pueblos originarios suelen hacerse por lo general de una manera muy paternalista y colonial y la forma le gana al contenido, que nunca se aparta del punto de vista blanco/occidental/europeísta. No es este el caso, más bien todo lo contrario.

Si bien la industria del cine a través de su marketing global nos ha hecho creer que cada película es el fruto de la visión individual de un director o directora, y del buen oficio de una o dos personas que prestan su nombre para los protagónicos, la realidad concreta que está oculta detrás de este presupuesto es que una película es uno de los acontecimientos de trabajo artístico más colectivos que pueda existir. Este film lo demuestra con creces: tenemos un director interesado en correr el eje del relato de lo que su propia cosmovisión individual puede decir y mostrar, para esto convoca a Viviana Suárez, que se sentará a escribir el guion junto a él y asistirá la dirección. Pero antes de sentarse a producir, hacen lo que debe hacerse para que la verdadera interculturalidad florezca: recorren los territorios que van a narrar buscando las maneras en las que esos territorios y sus gentes cuentan su propia historia. Parece simple y básico, pero casi nunca se hace. El resultado final es este film, que -al decir de Pablo y Viviana en cada nota que dan- no es de ellos, sino que es un trabajo que solo fue posible porque abrieron el juego para que las comunidades de los lugares en los que rodaron participen en todo: en aspectos relacionados a la escritura del guion, en las actuaciones, en la producción general y en la música. Es acertado: una cosmoviencia no se puede expresar sin que en la producción artística no aparezcan sus cosmovivientes como protagonistas constructores de ese elemento final (en este caso: una película). Quien no entienda esto, solo estará repitiendo el discurso más o menos correcto de la hegemonía occidental, es decir: estará filmando “Danza con lobos” una y otra vez.

“Cuentos de la tierra” tiene la impronta, la estética y el contenido mapuche. Sus cinco historias hacen un paseo por mucho de lo más importante del ser y proyectarse hoy como mapuche (mapu tierra, che persona = personas de la tierra). Todas ellas se van desandando al ritmo del epew (contada) que es la clásica y ancestral manera de narrar sus historias que el pueblo mapuche posee desde tiempos remotos. Todas ellas tienen la traza fluida de la narración oral.

“Gnen Ko” (Espíritu del agua) hace hincapié en la espiritualidad, que está estrechamente ligada a la habitación de un territorio y sus fuerzas, en este caso la del río y un padre y un hijo que lo navegan para despedir el espíritu de una ñaña (mujer) que ha partido. La cosmovivencia de esas personas con el entorno se topará de frente con lo que el hermano Ailton Krenak llama “el tiempo de la mercancía”

“Kürüf mew” (Por el aire) nos cuenta la historia de un amulzugufe (comunicador) de una radio comunitaria que debe posicionarse como mapuche urbano (el personaje está protagonizado por Juan Palomino) en comarcas donde lo mapuche se propone como lo díscolo, lo contrario a ser sensato y civilizado. En pewma (el sueño) encontrará respuestas clave, porque para el pueblo mapuche pewma no es la sublimación del inconsciente, sino un territorio más de todos los que se habitan.

“Perimontun” (Revelaciones) es quizás la historia que más disfrutarán las personas mapuche, porque se enraíza mucho en el feyentun y va a buscar a través de la figura del perimontun algo que el pueblo mapuche sabe, pero la mayoría del resto de las sociedades habitantes de estos territorios desconoce o desoye: la música, como expresión viva, no pertenece a autores, es uno más de los lenguajes posibles entre las fuerzas del ixofijmogen (biodiversidad). Así como el español, el alemán o el mapuzugun no tienen propietarios humanos que lo puedan reclamar como suyo (a pesar de que las academias hacen el esfuerzo de apropiárselos), el ayekan, la música, es un lenguaje de todas las fuerzas y no tiene autores ni dueños. Imaginen a un joven contrabajista que va a tocar Vivaldi sintiendo esto a través de un perimontun (revelación). Fuerte, ¿no?.

“Tañi Mapu” (Nuestra Tierra) es el más político de los cinco, y esto es hablar bien de él, porque por lo general las visiones políticas de cualquier cosa suelen ser demonizadas en esta sociedad que ha comprado una tarjeta de pasatista e individualista con una sonrisa en la cara. Pero no, aquí estamos diciendo que esta corto, que narra una historia súper sencilla de como una chuchu (abuela) “del campo” habita los territorios comunitarios ancestrales con la impronta y el kvme felen (buen vivir) internalizado, es asediada por las ideas “lógicas” de la “civilización”. Su propia familia y los agentes civiles de la ciudad lindante la tildan de desprotegida, insensata y hasta casi de loca por querer vivir allí. Aplausos totales para Luisa Calcumil, que ha protagonizado como nadie sería capaz de hacerlo este impactante relato sobre filosofía del ser y sobre -aquí un tema bien picante- territorialidad.

El último de los relatos es “Piren” (Nieve), que es el nombre de una niña que diariamente camina a través del bosque varios kilómetros para ir a una escuela en la que recibirá una educación formal que se choque de frente con todo lo que su gente y el mismo territorio le muestran y enseñan cada día de su vida. La tensión que la pequeña Piren vive, es la que viven miles de niñas y niños mapuche tanto en Puel Mapu como en Gulu Mapu. Mostrarla con la sutileza y belleza con la que se muestra en este relato, es un gran acierto.

Todos los relatos están en blanco y negro porque -al decir de sus realizadores- era la mejor decisión estética para dar cuenta de que los seres humanos y el territorio están perfectamente amalgamados. Bien ahí.

Acompañar el estreno de esta película es importante, porque sienta un precedente fuerte sobre trabajo intercultural. Puede que la visibilidad que cobre esta producción “mixta”, tan bien contada en su eje originario, permita que el foco caiga sobre muchas otras producciones enteramente mapuche que ya se están produciendo a ambos lados de la cordillera.

Los caminos del odio y del racismo están abiertos y pavimentados por la misma gente de siempre, la misma que en 1916 financió la película “El nacimiento de una nación” para que las masas odiaran a los negros y a la libertad equitativa. Pero nada es taxativo, con las misma herramientas narrativas, 107 años después tenemos esta hermosa película.

El pueblo mapuche tiene una palabra hermosa para expresar el deseo de que algo suceda, esa palabra es “pewmagen”, que si se la traduce de manera muy lineal sería algo así como “el espíritu rector de un sueño”, como pidiendo con el deseo que ese espíritu aparezca y el sueño se cumpla. Pues bien: pewmagen de aquí en más el cine mapuche, y el de los pueblos originarios en general, comience a hacerse cada vez más masivo.

Cuentos de la tierra” se estrenará en Espacio INCAA del Cine Español desde el lunes 29/5 a las 22 horas, el martes 30/5 se proyectará a las 20 hs y el miércoles 31/5 a las 20 hs habrá una proyección especial con presencia de actores y actrices del film. Ese mismo día, a las 11 de la mañana habrá una conferencia de prensa abierta y pública en el Cine Español en el Hall en la que varios protagonistas del film compartirán la mesa con integrantes de la Confederación Mapuche de Neuquén y la Dirección de Pueblos Originarios del Ministerio de las Culturas de Neuquén.

29/07/2016

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