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Columnistas
07/05/2023

La persistente autolaceración de Occidente

La persistente autolaceración de Occidente | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

En casi ningún escenario Rusia será derrotada, pronóstico en el que coinciden todos los analistas occidentales serios, entre los cuales se cuentan varios expertos norteamericanos.

Oliverio Jitrik

Los desvaríos de Occidente

Vivimos una época que pone en duda una vez más el papel que desempeña la Historia como inhibidor de futuras catástrofes; pareciera que no hay manera de aprender y dejar de condenarse, hoy los artífices de esta cerrazón es el bloque que integran los Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Europea, hoy atorado en un callejón sin salida. Si, al presente y por ventura, este colectivo entrara en razón y dejara de abonar un conflicto potencialmente nuclear, sus decisiones quedarían solamente en la destrucción de Ucrania, en varios centenares de miles de muertos y en la catálisis a un Nuevo Orden Mundial, que ahora será forzosamente multipolar. Desgraciadamente, el rumbo parece ser el mismo. El escenario tenderá a complicarse a medida que entren más países a la OTAN -como Finlandia-, si se prolonga la inyección de armas y municiones a Ucrania, o si a Biden decida atacar a Crimea, entre otros desatinos. Y, lo único que ha logrado Occidente en lo militar es, irónicamente, forzar el desplazamiento hacia el oeste del frente ruso, con el traslado de armas nucleares a Minsk. Justo lo que Europa quería conjurar con su, por lo menos, aquiescencia ante los anhelos otanistas de Zelensky.

El envío de tanques Leoparda Ucrania o los veredictos contra Putin en La Haya quedan, al día de hoy, como manotazos de ahogado ante la inminente caída de Bajmut.

Todo aquello evidencia que en Washington no están pensando del todo bien, como si los asesores de sus dirigentes fueran recién egresados de Brown o Cornell.

Tampoco Europa ha mostrado lucidez alguna... la paranoia anticomunista (y de paso antirrusa) de la Guerra Fría hizo a Europa generosa en brindar territorio para instalar bases militares norteamericanas que hoy son, para Rusia, simples blancos tácticos a destruir, en el caso de que este país se vea obligado a responder a una agresión directa de la OTAN o que, como sostiene Paul Craig Roberts(1), Putin sea empujado a perder la guerra y la misma existencia de Rusia se vea comprometida. Dado que esta agresión, en realidad, ya está ocurriendo, es solamente la paciencia de los rusos -o falta de decisión, según el mismo Roberts- la que pareciera mantener suspendida esta posibilidad.

Mientras tanto, la tropa ucraniana es gradualmente eliminada a tasa constante por la artillería rusa, sumándose a los ya centenares de miles de bajas. En casi ningún escenario, entonces, Rusia será derrotada, pronóstico en el que coinciden todos los analistas occidentales serios, entre los cuales se cuentan varios expertos norteamericanos.

La pobreza de análisis de Washington es aterradora. Jugarle al bullyen Ucrania desde 2014 y ordenarle a esa categoría de supervasallos -Francia y Alemania- la traición del Protocolo de Minsk han llevado al mundo a peligros hasta ahora desconocidos. Hace algunas semanas se le fue la lengua a la tan ponderada Angela Merkel, cuando reconoció que Minsk se firmó sólo para no ser cumplido y de esta manera ganar tiempo para que se armase Ucrania(2,3). Incluso llegó a declarar un "arrepentimiento" por dispensar buen trato a Putin en el pasado, cuando ella estaba en funciones. ¿Cómo calificarlo? Merkel confirma la perversidad de estos eurodirigentes y prueba que la UE es prácticamente una agencia al servicio directo de Washington, desdeñando la función para la que en teoría fue creada: la defensa de los intereses europeos. La perversidad suele encubrir destinos trágicos para quien la ejerce, y la dirigencia europea ahora está iniciando un consistente seppuku, una autofagia en aras de vaya a saber qué concepto superior, ya sea el libre mercado, la hegemonía de la anglósfera(como llama el periodista mexicano Jalife a la coalición del "mundo libre"), o la mentada sumisión absoluta a los EEUU. Sin embargo, como en todo, aparecen en Europa contradicciones saludables: Macron declaró este abril, después de su viaje a Beijing: "En todo, Europa debe reducir su dependencia de Estados Unidos y evitar verse arrastrada a una confrontación entre China y Estados Unidos por Taiwán (…) Si las tensiones entre las dos superpotencias se calientan… no tendremos tiempo ni recursos para financiar nuestra autonomía estratégica y nos convertiremos en vasallos". Es encomiable que Macron reconozca la posición de vasallaje, aunque la ubique en un futuro potencial. En cualquier caso, ¿será acaso el vislumbre de una racionalidad tan postergada en Francia?

En cuanto a los EEUU, el verdadero amo, hay que aceptar que poco puede hacerse con la actual administración que lo gobierna, el grupo belicista responsable del mayor número de acciones militares extraterritoriales realizadas por país alguno en los últimos 20 años. Con esto no se afirma de ninguna manera que, de ganar los republicanos en las elecciones de 2024, el fanatismo unipolarista neoconpueda aplacarse. Pero es necesario recalcar también, que en la administración de Trump el intervencionismo se minimizó como nunca, si usamos el parámetro de megamuertes(millón de muertos), que hoy -resulta un misterio la razón- suele ser soslayado. Este número fue, como consecuencia de las acciones de las últimas administraciones demócratas -con la interfase republicana de George W. Bush en el medio-, excesivamente alto. Buena parte de las bases domésticas del conflicto actual fue descrita y pronosticada por Diana Johnstone, veterana periodista norteamericana(4).

Las peligrosas estrategias de Occidente contra Rusia no se detendrán si no se crea conciencia en la población de los Estados Unidos, tal como ocurrió en la guerra de Vietnam. La histeria rusofóbica se multiplica día a día y los habitantes del mundo libreno han querido darse cuenta de que, en realidad, se han convertido en inadvertidas víctimas del globalismo occidental, este sistema que inocentemente no logran captar como absolutamente totalitario, sólo porque no se parece al comunismo chino o a la Rusia de Putin(5).

Guerra de información

La cacareada libertad de información parece en desuso en Occidente: como parte del terror a que los rusos les expongan verdades en su cara, Europa decidió por consenso bloquear el canal de TV ruso RT, de modo que están condenados a la desinformación. En la prensa occidental se han ocultado rigurosamentelas marchas de marzo por la paz (en el sentido de repudiar a la OTAN) en Berlín, Praga, Roma y Londres.La ignorancia aceita los caminos a la destrucción global, como tan claramente lo explica Scott Ritter, exinspector de armamentos de la ONU(6).

Informar por la libre es peligroso en estos días: en San Petersburgo fue asesinado en un atentado con explosivos Vladen Tatarski, conocido bloggerruso. Un hecho lamentable que tendrá graves repercusiones. Scott Ritter ha señalado repetidamente que la provocación a Rusia por parte de los Estados Unidos es la causa de la guerra. Desde luego, está amenazado de muerte por los esbirros de Zelensky y haría bien en cuidarse.

La causa en contra de lo que denominan "la invasión rusa" (el concepto de "operación especial" no es muy apreciado de este lado del mundo) o "a favor de Ucrania" está, por su lado, bien arraigada en la esfera autopercibida como progresista(occidental, por necesidad): socialdemocracias europeas, partidos verdes. Se olvidan de que hay armas nucleares en juego, y omiten de forma reiterada los más de 10.000 muertos en Donbass y las insignias de calaveras de la Waffen SSexhibidas en los uniformes de oficiales ucranianos. Desacreditan inclusive al hoy más tibio Chomsky por ser parte de una "izquierda confundida", demodé, y cuyos lemas se quedaron en viejas consignas de la década del 60. Para Slavoj Zizek, tanto filósofo esloveno como liberal contumaz, Occidente debe seguir impulsando la defensa de Ucrania cueste lo que cueste. Y no tiene problema en afirmar que lo de Putin es puro y simple imperialismo ruso. La colección de mentiras y negacionismo que difunden estos personajes es verdaderamente desquiciada.

Aunque el embajador polaco en Francia no lo entienda(7), esta guerra podría haberse evitado de haberse cumplido los acuerdos de Minsk, y si Europa hubiera comprendido que las estrategias de Occidente en Ucrania representan -efectivamente- una amenaza a Rusia. ¿Son tan firmes los paradigmas que lo impidieron?

Mucho de la exposición del verdadero estado de la cuestión la hacen hoy, desde medios alternativos, los mentados Paul Craig Roberts y Scott Ritter, Jeffrey Sachs, el coronel Douglas Mac Gregor (8), el prof. Mearsheimer (9)y Ray McGovern(10)-analista histórico de la CIA para la URSS, o Xavier Moreau(5). Lo que exhiben estos valientes, a pesar del aparato masivo de información occidental, hará reexaminar sus creencias a cualquier persona de buena fe. Y, si no logra comprender estos conceptos, deberá aceptar sin demasiadas premisas de por medio que, además de odiar a Rusia, también aborrece a París y a Londres.

Negociaciones y BRICS

A más un año de guerra, con miles de muertos en ambos bandos, cientos de miles de heridos, con la infraestructura de Ucrania dañada en un nivel difícil de recuperar, con la pérdida del 25% del territorio más productivo (y ya anexado a Rusia, ratificado en su Constitución), la dilapidación de recursos y stocks militares a un grado que la misma OTAN reconoce imposible de reponer en el corto plazo, la economía global en declive y un proceso acelerado de desglobalización en tránsito, nuevamente convivimos con la amenaza de un conflicto nuclear apocalíptico. ¿No hubiese sido más conveniente encontrar la solución a este conflicto a través del diálogo diplomático que ya había sido iniciado? Habría que preguntárselo a Joe Biden y a sus vasallos europeos, acaso indispuestos por la reunión bilateral de Putin y Xi Jinping de marzo.

Occidente sigue declarando que "Ucrania" va a ganar (o está preso de una compulsión suicida) esta guerraproxy. Es como el personaje de un chiste contado en Corrientes para ilustrar que sus vecinos de Rio Grande do Sul tienen fama de agrandados. Un gaúchoestaba ahogándose en el río Uruguay, pero alcanzó a decir: "oh Río Uruguay, que te estoy bebiendo poco a poco". Justo Brasil ha dado un paso gigantesco: Lula en Beijing, Lavrov en Brasilia. De este lado del río Uruguay, si alguna vez se actúa justo al revés de lo que opine La Nación, debemos con urgencia sumarse al BRICS. Pocos meses antes de renovar la entrega del país por piezas.

 

Referencias:

 

(1) Paul Craig Roberts, economista norteamericano

 

(2) Lorenzo Ramírez (Relaciones internacionales), sobre Merkel

 

(3) Jesús López Almejo (relaciones internacionales) sobre Merkel

 

(4) Xavier Moreau sobre Rusia


(5) Diana Johnstone, periodista norteamericana

 

(6) Scott Ritter:

YouTube

www.scottritterextra.com


(7) Embajador polaco en Francia

 

(8) Coronel Mc Gregor

 

(9) Prof. Mearsheimer

 

(10) Ray McGovern

29/07/2016

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