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Son 8 los monos. Hoy quedan apenas 15 días para las elecciones. Pero en realidad no son 15 los que cuentan, en el medio están los sábados y los domingos y el feriado de Semana Santa. Son 8 los días hábiles, los que cuentan seriamente en esta recta final de la campaña electoral. Un soplo.
El plato fuerte, no cabe duda, es la pelea entre el MPN y Rolando Figueroa. En qué medida el retador, surgido de las entrañas del monstruo, al que por lo mismo conoce bien por dentro, será capaz de convencer a los votantes de que encarna el cambio que supuestamente ellos esperan y necesitan.
Del otro lado, el partido provincial intenta convencer al electorado de que no es preciso tal cambio porque todo o casi todo está suficientemente bien y lo que no lo está puede ser cambiado desde adentro y, sobre todo, sugiere que arriesgar lo que se tiene por un canto de sirenas es un salto al vacío.
Como corresponde al último tramo de una pulseada en la que ambos se juegan el todo por el todo, la campaña es febril. El que gane, parecerá que siempre tuvo razón, ¡faltaba más!; el que pierda, ¡ay del que pierda! No hallará paz en la tierra.
Mientras tanto, uno de los principales objetivos de unos y otros es por estas horas, hacer docencia sobre la dichosa boleta electrónica. La pantalla, tal y como se presenta, con 10 listas de Koopmann, 9 de Figueroa y 5 de Rioseco, es un laberinto. Para no contar las 13 listas del señor Gaido y las 12 de don Peláez, un verdadero manicomio. En serio, ¿cuando impuso la maquinita del demonio en lugar de la boleta de papel, el MPN pensó que era un paso adelante? Tal como se presenta la pantalla en medio de un panorama político fragmentado y ultrapragmático, la BUE parece un gol en contra.
Otra: algunos dicen que el destino de la elección se juega en la capital, que cuenta nada menos que con el 41% del padrón. Si así fuera, la gente del MPN tendría que encontrar una fórmula para el hipotético traslado de votos. Acaso, Peláez también. Otros, empero, sostienen que la elección se gana en cada mesa. Y atribuyen el triunfo a unos u otros en no pocas localidades.
Las encuestas “hablan” dicen algunos. “Son solamente fotos y un método fracasado para medir intención de voto”, dicen otros. Aclaran que los sondeos “truchos” u optimistas, para decirlo más suave, no convencen a nadie, ni a los indecisos ni mucho menos a los que tienen opinión formada, y que por lo tanto no conviene agitarlos.
El resultado, ¿será empate técnico, con dos o tres puntos de diferencia? ¿O habrá un vuelco a último momento y el que gane sumará más de un tercio del electorado¿ ¿Hay polarización, como pretenden los de Figueroa o hay un panorama dividido en tercios, como dicen los de Koopmann?
No se apure, en pocos días más lo sabrá.
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