Hubo dos episodios políticos en la última parte de la gestión como senador de la Nación de Elías Sapag, en la década de los 80, que pusieron a prueba su identidad peronista. Una fue la ley de democratización sindical conocida como la ley Mucci y otra el plebiscito por la negociación con Chile por la posesión de tres islas en el canal de Beagle. En las dos ocasiones el senador votó en contra de las intenciones del entonces presidente Alfonsin, ratificando su posición de opositor peronista pese a representar a un partido de distrito, el MPN.

En la primera su voto fue decisivo porque fue el suyo el que hizo la diferencia rechazando la ley. En el segundo su voto fue negativo pero igual prevaleció la posición oficialista.

Su posición fué aplaudida por la CGT de entonces cuyo secretario general era Saul Ubaldini, que públicamente agradeció a Sapag por el signo de su voto.

Por su parte Felipe Sapag no compartía la posición de su hermano y para el caso del plebiscito dio su apoyo explícito a la gestión de Alfonsín, determinando un triunfo aplastante de la posición oficial en Neuquén.

No es que los Sapag hubiesen sido opositores ideológicos de quien detentaba la presidencia de la Nación en ese momento. Por el contrario, especialmente Felipe siempre exaltó el valor de la democracia acompañando en la intención a gran parte del pueblo argentino y en especial a la empresa radical, pionera en la recuperación del régimen democrático en ese momento de la historia argentina.

Fueron momentos de gran gravitación política de una provincia que dejando de lado su tradición pragmática de acompañar a los gobiernos nacionales cualquiera fuese su signo, tomó partido por la democracia, en tiempos de la inclemencia autoritaria.

Hoy el planteo es también decisivo entre dos alternativas. Avalar al gobierno popular o apoyar explícitamente o en silencio a partidos de la derecha, lo que contribuye a dejar abierta la puerta para su avance.

Quizás haya que recordar aquella ratificación pública de Elias Sapag en su calidad de peronista, fundador del partido MPN, para orientar a su electorado hacia un gobierno nacional y popular.

La derecha transige habitualmente en estos conflictos que ponen en juego la soberanía del país, a favor de los grupos concentrados del poder y a los designios del Imperio, con lo que la prioridad peronista por la soberanía política está en riesgo de ser perdida.

Un partido de esencia popular e identificado con el peronismo no podría tener una posición indiferente en esta instancia tan decisiva para el futuro del país.