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Roberto Bacman, sociólogo y director de la consultora CEOP Latam analizó el presente político del Frente de Todos y consideró que “al peronismo le cuesta romper con el criterio con el cual nació, que es el verticalismo”, y como no tiene “un liderazgo absoluto” en este momento, “es importante encontrar un mecanismo, una mesa de toma de decisiones, donde se puedan decir todas las cosas”.
“La pelea de Alberto y Cristina genera debilidad, hay que correrse de esa pelea y si la pelea se da, se dará en cuatro paredes, pero donde haya otros que pueden intervenir; entonces tiene que haber una mesa de conducción”, definió el analista político en este diálogo con .
Y agregó que “mientras el frente se siga peleando el riesgo más grande que existe es que pierda las elecciones del 2023 y que vuelva la derecha a la Argentina”.
En este marco, lo que planteó Bacman es que además del problema de la unidad, que podría resolverse en las PASO, es cómo llega el gobierno y “en el centro de la escena está el gran desafío y se llama inflación de alimentos”.
“El Frente de Todos sabe que si rompe la unidad hoy está perdida la elección del 23 y el albertismo o la gente más cercana a Alberto, necesita aprobar el desafío de la economía, que la economía mejore y sobre todo que baje la inflación”, completó el sociólogo.
-¿Cómo analiza la discusión de la unidad hacia adentro del Frente de Todos y lo que ocurrió estas últimas semanas?
-Al peronismo le cuesta romper con el criterio con el cual nació, que es el verticalismo. El peronismo ha tenido fuertes verticalismos en su historia, empezando por el propio Perón que no dejó en ningún momento que se discuta su liderazgo hasta tal punto que llegó a echar a los montoneros de la plaza en el ‘74. Luego tuvo a Menem que lo condujo hacia un peronismo muy particular, muy sui generis. Y luego aparecieron los Kirchner, Néstor primero y Cristina después, que manejaron el peronismo hasta tal punto que hoy se sigue llamando kirchnerismo. Este peronismo que sufrió bastantes rupturas, que le fueron quitando su fortaleza electoral hasta la derrota en las elecciones del 2015 y luego la de 2017, donde un peronismo dividido daba una ventaja comparativa importantísima. Luego vino la decisión de Cristina de dar un paso al costado, y vino Alberto, y fue una buena coalición electoral, ganó en primera vuelta, cómodamente. Y a partir de ahí nació el problema, nunca encontró un modelo de conducción, esto es una realidad, desde la primera declaración de Cristina, la de los funcionarios que no funcionan. Esto que nunca se solucionó entró en eclosión con esta cuestión del pago al Fondo Monetario Internacional. La deuda genera un problema serio porque con el fondo no podemos esperar nada bueno. Cuando hay un problema uno no solamente tiene que mirar las consecuencias, también tiene que mirar las causas, el primer análisis que hay que hacer es que esas causas se remiten a la derrota de Scioli en el 2015, el triunfo de Macri, porque por ese triunfo después vino el fondo.
-¿Alberto Fernández no logró establecer un liderazgo a partir de sus políticas?
-No, y si lo quiso hacer ese liderazgo generó conflictos. Alberto planteaba, yo soy el presidente, Cristina lo dijo varias veces, vos tenés la lapicera, pero esto generaba conflictos. Quizás lo que no pudo realizarse, no es culpa solo de Alberto, es una sociedad y cuando pasa esto en una sociedad, no tiene la culpa un solo socio. Creo que se está encontrando un formato, por lo que está pasando estos días, con este impuesto o blanqueo, como lo quieras llamar, es parte de, en términos dialécticos, de la síntesis entre una tesis y una antítesis; encontraron esta síntesis. El miércoles le pidieron la renuncia a Félix Crous, de la Oficina Anticorrupción, porque en un año no movió la causa contra Macri y los funcionarios que tuvieron que ver no solo con el crédito del fondo sino con el manejo del Banco Central, para que digan dónde están los 46 mil millones de dólares. Este es otro tema que impulsan mucho desde el cristinismo. Y esa causa no existe, aparentemente Crous la tenía bastante congelada; algunos dicen que es un triunfo de Cristina; es parte del acuerdo que de alguna manera empezó a funcionar con esta síntesis. Con el proyecto para intentar pagar la deuda, por supuesto que es una idea más kirchnerista: busquemos por donde obtener el dinero, paguémosle, saquémoslo de la Argentina y que no vuelva nunca más.
-¿Le parece que el FdT debería dirimir esto en las PASO?
-Falta un año y medio, y en ese año y medio hay algo muy importante. Mientras el frente se siga peleando el riesgo más grande que existe es que pierda las elecciones del 2023 y que vuelva la derecha a la argentina. Y ya sabemos lo que puede pasar si vuelve la derecha, va a venir el Fondo Monetario, se va a sentar y va a negociar con la derecha las reformas estructurales del Estado que se hablan, que son la laboral, la previsional, la impositiva. Perder el 23 es muy riesgoso en este momento y para no perder hay que mejorar ahora, no solamente hay que lograr un acuerdo para llegar a las Paso. El riesgo es otro, que es un gran desafío, hay que bajar la inflación. Se conocieron indicadores macroeconómicos buenos, bajó la pobreza, bajó la indigencia, pero los indicadores macro no llegan al bolsillo. La gente necesita plata en el bolsillo para empezar a consumir, para mover al país, para ser más felices; porque esto es la felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación, como decía Perón. Hoy alrededor de un 70% expresa que o no llega a fin de mes o tiene dificultades para llegar a fin de mes. La gente se pone muy conservadora frente a esto, tiene mucho miedo porque le van a aumentar las tarifas, le va a salir más cara la luz y el gas, el cable, y no consume y por eso hay recesión. El Frente de Todos golpeado por esta interna en este último mes bajó algunos puntos en su performance electoral, pero el gran desafío es la inflación de alimentos especialmente.
-¿Cómo ve la discusión de la unidad de cara a la militancia y los votantes del FdT?
-Ahí se va a ver si esto lo define la militancia, los votantes del Frente de Todos, pero también lo define la gente común, este es el gran desafío. Para que podamos ver una lucha democrática del Frente de Todos en el año 23, esto significa que primero le haya ido bien económicamente, que haya podido controlar la inflación por ejemplo, que el país empiece a crecer, que salga bien esta maniobra para conseguir dinero para empezar a negociar nuevamente con el Fondo y empezar a pagarle una parte, y decirle que no nos presionen con el tema de subsidios, y que nos dejen que hagamos nuestra política, somos un país soberano. Pero después juega la gente, no es una interna cerrada, es una interna abierta, es una PASO, no juegan solo los militantes.
-¿Importa menos la cuestión de la unidad que la discusión sobre las condiciones económicas?
-Claro, lo que va importar en esa interna son los resultados, si a Alberto le fue mal, no creo que tenga ganas de presentarse a esa interna. Hoy como están las cosas, es zurcir por todos lados, esto es lo que está haciendo el frente, esto es la decisión por lo que veo de Alberto, de Cristina, de Máximo, de Massa, de los gobernadores, zurcir, zurcir, zurcir. Se viene un adelanto de elecciones provinciales, los gobernadores tratan de salvar el terruño primero. No se qué puede pasar en la provincia de Buenos Aires, antes era fundamental para el resultado. Hoy al problema que tenía el Frente de Todos en 2019 en Córdoba y Mendoza, se le suma Santa Fe que está complicada para el oficialismo, Entre Ríos, La Pampa, complicada también y Tucumán, donde Alfaro esta creciendo notablemente, un dirigente de Juntos por el Cambio, que viene del peronismo, y es el actual intendente de San Miguel de Tucumán. Hay muchos problemas por todos lados, probablemente muchos gobernadores se traten de separar de las elecciones nacionales para cuidar su terruño, con lo cual puede venir una elección diferente. Pero en el centro de la escena está el gran desafío y se llama inflación de alimentos. Creo que es esto, la unidad sostenida a toda prueba porque el Frente de Todos sabe que si rompe la unidad hoy está perdida la elección del 23 y el albertismo o la gente más cercana a Alberto, necesita aprobar el desafío de la economía, que la economía mejore y sobretodo que baje la inflación.
-¿Otro problema es que dentro del Frente de Todos hay distintas recetas para esto?
-Se están acercando me parece las recetas. Se vienen recetas más populistas, va a haber más control de precios, Massa está trabajando con su idea de buscar acuerdos con la oposición, con los grupos empresarios, se está trabajando en cómo bajar los alimentos, va a ser un tema difícil, es complejo. ¿Se animará el gobierno de Alberto a profundizar con leyes antimonopólicas, controlar los puertos del Paraná por donde hay una evasión impositiva espectacular con el tema de los granos? Vicentin es un ejemplo, hay muchos otros más. ¿Se podrá controlar a los formadores de precios, se podrá trabajar con esto de poner verdaderas segundas y terceras marcas? Estamos en una situación donde este es el gran desafío, en realidad para el Frente de Todos en su conjunto, porque si a Alberto le va mal en eso, no hay una interna posible. Me parece que están buscando un lugar común; muchas cosas que están pasando estos días son indicadores que se están buscando puntos en común. La primera es este blanqueo, el segundo elemento, el de Félix Crous, y no sé qué estarán pensando para trabajar en la inflación de alimentos, que es una cuestión de intervención del Estado. Y en esto yo creo que se pueden poner de acuerdo, porque Alberto no es un liberal y Cristina una populista, los dos están del mismo lado. Hay diferencias de matices, algunos son matices importantes, pero eso debería no llegar a la gente, debería resolverse en otro lado, debería encontrarse en un sistema de conducción diferente. El peronismo se transformó, en este momento no tiene un liderazgo absoluto.
-¿Cómo debería ser esa conducción?
-Yo diría una mesa de toma de decisiones. La conducción es clara, la Argentina sigue teniendo una lectura de la realidad presidencialista, verticalista, la tiene también cuando gobierna la derecha. No es un país con una cultura parlamentarista, como ocurre en Europa. Argentina sigue teniendo ese modelo caudillesco, de Rosas. Luego, Argentina se institucionalizó, pero este personalismo sigue existiendo. Con Roca, con Alem cuando creó la Unión Cívica Radical, con Yrigoyen, con Perón. Pero eso cambió en el peronismo, y ahí si es importante encontrar un mecanismo, una mesa de conducción, donde se puedan decir todas las cosas. Porque la pelea de Alberto y Cristina genera debilidad, hay que correrse de esa pelea y si la pelea se da, se dará en cuatro paredes, pero donde hay otros que pueden intervenir, entonces tiene que haber una mesa de conducción. Y eso no lo pudieron encontrar, y llegó a su extremo con la renuncia de Máximo, donde hubo errores de los dos lados, fue algo que se tendría que haber explicado más. Porque lo preguntamos en las encuestas y daba esto, cuando preguntábamos por qué se había peleado Máximo, la mayoría de los argentinos decía que era porque no quería pagar la deuda y no es así. Pero esto no es culpa de la gente que piensa esto.
-Es de la comunicación…
-Es de la no comunicación, porque al mismo tiempo, si cuando le preguntamos a la gente quién endeudó a la Argentina, si la endeudó más Cristina, Macri o Alberto y la mitad te dice que la endeudó más Macri, y la otra mitad te dice que fue Cristina más Alberto, entonces ahí tenés otra batalla de la comunicación perdida. Porque ellos si tienen comunicación, mienten mienten y mienten, y ese es un sistema comunicacional basado en los 11 principios de la propaganda política de Goebbels. Y el frente no tiene un sistema de comunicación que dé respuesta ni a sus propios conflictos ni a los conflictos que le crea la oposición.
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