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07/11/2021

El debate por la identidad mapuche

El debate por la identidad mapuche | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

La comunidad mapuche avanza en un proceso de reconstrucción identitario. Mientras el Estado argentino marcha a paso de tortuga en cumplir con preceptos establecidos en la Constitución, hay sectores políticos y económicos que apuestan por una escalada de violencia.

Leandro Etchichury *

En el año 2012 me tocó trabajar en la localidad de Cushamen como voluntario de la organización humanitaria Cascos Blancos (CCBB), dependiente del ministerio de Relaciones Exteriores, en el marco de un proyecto que buscaba desarrollar la gestión local del riesgo ante desastres, trabajando con los saberes locales, en particular el de las comunidades indígenas. Los hechos ocurridos en 2017, que culminaron con la muerte de Santiago Maldonado, el asesinato de Rafael Nahuel, y los más recientes que buscan estigmatizar a las comunidades mapuches, privilegiando todo tipo de intereses económicos, me llevaron a revisar mis notas de aquella experiencia.

Creada por ley provincial Nº 652, del 13 de mayo de 1966, la Comuna Rural Cushamen, ubicada al noroeste de la provincia de Chubut, no llegaba a los mil habitantes (2010), en su mayoría descendientes de pueblos originarios mapuche-tehuelches, cuya principal actividad económica es la ganadería de subsistencia (cabras y ovejas), y la confección de tejidos en telar. El relieve es el de sierras de altura media y baja, con mallines que acompañan las rutas de escurrimiento, alta aridez y un avanzado proceso de erosión que dificulta un desarrollo productivo que es de subsistencia.

Los centros urbanos más cercanos son El Maitén, a aproximadamente unos 70 km, y Esquel, a 162 km. Las rutas y caminos de acceso son de ripio, existiendo por entonces un servicio de transporte público que posee una frecuencia de tres veces por semana.

Cushamen Centro, principal núcleo urbano de la Comuna Rural Cushamen, dispone de una escuela primaria (hay otras cuatro distribuidas por la Comuna), una escuela secundaria, centro de salud, juzgado de paz, comisaría, almacenes, gimnasio y una cooperativa eléctrica que ofrece servicio las 24 horas. Cuenta también con televisión satelital y antena de una empresa de telefonía móvil.

La población originaria

Según la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (ECPI) llevada a cabo por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), durante el período 2004 – 2005, la población indígena total en la provincia de Chubut estaba estimada en unos 24.000 habitantes, representando el 4% del total de la población indígena del país (poco más de 600.000 habitantes), y el 5,5% de la población total (indígenas y no indígenas) de la provincia (445.458 habitantes).

Según esta misma fuente, el 53% de la población indígena de la provincia se autoadscribe como de la etnia Mapuche, siendo el siguiente grupo referenciado el Tehuelche. Ambos pueblos se encuentran mixturados en el norte patagónico, lo que da lugar a que algunas organizaciones se definan como mapuche-tehuelches.

La narrativa histórica1 señala para la región que el cacique Miguel Ñancuche Nahuelquir cruzó la cordillera hacia el actual territorio argentino a mediados del siglo XIX, instalándose en la zona de Junín de los Andes donde habitaba el pueblo Huiliche, conocidos como los Manzaneros, por entonces conducidos por Valentín Saihueque, de fluidas relaciones con las autoridades argentinas.

Hacia finales de la década del ‘70 del citado siglo, el gobierno argentino toma la decisión de conquistar y consolidar las fronteras nacionales hacia el sur (situación que también se producía en Chile) en los territorios pampeanos y patagónicos, en poder de distintas comunidades indígenas, con una marcada preeminencia de la cultura mapuche. Se produjo así la llamada “Conquista del Desierto”. Nahuelquir decide entregarse junto a su hermano Fernando y el resto de la comunidad que lideraba en el año 1883.

Tras algunos años prisioneros -los pueblos derrotados sufrieron humillantes condiciones de dispersión, aculturación y esclavitud-, los hermanos Nahuelquir se adaptaron al nuevo escenario obteniendo unas 125.000 hectáreas en la zona de la actual Colonia Cushamen, lugar en el que organizaron una reserva mapuche-tehuelche donde se entregaron lotes familiares (200 lotes de unas 625 hectáreas cada uno), que dadas sus estrategias productivas no estuvieron alambrados.

Con la creciente inserción de esta región a la economía y al sistema político nacional, los descendientes de aquellos pueblos originarios se vieron obligados a abandonar sus prácticas sociales y económicas, que incluían el uso de un amplio ámbito territorial, transformándose en pastores y artesanos en un espacio cada vez más limitado y físicamente diferente al que habitaban sus antepasados.

La comunidad

Para poder llevar a cabo el proyecto de CCBB, se trabajó en conjunto con el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), autoridad de aplicación nacional en la materia, con quienes se analizó las posibles áreas de trabajo y como autoridad de aplicación fueron los encargados de vincular a las autoridades de CCBB con la comunidad indígena de Cushamen, a través de su werkén2, vinculado por linaje familiar al fundador de la comunidad.

La población de Cushamen tenía experiencia y ya había construido una mirada crítica con respecto a estudios y jornadas anteriores realizadas por investigadores, académicos y organismos vinculados a políticas de desarrollo. Si bien la recepción fue buena, a lo largo de nuestra estancia se hizo manifiesta la crítica a quienes se acercan para obtener conocimientos sin ningún tipo de aporte hacia la comunidad.

Fueron nuestros jóvenes interlocutores quienes tomaron la decisión respecto a que el núcleo principal de los participantes de las jornadas de trabajo fueran los ancianos más referenciados (muchos de ellos loncos3) de las distintas comunidades que estructuran al pueblo mapuche-tehuelche de Cushamen.

En esos encuentros se puso en valor el reconocimiento de las prácticas locales de organización y participación comunitaria, así como hicieron evidentes sus puntos de encuentro y desencuentro con las distintas instancias gubernamentales. Desde el inicio, los jóvenes referentes comunitarios se fueron apropiando de la dinámica de ese espacio, orientándolo hacia una recuperación de saberes en general a través de los relatos de sus mayores.

Durante el trabajo de CCBB algunos de los participantes destacaron el Futa Trawn (gran encuentro) que se llevó a cabo en Cushamen, en marzo de 2010 (tras largos años de ausencia según se comentó), en el que se convocaron unas 70 comunidades mapuche-tehuelches de Chubut donde entre otras cosas se remarcó “la necesidad de obtener el conocimiento ancestral y sus normas para poder determinarnos con más fuerza como pueblos originarios”.

La pérdida de la lengua, principal eje estructurador de la cultura de un pueblo, fue puesta en el centro de los cuestionamientos a un proceso de aculturación que sienten se aceleró con las últimas generaciones.

Con el desarrollo de las jornadas, se acercaron a participar más miembros juveniles de la comunidad interesados en organizarse bajo una referencia étnico-cultural. Los temas de organización y participación comenzaron a confluir hacia un escenario de “reencuentro” intergeneracional que se fue construyendo en el taller. Los viejos y su bagaje cultural e histórico fueron colocados en un lugar de reconocimiento y de necesaria continuidad. Sobre el final se atravesó un momento de fuerte emotividad entre los presentes, quedando revelado un proceso de resignificación identitario.

Para mí es muy difícil, hay cosas que no se pueden recuperar”, asegura un hombre de edad mediana; ante lo que una mujer mayor le contesta: “eso depende de nosotros mismos, tenemos que incentivar a nuestros hijos, estos son nuestros temas. Cuando vino el maestro, el hombre blanco, ellos trajeron otra cultura y ahí se perdió todo lo nuestro”. M es una joven que activa en la organización sobre principios de carácter étnico-cultural, pide que los mayores los acompañen en este nuevo tiempo de compromiso en defensa de los derechos de los pueblos mapuches y tehuelches. S plantea que ellos tienen su propia organización, y que la política partidaria y la religión son un obstáculo, pero que no tienen que “ir al choque”.

Conclusiones

El antropólogo Fredrik Barth supo destacar que los procesos identitarios deben ser estudiados en contextos precisos y percibidos como actos políticos, ya que los límites, las fronteras, de un grupo étnico son construidos por los propios miembros a partir de diferenciales culturales que se resignifican en un proceso de autoadscripción, dado por una interacción social significativa con un otro4.

Si bien desde CCBB teníamos nuestros propios objetivos de cara al encuentro, los líderes comunitarios juveniles pusieron en juego los suyos propios. La realización del taller fue el contexto en el cual jóvenes preocupados por el futuro de la comunidad mapuche-tehuelche de Cushamen construyeron un lugar de reencuentro con sus mayores, con sus experiencias y con sus conocimientos, con la idea de apuntalar la continuidad identitaria de la comunidad a partir de la recuperación de sus valores culturales como punto de partida para consolidar estrategias propias de desarrollo.

El encuentro determinó un doble impacto, para la población local que se manifestó muy vulnerable a lo que sucediera en su entorno socio-ambiental ante las amenazas que allí se representaban, y también para nosotros los técnicos que éramos testigos de un profundo debate sobre la sistemática pérdida y abandono de prácticas culturales propias, lo que acarreaba crecientes niveles de incertidumbre ante problemas no sólo generados por el cambio climático, sino también por los procesos de confinamiento en zonas marginales con baja capacidad productiva.

El rol de los mayores, loncos y pillan kuze, es reconocido por ser el reservorio cultural de la comunidad y por lo tanto líderes políticos y ceremoniales. Queda en los sectores más jóvenes el desarrollo de los vínculos con las instituciones estatales y la propia acción política, siempre en consulta con las autoridades comunitarias.

Pudimos ver, entonces, la existencia de un resurgimiento de los lazos intracomunitarios. Las celebraciones son un espacio importante para ese reencuentro. Este nuevo tiempo de diálogo no está exento de revisiones y críticas sobre determinados comportamientos y actitudes. Las ceremonias espirituales y sagradas, como el nguillatun, y muy en particular el camaruco, impregnadas por el importante espacio de las rogativas son manifestaciones siempre presentes en los relatos que se ofrecieron a lo largo de lo que fue nuestra actividad. La principal herramienta que encuentra la comunidad para lograr su continuidad es el rescate de su legado cultural, a través de un nuevo tipo de relación intergeneracional, la revalorización de ese legado y su transmisión como instrumento de consolidación identitaria.

Pero esta lucha que han decidido asumir las nuevas generaciones -pelea que trasciende al pueblo mapuche e inclusive las fronteras nacionales- no se queda sólo en lo ideológico. Está también lo material. En este caso la lucha por la tierra, con la necesidad de hacer cumplir aquello que dicta nuestra Constitución Nacional en su artículo 75 inciso 17 sobre el reconocimiento a la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan, así como regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano.

La nueva prórroga de la Ley 26.160 que se trata en estos momentos en el Congreso y declara la emergencia territorial y el relevamiento técnico de los territorios originarios es importante, pero más importante es su efectivo cumplimiento de una vez por todas. En esta demora hay tanto responsabilidades de las autoridades nacionales como provinciales. Actualmente, el INAI tiene acuerdos con las provincias de Neuquén, Jujuy, Salta, Misiones, Chaco, Santa Fe y San Juan; y avanza con Chubut, Santiago del Estero y Catamarca. La ausencia de Río Negro en esta lista es un dato llamativo. Pero, además, se requiere luego el tratamiento de una ley de Propiedad Comunitaria Indígena, para crear esa figura jurídica.

El debate sobre la distribución de la tierra en Argentina es un tema que se le ha escondido a la sociedad. Junto con las comunidades indígenas hay miles de familias campesinas, que trabajan en la agricultura familiar, y que también han sido despojados y arrinconados. Favoreciendo la inequidad, la migración y la pobreza. Ellos también reclaman por una ley de tierras que los contemple. Y ambos son espacios sociales con los que el Estado debe dialogar y acompañar en favor de la democracia, de la equidad y del propio desarrollo del país.

 

1 Recopilación Informes LADA. INFORME FINAL. Región Patagonia. Sitio Piloto Cushamen. Estación Experimental Agropecuaria Esquel. Esquel – Argentina. 2008-2010

2 Autoridad tradicional que cumple el rol de mensajero, consejero y portavoz de su comunidad.

3 Líder político y espiritual de una comunidad mapuche. En el caso de Cushamen el cargo se transmite a través del linaje (por invocación de un sueño a ser interpretado por los referentes de la comunidad) y por vía masculina.

4 Frederik Barth. Los grupos étnicos y sus fronteras. FCE. México. 1976



(*) Antropólogo y miembro del Observatorio de Pensamiento Estratégico para la Integración Regional (Opeir).
29/07/2016

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