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Columnistas
08/08/2021

Los hombres que odiaban a las mujeres

Los hombres que odiaban a las mujeres | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

La violencia contra las mujeres en política no es simplemente una subcategoría de la violencia en general. Tiene la motivación específica de buscar restringir su participación como mujeres, ya que les plantea una amenaza directa a su habilidad y disposición para hacerlo.

María Beatriz Gentile *

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En sueco Män som hatar Kvinnor, significa ‘hombres que odian mujeres’ sin embargo, a los editores españoles les pareció mejor traducir el título de la primera novela de la trilogía Milleniumde Stieg Larsson, como ‘Los hombres que no amaban a las mujeres’.

Cambiar odio por ‘no amor’, no parece haber sido la intención de este escritor y reportero conocido por investigar las conexiones de los grupos de extrema derecha y neonazis con el poder financiero y político. Sus novelas, precisamente, caminan por allí, donde el abuso, la violencia y la xenofobia delatan conductas impunes surgidas del odio y en particular contra las mujeres

Naciones Unidas, en el año 2019, emitió un documento “Estrategia y plan de acción de las Naciones Unidas para la lucha contra el discurso de odio”, donde señalaba estas retóricas violentas como una de las amenazas más potentes para las democracias liberales y para la paz.

Entre las numerosas prácticas y conductas que se nombraban, el sexismo hostil y la misoginia adquirían un lugar relevante, particularmente en el ámbito de la política y la comunicación.

En la Argentina podría decirse que la persistente campaña contra Cristina Fernández de Kirchner, ex senadora, dos veces presidenta y hoy vicepresidenta de la Nación, es uno de los ejemplos emblemáticos de lo mencionado.

Una mujer contra la que hace más de una década y en forma continua y reiterada, la oposición política, judicial y mediática no ha dejado de agredir y violentar a través de todos sus medios periodísticos, redes sociales y dispositivos judiciales que controlan.

A modo de ejemplo, entre 2011 y 2015 la Revista Noticias colocó en 36 números a la figura de la entonces presidenta en su portada. Entre el 2015 y 2021 fueron 23 las tapas que le dedicó. Todas humillantes y degradantes, caricaturizada como una vieja decrépita, bipolar, con ojos vidriosos, con traje de presa, desnuda, crucificada, quemada en la hoguera, con gesto de orgasmo, como una yegua, con los pechos descubiertos, suicida, bruja, zombi y más.

¿Qué imagen se perfilaba? como la de una mujer siempre solitaria y aislada -CFK se fue del gobierno aplaudida y festejada en las calles por casi quinientas mil personas- y como alguien desbordada en sus emociones y excesos, carente de toda razón.

La tolerancia de la sociedad hacia este tipo de discurso comunicacional fue y sigue siendo aterradoramente sorprendente, y esto preocupa.

Que un mediocre político, antiguo funcionario, pretenda ganar unos votos reproduciendo ficcionalmente esa imagen construida de la ex presidenta; o que un violento diputado como Fernando Iglesias agravie a la actriz Florencia Peña, por su acercamiento al presidente para plantear demandas de su sector, dan cuenta de cómo la pasividad social frente a esto construye sentido, cuando no complicidades.

La violencia contra las mujeres en política no es simplemente una subcategoría de la violencia en general. Esta tiene la motivación específica de buscar restringir su participación como mujeres, ya que lesplantea una amenaza directa a su habilidad y disposición para hacerlo.

Por un lado las afecta en forma individual al tener que soportar estereotipos humillantes cuando se opina o se interviene en la esfera pública. Por el otro, comunica socialmente los riegos de hacerlo, en especial con la impronta de las redes sociales en nuestras vidas.

La connotación sexual parece ser la condición a resaltar – y a temer- por parte de estos odiadores alfa. Quizás, porque siempre hay un plus de violencia si la mujer es atractiva, inteligente y encima querida por su público o seguidores.

Resulta imprescindible que los poderes instituidos y las organizaciones políticas y civiles se comprometan llevar a cabo políticas y campañas que insten a prevenir, castigar y sancionar la violencia y el acoso político contra las mujeres.

Tolerancia cero hacia los discursos de odio. Tolerancia cero al sexismo hostil. Tolerancia cero a la impunidad de quien agravia, tolerancia cero que habrá que militar con mayor presencia.



(*) Historiadora, decana de la facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue.
29/07/2016

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