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22/05/2021

La política pública y las representaciones en la emergencia

La política pública y las representaciones en la emergencia | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

El poder concebido en sentido positivo refiere a la posibilidad de plasmar hábitos, conductas, valores. La pandemia se presentó como una oportunidad dada por la emergencia para cuestionar estructuras de desigualdad, pero éstas aparecieron como grandes obstáculos para procesar la catástrofe.

Sacha Pujó *

En diciembre de 2019 el gobierno del Frente de Todos asumió con el desafío de poner en marcha la economía, reactivando la demanda para aumentar el empleo y los ingresos. Para alcanzar dicho desafío se enfrentaba con una dificultad caracterizada por una economía arrasada luego del desarme, como consecuencia del gobierno anterior, de uneje de acumulación orientado al mercado interno, y una mochila enormemente pesada como es la deuda tanto con el FMI como con la banca y acreedores privados. En este marco asumió con una merma en los márgenes de maniobra para que el Estado pueda planificar o direccionar el crecimiento económico. A estas dificultades se le sumó la declaración de la pandemia en marzo de 2020 que paralizó al mundo, con lo cual el objetivo inicial quedó trunco hasta el momento. El año pasado el PBI de Argentina se contrajo un 9,9% con lo que ello implica en materia de pobreza y destrucción de empresas, con la caída de 1,1 millón de ocupados/as en el cuarto trimestre de 2020 respecto a igual período del año anterior1. Para colmo en 2019 la economía ya había caído un 2,2%, y de hecho la de 2020 se trata de una de las mayores de la historia argentina y una de las más elevadas de la región, solo superada por Perú que cayó un 11,1%.

Sin embargo, la irrupción de la pandemia sanitaria, que trastocó desde la economía mundial hasta todas las formas de vida y sigue afectando hasta el día de hoy, pudo haberse concebido desde un principio como una condición de posibilidad para implementar ambiciosas transformaciones al contar con el empuje del nuevo gobierno en las condiciones que impone una situación de catástrofe. Cabe preguntarse, a más de un año de transcurrida, cómo puede medirse el éxito o no de la gestión y en base a qué parámetros, siendo que es un hecho que rompió con todo lo previsto, y no había experiencia previa. Se trata de la posibilidad de distinguir buenos o malos resultados, y de asociarlos a las políticas implementadas, que son básicamente tomas de decisiones establecidas en base a los problemas y a cómo éstos se construyen.

En un año electoral esta pregunta se torna evidente y necesaria ya que los individuos sobrevivientes son los que van a votar. En un principio se estableció el eje binario “salud vs economía”en el que el gobierno se paró del lado de la salud sacrificando la economía y algunas libertades individuales. La oposición y lossectores del poder económico construyeron en base a la grieta yse pararon del otro lado para erosionar la legitimidad institucional. Basta recordar la patética caracterización de “infectadura” a las medidas restrictivas.

Lo cierto es que visto en perspectiva y en términos comparativos, el éxito inicial en términos sanitarios basado en el acompañamiento a las medidas de cuidado y en formas de cooperación se esfumó con el paso de las semanas ya que las cifras de contagios y muertes por millón de habitantes crecieron a niveles similares a países con gobiernos negacionistas que implementaron muy pocas restricciones. La inviabilidad en las primeras semanas para regular y rastrear al sector social medio-alto que volvía del exterior desde zonas de contagio, saboteó de movida las medidas de cuidado al diseminar el virus por todo el territorio nacional. Hay que tener en cuenta que Argentina comparte con la región latinoamericana condiciones tecnológicas, económico-sociales, políticas y de vida que impidieron llevar adelante estrategias que fueron exitosas tanto en los países asiáticos como en Australia y Nueva Zelanda. Como señala Daniel Feierstein en su nuevo libro Pandemia (FCE, 2021), la inutilidad de los esfuerzos de cuidado se consolidó como representación mayoritaria, y la oposición radicalizada que boicoteó cada una de las medidas, desde la primera convocatoria el 30 de marzo de 2020, interpretó los resultados fallidos como consecuencia de las políticas de cuidado y no del pronto abandono o incumplimiento de las mismas. El resultado fue una creciente propagación del virus y la naturalización de los muertos.

Siguiendo con Feierstein, hay una disputa que debe darse en torno a las representaciones de la realidad que incluyen elementos cognitivos, emocionales y ético-morales, ya que éstas son las que determinan las acciones. En situaciones de catástrofe en donde se presentan nuevas realidades a los sujetos, aquellas pueden convertirse en obstáculos epistemológicos a través de las distintas formas de negación de lo que sucede. Las representaciones son el resultado de la incorporación de un proceso histórico de 40 años de reforma moral cultural del orden social en el marco del neoliberalismo. Estas no son inmutables pero tampoco cambian de un día para el otro, conviviendo incluso visiones contradictorias. Disputar las representaciones, dice el autor, es fundamental para hacer observable las consecuencias sociales de la hegemonía neoliberal y su modelo de subjetividadbasado en el individuo egoísta, consumidor pasivo y victima sin responsabilidad por sus acciones con la comunidad que forma parte.

Pero el problema, además de esas formas de subjetivación, es que se desmoronan las estrategias de cuidado en las condiciones de vida de gran parte de la población precarizada que se ve en la obligación de salir día a día a buscar algún ingreso de subsistencia, vive en condiciones de hacinamiento habitacional o viaja todos los días en transporte público sin posibilidad de ejercer el distanciamiento. Con lo cual cualquier intento de influir en las representaciones sin un anclaje en la materialidad de las condiciones de vida parece poco eficiente porque prima la lógica de la necesidad, más en un país con cerca de la mitad de la población en la pobreza. Desde los medios de comunicación y los funcionarios políticos también se debería dar un mensaje coherente intentando evitar la espectacularización, así como las distintas formas de privilegio y castas que deslegitiman las acciones institucionales, condición fundamental para el cumplimiento de las normas.

El poder concebido en el sentido positivo hace referencia a la posibilidad de plasmar hábitos, conductas, comportamientos, o valores. Desde esta perspectiva se entiende que no se pueden implementar políticas que transformen lo naturalizado o al menos que sean disruptivas respecto de lo vigente, sin esa capacidad productora que se ejerce sobre las relaciones sociales. En ese sentido, la pandemia se presentó como una oportunidad dada por la emergencia para cuestionar estructuras de desigualdad que en la novedad de la situación aparecieron como grandes obstáculos para procesar la catástrofe. Así por ejemplo no se logró cuestionar la inequitativa distribución del ingreso, siendo simbólica la iniciativa del impuesto a las grandes fortunas por única vez, y de la cual parece que se debe agradecer a los pocos contribuyentes. En el mismo sentido las inyecciones de recursos por abajo a los estratos más pobres contuvieron y contienen posibles estallidos sociales.

Las relaciones de fuerza que varían en las distintas coyunturas históricas condicionan en un momento dado el horizonte de posibilidades para llevar adelante determinadas iniciativas. Hoy se presentan en la práctica muy desfavorables para el gobierno que no ha podido hasta el momento contar con la capacidad y la audacia frente a los intereses económicos de siempre que terminan imponiéndose. En este contexto,sin la menor posibilidad de planificar a largo plazo, se vive intentando sortear las tensiones del día a día y da la sensación de que todo está atado con alambre, porque ninguna sociedad puede reproducirse y perdurar excluyendo a una gran mayoría.

 

1 Ver Informe de coyuntura Nº35 del CIFRA. Disponible en http://www.centrocifra.org.ar/publicacion.php?pid=165



(*) Magister en Políticas Públicas -FLACSO-
Lic. en Sociología -UBA-

29/07/2016

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