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Lo urgente y lo importante
Los trabajadores de salud subieron a la ruta. Reclaman mejoras en sus sueldos. El salario es la forma más evidente de reconocer el esfuerzo y el compromiso del trabajador. Cuando se acumulan señales que son interpretadas como falta de reconocimiento, descuido o destrato, se generan condiciones propicias para desencadenar conflictos, que siempre se sabe cuándo comienzan, pero nunca como y cuando terminan. En ese contexto, el salario es el emergente identificado como motivo del reclamo, marca el ritmo de las urgencias, es el desencadenante, pero no es la única variable que resulta del destrato o de políticas endebles vinculadas con el pilar esencial de cualquier sistema de salud.
El sistema de salud neuquino enfrenta en estos días, entre otras, dos urgencias que deben ser resueltas para evitar consecuencias graves.
Por un lado un reclamo genuino, especialmente a la luz de las decisiones tomadas en relación a la recomposición salarial acordada entre el gobierno y dos sindicatos (ATE y UPCN), que fueron inmediatamente interpretadas como insuficientes por el conjunto de trabajadores que vienen lidiando con la pandemia a diario. La respuesta a esas decisiones fallidas (incremento del 12%, luego 3% adicional y ahora un bono no remunerativo y no bonificable sin alcance a los trabajadores jubilados), devino en un conflicto de alta intensidad, complejo como todos, pero agravado por la impericia de la conducción provincial y su escasa vocación de diálogo, a lo que se suma que el reclamo proviene de un conjunto amplio de trabajadores de todos los sectores hospitalarios, muchos de los cuales no se sienten representados por organizaciones gremiales (“autoconvocados”) y con un porcentaje significativo de empleados públicos cuyos sueldos no les permite superar la línea de la pobreza.
La otra urgencia a la que nos referimos es la que sobreviene analizando el perfil epidemiológico argentino actual, que discurre en medio de un incremento exponencial de casos al que se ha dado en llamar “la segunda ola”. Este aumento brusco de contagiados impacta de lleno en los sistemas de salud, incrementando la demanda hacia equipos agotados y diezmados. Esta situación no tardará en llegar a nuestra región, la que por cierto, ya muestra un promedio de casos nuevos diarios que en los últimos diez días es francamente superior al de los diez días previos. A los pacientes que requieren internación por Covid-19 en unidades de cuidados críticos deben sumarse aquellos que requieren ese tipo de atención por otras causas (por ejemplo post-operatorios complejos y víctimas de incidentes de tránsito), con lo cual la sobrecarga será mayor que la experimentada en el peor momento de 2020 cuando la circulación de personas era francamente menor que la actual.
Estas dos urgencias, el conflicto no resuelto y el perfil epidemiológico amenazante, obligan a destrabar la situación lo antes posible y así poder asumir el cuidado de la salud colectiva con el mayor cúmulo posible de fuerzas.
Es evidente también que resolviendo solo lo coyuntural no se arregla un problema con más aristas además de lo salarial. En este sentido entendemos que asumir como impostergable la promoción de políticas referidas a los trabajadores de salud con criterio integral para dar sustento sólido al sistema, demanda:
Enfrentar estas dos urgencias, entendemos, demanda identificar y justipreciar la profundidad del problema, demostrar vocación política para encararlo y actitudes responsables, que surgen cuando se asume que las mejores propuestas y las que garantizan mayor gobernabilidad, son aquellas fruto de la construcción colectiva.
Crisis de representación
Vale agregar otro ingrediente, sin con ello pretender agotar el análisis de una situación compleja. Nos referimos a la crisis de representación que devela el conflicto en curso. En efecto, un aspecto destacable de la situación actual que se diferencia de lo ocurrido en conflictos anteriores de este tipo, o que aparece con mayor intensidad en éste,es la aparición de nuevos actores.Entre ellos, un conjunto importante de trabajadores de salud que se autodenominan “autoconvocados”. Es un conjunto heterogéneo integrado por personas en muchos casos sin militancia política o gremial previa, en otros con antecedentes de participación en espacios sindicales, pero ahora disgustados con los resultados de la negociación llevada adelante, señalando a dirigentes que no leyeron correctamente la situación. En suma, se configura un cuadro que pone en tensión modos de organización sindical, modelos de conducción y hasta formas de vincular a los distintos integrantes de los equipos de salud.
Las conducciones intermedias como recurso mediador
Los sistemas de salud en distintos puntos del globo emprendieron un veloz proceso de adecuación a la nueva realidad. Fue necesario redistribuir recursos, conseguir, acopiar y distribuir insumos esenciales para enfrentar una situación de excepción, modificar los espacios de atención adecuando espacios físicos y emplear edificios cedidos por otras instituciones equipándolos para la atención de las personas. También se requirió repensar los horarios de trabajo y la distribución de tareas del personal de salud, al tiempo de estar atentos a tener disponibles medios de transporte y de comunicación a los efectos de responder en tiempo y forma a las demandas impuestas por el nuevo escenario epidemiológico.
En fin, las conducciones de los sistemas de salud, incluyendo en este grupo a todos aquellos con responsabilidad dirigencial, enfrentaron un desafío mayúsculo para el que no habían sido entrenados previamente. Acertaron y erraron, algunos no pudieron sobrellevar la situación y cedieron el lugar a otros, pero todos aquilataron una experiencia valiosa que los ubica ahora en otro peldaño.
El rol que juegan los directores de hospitales y centros de salud y los jefes de servicios, resulta esencial en ese cuadro de conducción, para organizar y dar respuestas. Son ellos y ellas quienes lidian a diario con la tarea de coordinar personas y administrar recursos. Están en contacto directo con la realidad de las comunidades y con los trabajadores de salud, y tienen mucho para compartir e intercambiar en función de crecer como conjunto.
¿Podría el conjunto de directores y responsables zonales constituirse en un grupo mediador? Se trata de personas que han asumido una responsabilidad importante y que pueden ser el puente entre los equipos de salud que conducen y a quienes deben lealtad, con las autoridades políticas que descansan en ellos para intentar resolver las situaciones que a diario aparecen en el campo de la salud.
Asumir esa función mediadora como conjunto, podría ser útil para resolver el conflicto actual con una mejora salarial significativa, que sea remunerativa y bonificable y que incremente los básicos de todos los agrupamientos, y que además resulte funcional a objetivos más perdurables y consistentes como los mencionados antes, recreando un espacio de intercambio de experiencias útiles a los efectos de sostener y fortalecer el sistema de salud desde una mirada crítica y comprometida.
No reemplazan a la organización gremial, por el contrario, debieran ser un catalizador para que éstas se constituyan donde faltan, y se fortalezcan y se afiancen en su rol de representación de los trabajadores donde ya las hay. En este particular momento, será necesario que los cuadros de conducción asuman su rol en plenitud y se constituyan en una opción para contribuir a salir de esta encrucijada y avanzar luego hacia formas de organización y representación más robustas y funcionales, tanto para mejorar los servicios a la población, como para velar por el bienestar integral de los trabajadores de salud.
La urgencia de la hora exige una actitud responsable y comprometida del gobierno. Los equipos de salud, cansados, mal remunerados y con reducción de los descansos a los que tienen derecho, y la comunidad en su conjunto, lo demandan.
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