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A 75 años de la amplia movilización popular y obrera que marco el inicio de un tiempo político y social de ruptura para la Argentina, los peronistas de hoy tendrán otro 17 de Octubre. Este otro 17 de octubre estará lejos de la Plaza de Mayo. Su tiempo de hoy no es solo territorial, es de distancia histórica. Distancia temporal que nos informa de memorias en pugna.
No hay duda que para algunas de esas memorias la lejanía lo permite todo. Cuentan con la ventaja de que año a año se va apagando la vida de esos protagonistas. Esos que pueden interpelar el presente a partir de una experiencia única conocida de primera mano por haber estado en esa fecha precisa en una colmada Plaza de Mayo. Menos aún quienes tuvieron algún tipo de responsabilidad al tomar la crucial decisión que terminó proyectando la figura del propio Juan Perón y de quienes se movilizaron.
Cuando se muera el último asistente de la jornada del 17 de octubre de 1945 tendremos entonces que trabajar la fecha con otros materiales. A estos materiales del pasado debemos sumarle lo que nos vienen de las distintas capas geológicas con que se fue armando el planeta de los peronistas. Estratos que siguen reinventándose de manera tumultuosa. Allí están los que vivieron algo de la “edad de oro” del primer peronismo, además de su brusca caída en 1955. También los que asomaron a la vida militante frente a los vaivenes de las ilusiones y las tragedias personales y colectivas de los sesenta y setenta del siglo pasado. Igual que los que se movilizaron en los tiempos de la última dictadura y fueron actores de la transición democrática. Cuentan los peronistas de Cafiero y Menem hasta los más recientes del peronismo-kirchnerista-cristinista. Ni qué hablar de ese peronismo confiscado por la dimensión corporativa de los sindicatos, marcado por su juego de integración y resistencia frente al campo estatal y empresario. O aquel otro, del llamado peronismo federal, de provincias, eternamente conservador y elitista.
Todos esos peronismos tienen algo que decir frente a cada 17 de octubre. Ninguno ha podido “fosilizar” la fecha. En cierto que en su mayor parte coinciden en que no han tenido nunca un evento similar al del ‘45 donde un “pueblo” amanece protagonista construyendo simultáneamente un liderazgo personalísimo. Nada de esto estaba escrito frente a esa jornada, pero terminó siendo fuente de todas sus historias. En esto los peronismos que siguieron viven cierta orfandad fundacional. Esto incluye al más reciente de los peronismos realmente existentes: el kirchnerista-cristinista no puede prescindir de aquella fecha de la historia, al menos de la que habla de una potente movilización popular. El deseo de este nuevo peronismo es contar con su propio momento germinal.
Hay muchos 17 de Octubre de la misma manera que hay otros tantos peronismos. Cada cual tiene una versión sobre aquel día, sin duda afectada por sus intereses de coyuntura. Porque lo que siempre discute un peronista con otro es la naturaleza del movimiento al que pertenece. Con todo hubo un único evento de partida. Hablamos de un día caluroso de mediados de octubre de 1945 en el que desde la madrugada activistas sindicales y otros que no lo eran se movilizaron interrumpiendo el trabajo de muchas empresas del corazón industrial del país para convocar a los trabajadores a la Plaza de Mayo con el propósito de exigir la libertad de Perón y hacer una demostración favorable a las políticas sociolaborales de su secretaría. La naturaleza espontanea de la convocatoria se impuso sobre las conducciones gremiales. Esta será una de las cuestiones que desde hace tiempo la historiografía ha saldado en función de dejar atrás la responsabilidad supuesta del mismo régimen que había puesto preso a Perón y que habría allanado la libertad de acción de los manifestantes. Si la policía no recurrió a la represión abierta fue porque no pudo contener la movilización popular.
Cada 17 de Octubre hay una conmemoración en el alma de los peronistas. Apuntan a esa dimensión fundacional del movimiento con el que se identifican. Igual que a la apropiación simbólica y material del espacio público urbano por parte de los trabajadores. Dan cuenta también de su dimensión irreverente, carnavalesca, herética por su presencia en la vida pública. Insisten en la comunión de un líder y un pueblo. Señalan el nacimiento del doble liderazgo de Perón y Eva, asignándole a la misma Eva un protagonismo desmedido durante la jornada. Todas esas miradas son ciertas y seguirán teniendo su proyección en la construcción del peronismo. Todo ello nos dice que 17 de octubre de 1945 ha logrado una enorme singularidad no alcanzada por ninguna otra fecha de nuestra historia social, política y cultural.
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