Columnistas
04/06/2020

Banalizando guetos y dictaduras

Banalizando guetos y dictaduras | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.
Levantamiento del gueto de Varsovia, año 1943. (Imagen: Enciclopedia del Holocausto).

Asimilar a las barriadas populares o villas con un gueto busca conmover, como en la solicitada de 300 firmantes identificadas con el gobierno anterior. Es un arma discursiva que banaliza la memoria de indignidad y muerte sufrida por una parte de la humanidad bajo el nazismo y otros regímenes de segregación racial.

Gabriel Rafart *

[email protected]

La asimilación de nuestras barriadas populares y villas de emergencia a los guetos que registra la historia busca conmovernos. A ello se suma el término novedoso de infectadura. Sin duda a lo que refieren ambas cuestiones solo busca banalizar sus implicancias históricas y éticas-políticas de realidades donde se impuso la segregación con vocación exterminadora y las dictaduras realmente existentes. Lo cierto es que esas fórmulas ya son parte del nuevo verbo de algunos intelectuales y publicistas que quieren marcar su pulso contrario al gobierno. Unos reclamando la desobediencia civil. Otros señalando que la Argentina que desean los Fernández con su interminable cuarentana dejó de ser Venezuela para desembarcar directamente a las playas de la Cuba comunista. Desde ya hay otras voces de funcionarios del oficialismo que hablaron de gueto, pero lejos de compartir la idea de que estamos en las puertas de una dictadura.  

A estas voces se sumó recientemente una solicitada firmada por 300 personas de ámbitos diversos, aunque todos identificados con el gobierno saliente. La misiva fue respondida por otra con más de 10.000 firmas, mayormente de científicos, profesores y gente de la cultura. En principio entendemos que el número elegido por los firmantes de la primera solicitada, o no pudo sumar más rubricas, o fue el resultado nada ingenuo que nos llevaría a pensar dicho acto como un gesto de naturaleza heroica como aquel protagonizado por igual número de griegos que enfrentaron a Ciro y sus persas hace 2500 años. Otra cosa no menor es el reclamo de una voz que dice que no está y que merece ser escuchada para una deliberación plural. Es conveniente señalar que escritores como Federico Andahazi, devenido en periodista, o el consagrado Sebreli, igual que la del abogado Daniel Sabsay o el curador Darío Loperfido, nunca dejaron de estar activas en diversos foros de opinión. 

La solicitada de los 300 habla de que el gobierno encontró en la ‘infectadura’ un eficaz relato legitimado en expertos”. Si el término infectadura tiene entidad para las ciencias sociales, debemos suponer la existencia de una infectocracia. Este gobierno de infectólogos -en alusión al grupo de expertos científicos que rodean al presidente para la toma de decisiones frente a la pandemia del covid-19- parece la respuesta a la ceocracia que fue la marca del gobierno de Mauricio Macri. Desde ya lo duro del supuesto gobierno de los infectólogos reconoce su equivalente en una suerte de “infectablanda”, que sería el camino aceptado por países tan disímiles como Uruguay, Suecia o EEUU. En el caso de que el vocablo infectadura se imponga en el futuro, seguramente tendrá que mirarse al espejo de la historia de éxitos y fracasos de cómo se enfrentó la pandemia.  

Aquel pronunciamiento pone otra vez el debate sobre el gobierno de los científicos o, en todo caso, de cómo debe responder todo gobierno de la democracia frente a los consejos de los científicos. Es posible que el primero sea una aspiración de muchos de quienes firmaron aquella primera carta, aunque gran parte de ellos se considere la versión criolla del republicanismo que cultiva una porción de la élite norteamericana negacionista del calentamiento global, o de un Brasil que también niega los efectos del ataque a la biodiversidad. Recordemos que muchos de quienes acusan a estos expertos de un gobierno desviado de los infectólogos que lleva a la pérdida de libertades, también reclaman que se constituya un comité de expertos en economía para terminar las actuales medidas de protección y relanzar las políticas de mercado en la Argentina. Desde ya, consideran como únicos expertos las autoridades de economistas neoliberales. 

La referencia a guetos para los barrios confinados por la expansión de la pandemia vuelve otra vez al tema de la banalización como arma discursiva. No debemos pasar esto porque hablar de gueto es abordar la memoria de indignidad y muerte a la que una parte de la humanidad fue sometida en tiempos del nazismo y durante la vigencia de las políticas de segregación racial. Estamos hablando de guetos montados en Europa Oriental durante los tiempos de la Segunda Guerra como instituciones de encierro y antesala de exterminio para cientos de miles de judíos que fueron concentrados en zonas de segregación tras habérseles privado de sus bienes y derechos; donde se reclutaba fuerza de trabajo esclavo y se sometía a la restante población a la estricta vigilancia armada y condiciones de hambre, para con ello provocar un espectáculo de muerte y denigración que justificara la destrucción definitiva de esos grupos humanos.



(*) Historiador, autor del Libro “El MPN y los otros”
29/07/2016

Sitios Sugeridos


Va con firma
| 2016 | Todos los derechos reservados

Director: Héctor Mauriño  |  

Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite

[email protected]