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06/05/2020

Subjetividad y libertad en la pandemia

Subjetividad y libertad en la pandemia | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

La mercantilización de la salud y demás aspectos regidos por la maximización de la ganancia atenta contra la vida y el planeta. Quizás sea un tiempo de replantearse cómo vivir, producir y vincularse con la naturaleza. En la cuarentena, el funcionamiento de la sociedad lo sostienen sectores de trabajadores.

Sacha Pujó *

La coyuntura de crisis que padece el planeta no se manifiesta tan solo en lo económico o en lo ambiental. Muchas de las categorías de percepción del mundo que tenemos incorporadas de nuestro proceso de socialización parecieran tornarse obsoletas para comprender el tiempo histórico que estamos viviendo. 

El sistema de relaciones sociales en el que estamos inmersos, concibe a la sociedad desde el individuo aislado, y a la libertad en términos individuales. Ello entra en contradicción con los mecanismos de regulación de las prácticas que se han impuesto desde los Estados a raíz de la pandemia. 

Existe la idea acerca de un estado de naturaleza del individuo aislado como originariamente egoísta. En la filosofía política moderna ese va a ser el fundamento teórico del surgimiento del Estado moderno ya que en el estado de naturaleza rige la ley del más fuerte, lo que llevaría a un conflicto permanente entre todos los individuos en la lucha por la supervivencia. El surgimiento de estas teorías históricamente es el reflejo del proceso de consolidación del capitalismo.  

Una de las máximas del orden social vigente establece que cada uno buscando su propio beneficio contribuye a maximizar el beneficio social. El otro se presenta como un obstáculo, un límite a mi libertad personal. Aquí es central la idea del ascenso individual, de la meritocracia, como una ficción creencia, amplificada con relatos de héroes individuales como fundamento del consenso. Consenso que se torna hegemónico al difundirse desde la temprana infancia por instituciones fundamentales como la familia, la escuela y los medios de comunicación. Son construcciones sociales adecuadas a un contexto histórico. Su uso popular tiene que ver con que son orgánicas y funcionales a este orden social. 

En este marco es un hecho que los Estados Nación se resignifican frente a la anarquía del mercado. A la vez que las instituciones supranacionales -como la Organización de Naciones Unidas (ONU), Organización Mundial del Comercio (OMC), Organización Mundial de la Salud (OMS), Unión Europea (UE), entre otras- se han visto ineficaces para promover acciones coordinadas. 

Se observa la presión del poder económico, los grandes grupos que pugnan por la apertura de la cuarentena, hecho que entra en contradicción con la preservación de la vida de la población. En la parálisis económica no se puede reproducir el ciclo de acumulación. A su vez, la mercantilización de la salud y de todos los aspectos de la vida regidos por la lógica de la maximización de la ganancia atentan contra la vida y el planeta. Quizás este es un tiempo de replantearse el modo de vivir, de producir y de vincularnos con la naturaleza.   

En una era en la que estamos sobreinformados y sobreentretenidos, ¿dónde puede encontrarse un lugar para el pensamiento crítico y una actitud creadora transformadora? La subjetividad construida en el consumismo sin sentido automático es una barrera para transformar prácticas sociales. Desde este contexto, ¿puede la situación que estamos viviendo despertar cambios en las conciencias que lleven a transformaciones en el modo de vida o terminará profundizando lo mismo? 

Los procesos de cambio histórico no están prestablecidos. En las relaciones sociales no hay ninguna cuestión inmutable, la vida en sociedad es movimiento y es conflicto. Sin embargo la lentitud de los cambios tiene que ver con que las estructuras objetivas tienden a coincidir con las estructuras mentales de pensamiento, formas de ver el mundo. Pierre Bourdieu lo denomina con el concepto de Habitus, similar al concepto de sentido común de Antonio Gramsci como “formas de pensar que devienen actividad práctica”. Es el cemento del orden social. 

El desarrollo de las fuerzas productivas que puede observarse en la aplicación de tecnologías al proceso de trabajo, la tendencia a la robotización, no parece encontrar o canalizar en este marco de relaciones sociales mejores condiciones de trabajo y libertad para una gran mayoría, sino que por el contrario, vemos cada vez más individuos precarizados. La figura del emprendedor empresario de sí mismo oculta las relaciones de explotación, a la vez que dinamita los lazos de solidaridad entre pares. Puede verse al respecto una excelente crónica de esta situación en la era actual en el film Sorry We Missed You (Ken Loach, 2019). 

Hoy en día los que están sosteniendo el funcionamiento diario de la sociedad en medio de la pandemia son los trabajadores: personal de la salud, trabajadores de los servicios públicos esenciales, docentes, comerciantes, repartidores por nombrar algunos. Sin embargo, las medidas económicas no reflejan ello. Pareciera ser que los intereses de las grandes corporaciones tienen mayor peso en la definición de las prioridades. 

Qué sentido de libertad existe si cada vez hay mayor precarización de las vidas de una gran mayoría, mientras que el gran poder financiero tiene plena libertad de movimiento sin reconocer las fronteras. Qué tipo de subjetividad y de libertad son para el asalariado promedio la de disponer la mayoría de su tiempo a trabajar para consumir y entretenerse sin despertar la curiosidad, la serenidad, el conocimiento o nuevas formas de percepción. La época que nos toca vivir puede servir para reflexionar sobre situaciones naturalizadas. 



(*) Magister en Políticas Públicas -FLACSO-
Lic. en Sociología -UBA-

29/07/2016

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