Columnistas
01/05/2020

Ejecutivos en acción

Ejecutivos en acción | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.
Presidente Alberto Fernández, Angela Merkel (canciller de Alemania), Pedro Sánchez (jefe de gobierno de España) y Emmanuel Macron (presidente de Francia).

En este tiempo de excepción gobiernan ejecutivos legitimados por la democracia electoral, con poco o nulo protagonismo de los parlamentos, aún en países de tradición parlamentaria. En nuestro país también cuentan quienes tienen poder territorial, como gobernadores o intendentes de las grandes urbes.

Gabriel Rafart *

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El título de la columna pareciera retornarnos a diciembre del 2015, cuando asomaba el gobierno de los ejecutivos de empresas o aquello que comenzó a llamarse ceocracia. Lejos estamos de querer hacer un detallado balance de una experiencia política apoyada por quienes creyeron ver en hombres exitosos de compañías privadas las mejores aptitudes para gobernar un país. 

Nos interesan los poderes ejecutivos legitimados por la democracia electoral gobernando en tiempos de excepción. Ejecutivos que están actuando como si la sociedad sobre la que mandan estuviera enfrascada en una guerra total. La excepcionalidad es que esta guerra no es ante un enemigo externo, tampoco dentro de los parámetros de una guerra civil. El enemigo es la misma condición biológica y cultural de la porción de humanidad que les toca gobernar.

En este tiempo han quedado expuestos los gobiernos de los ejecutivos. Los parlamentos tienen poco o nulo protagonismo. Aún en países de fuerte tradición parlamentaria los cancilleres y primeros ministros son el centro de la acción gubernativa. Los parlamentarios acompañan, son actores de un consenso silencioso y, en algunos casos, deliberaran y votan bajo modalidades novedosas, pero no gobiernan. Una tecla apretada en una lejana computadora por un parlamentario dice sí o no a tal o cual proyecto. Con ello estamos experimentando un mecanismo que algunos ingenieros electorales ya están pensando para eliminar las casillas de votación, de la misma manera que otros consideran útil para acercarnos a una ideal democracia directa. Aun con ello, la mayor parte de los estados europeos de más larga tradición parlamentaria, hace tiempo que disponen de jefes de gobierno que se parecen y actúan como si fueran presidentes de un país efectivamente presidencialista. Ciertamente, la urgencia de la pandemia global ha consolidado aquello que la ciencia política señala como un proceso de “americanización o presidencialización de los sistemas parlamentarios”. 

Sin duda, el protagonismo de Ejecutivos en acción depende del tipo de diseño institucional y de su flexibilidad. También de la cultura política del país. Lo mismo respecto a las lecturas críticas que promueven actores de opinión, y el interés de quienes no gobiernan pero cuentan con espacios de poder parlamentario identificados como oposición. De allí que insisten en la cuestión de la efectiva división de poderes como freno a los eventuales desbordes del Ejecutivo. De tanto en tanto se recurre a esta fórmula apelando a trescientos años de debate intelectual sobre la mejor forma de gobierno, aunque se olvida del criterio de realismo político de que cuando el poder se divide hay lucha y competencia por él. A pesar de todo, se insiste en que la buena salud de toda república solo es factible en un gobierno que sabe respetar un poder equilibrado a partir de la ponderación moderada entre las ramas ejecutivas, legislativas y la judicatura. Dejando de lado que en un país federal como el nuestro donde cuenta el universo de quienes tienen poder territorial, entre ellos los gobernadores. También quienes ejercen poderes locales, como los intendentes de las urbes más populosas. 

La realidad es que desde hace tiempo la Argentina que conocemos cuenta con el centro de poder en el gobierno de ejecutivos. Eso no está del todo mal ni bien, cuando los otros poderes estas vigentes, pero primar las condiciones de excepcionalidad de este tiempo importa los criterios de unidad en las decisiones y eficacia en la administración que puede proveer el Ejecutivo gobernando.

Finalmente, hagamos un poco de historia sobre el pasado reciente de las relaciones de poder entre el Ejecutivo y el Congreso, ya que seguramente el 2020 será recordado como el año de los muchos DNU y de un exiguo trabajo parlamentario. Vale esta observación ya que hay voces que insisten en que el Ejecutivo se siente cómodo frente a la excepcionalidad y por ello está planeando una cuarentena infinita, acusando al actual Fernández presidente de querer gobernar sin parlamento. Desde ya quienes levantan esta acusación pasan por alto que este Fernández está gobernando con el poder consensuado de los gobernadores, y estos a su vez con los ejecutivos locales, dimensión institucional que refleja la máxima de que el poder se comparte aun dividiéndolo de manera tanto vertical como horizontal. Recordemos que durante el año 2019 el parlamento argentino tuvo su peor desempeño dentro del ciclo democrático argentino inaugurado en 1983. Aquel año fue el último de los ejecutivos de empresas encabezado por Mauricio Macri gobernado para el mundo de los negocios. Hoy tenemos un gobierno de Poderes Ejecutivos que trabaja dentro de una excepcionalidad que solo imaginaron quienes proyectaron distopías catastróficas.  



(*) Historiador, autor del Libro “El MPN y los otros”
29/07/2016

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